La Revolución fracasó. Confesarlo no es hacerse cómplice del enemigo yanqui. Los que, como yo, creyeron en las ideas del Che, no pueden sino reconocer que se echó a perder un hermoso ideal. En 1959, la victoria de Fidel permitió mejorar la situación de los más desfavorecidos, permitió dar algo a los que no tenían nada, reconocer la existencia de los que no eran nada. Permitió también reivindicar la identidad nacional frente a la hegemonía yanqui, lo que nunca le perdonaron los EE UU. Pero condujo el país hacia un desastre económico. Y aferrándose a sus principios políticos, condena el pueblo cubano a la miseria y a la desesperación.