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 La bella Otero en Miami

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Dudo que un hombre haya hecho o repita lo que se le ocurrió a esta mujer, que inspiró al propio José Martí. Huir del mundo a los 46 años para que no la vieran perder sus encantos.

No era una mujer del montón. Fue una de las tres mujeres más hermosas y deseadas de su tiempo. Tuvo por amante a siete reyes. Los multimillonarios andaban detrás de ella por Nueva York, Australia, París y San Petersburgo. La seguían con la boca abierta, para ofrecerle yates y chalets como obsequio para tener sus favores. Pero ésta era una ``horizontal'' que se daba su precio y llegó a ser el termómetro del status para quien tenía dinero, títulos y pretensiones. Para dar una idea de su éxito social, el 4 de noviembre de 1898, el día que cumplió treinta años, un amigo le preparó una fiesta sorpresa. Cuando entró al Maxim's de París la esperaban el Príncipe de Gales, Leopoldo de Bélgica, el zar Nicolás II, el káiser Guillermo, Alberto de Mónaco y Alfonso III, que era un jovencito.

Este es el personaje que nos ha traído a Miami por estos días Carmen Posadas, nacida en Montevideo, Uruguay y radicada en España, donde es una afamada escritora, ganadora del premio Planeta.

Con el título La bella Otero, la autora nos ofrece más que la vida de una mujer, el modo de vivir de la belle époque, las tendencias morales, las costumbres y algo que no cambia. Una semblanza de que el hombre siempre se ha movido al capricho de la mujer.

Es ella la que gobierna por interpuestas manos, es la mujer la que construye y destrona. Con sus atributos. Con su inteligencia. Con su dulzura y su mirada. Con su astucia y el conocimiento de sus armas, la mujer de hoy como la de ayer hace y deshace.

Y el hombre, de todos los siglos, sigue equivocado. Se cree dueño de las decisiones y del gobierno. Pero la mujer con su ternura o su crueldad sabe de sus poderes y los usa a favor de sus intereses o de sus sueños.

Con mano de seda, besos almibarados y un escote o unas piernas bien (o mal, depende desde donde se quieran mirar) cruzadas, conquistan y arruinan imperios.

La bella Otero es uno de esos ejemplos que irrumpen en la vida de los pueblos para que los hombres pierdan hasta la cabeza.

A mí me ha fascinado la vida de esta mujer, en cuya carrera de cocotte endiablada se sumergió Carmen Posadas. Cuando nos vimos en Montevideo en 1977 y me hizo la mención de su nuevo proyecto literario, no creí que se tratara de un trabajo tan monumental.

Viajó a Marsella, donde La bella Otero se ganaba la vida con el sudor de los demás. Allí fue descubierta por Jurgen, un agente de artistas que necesitaba una bailarina de flamenco para rivalizar con el espectáculo de Carmencita, una polaca que se hacía pasar por española y conquistaba a Nueva York.

La autora fue a Valga, para confrontar que nuestro personaje se había inventado su origen en Andalucía, habiendo nacido en Galicia. Es lo genial de esta mujer. Leyendo sus disparates se nota su capacidad para decir mentiras y creérselas. Se inventó un origen de alta cuna, a pesar de haber nacido encima de un gallinero en Pontevedra.

Tuvo todos los hombres que quiso, el dinero que deseó, las joyas que soñó y fue protagonista de las extravagancias más desaforadas.

Carmen Posadas estudió una amplia bibliografía que nos entretiene por laberintos de la historia de Francia de finales del siglo XIX y comienzos del XX.

Porque Agustina, que fue el verdadero nombre de La bella Otero, se enclaustró a los 52 años en una villa de Niza a envejecer y a esperar la muerte. Y ella y la muerte empiezan un juego como de película porque la muerte se olvida de ella y sólo fallece a los 97 años. De manera que permanece encerrada más de la mitad de su existencia. Entretanto, se desarrollan mil historias a su alrededor que nos llevan a confirmar la riqueza de su imaginación.

Es una obra escrita con una combinación de géneros que la hace interesante y amena.

Después de otorgados los premios, muchos escritores se enfrentan con el reto de superar su obra. La autora acertó en el personaje y el estilo de su nuevo libro. Diez ediciones en un mismo año son el mejor reconocimiento para una escritora suramericana que es parte del paisaje literario español.

En buena hora ha venido Carmen Posadas a Miami para traernos a La bella Otero, que de no haber sido horizontal se hubiera convertido en una competidora de Agatha Christie.

ENRIQUE CORDOBA

ecordoba@bellsouth.net

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28 de noviembre de 2001