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En 1843 se inauguró en la céntrica esquina de San Rafael y Prado un café y sala de bailes cuyo propietario era Juan de Escauriza. Era de dos plantas y se consideraba el mejor de la ciudad; su nombre fue El Louvre. Durante el transcurso del siglo en este café y en el edificio contiguo de similar factura se estableció el Hotel Inglaterra, uno de los más frecuentados de La Habana. Hacia 1891, el hotel fue transformado y unificado, y se consideraba de primera clase. Como fue uno de los establecimientos más activos y concurridos del siglo pasado, cuenta con una notable trayectoria de hechos históricos. En 1879, en un banquete en los altos del Louvre José Martí pronunció un combativo discurso a favor de la independencia de Cuba, y en 1890, poco antes de ser reconstruido, se hospedó Antonio Maceo en él durante su estancia en La Habana. |
Cuando La Habana estaba aún rodeada por la fuerte muralla
que la protegía contra piratas, corsarios e invasores, en la capital
que surgía a extramuros se levantaba una edificación de dos
pisos, era el año 1844, conocida como por café y salones
de Escauriza, era el futuro de lo que es hoy, el hotel Inglaterra.
Muy cerca de allí y alineado en la calle de San Rafael, se levantaba el esplendoroso teatro Tacón, hoy en remodelación, orgullo de La Habana, escenario de las mejores compañías artísticas del orbe y uno de los de mayor capacidad del mundo. Aquella esquina de Prado y San Rafael, se fue transformando con el tiempo, en un gran centro cultural de la capital, donde el amor a la vida y la aspiración de una libertad plena, se fueron convirtiendo en reflejo de la nacionalidad en desarrollo. Las autoridades españolas prohiben los bailes en dichos salones, para proteger en su exclusividad a los que tenían lugar en el teatro Tacón, (el gobernador del mismo nombre era socio de Pancho Marty, el negro dueño del recinto del teatro), aquella situación molestó mucho a la aparente y bullanguera juventud criolla de aquella época, que se divertía en el Escauriza, la respuesta fue dirigida por los chicos que lanzaron ponches de leche a los españoles uniformados, hubo sangre y deportaciones, fue ademas este suceso, la primera señal de un nuevo período, en la vida de la juventud habanera de aquellos tiempos. El singular suceso fue bautizado como la Batalla de la leche .....después la Acera del Louvre. El café cambió de nombre al comprarlo en 1863, don Joaquin Payret quien lo reconoció como ¨Le Louvre¨, que daría lugar a la llamada Acera del Louvre, cuya extensión llegaba a la calle San Miguel, pronto toda la calle comenzaba a llenarse de sentido histórico. En 1866 se protagonizo en dicha acera, otro encuentro entre españoles y criollos, cuando unos comerciantes peninsulares, ofendieron la memoria del reconocido científico cubano Ramón de Zambrana, al devolver sus papeletas, para una función de beneficio que se desarrollaría en el teatro Tacón, en favor de su viuda. Terminada la guerra de los 10 años y en medio de una etapa aparentemente pacifica, y a la que José Marti nombró el Reposo turbulento, volvieron los muchachos a la acera ya veteranos y con graduación militar, precisamente en el café, Marti contribuyo a la ebullición de la lucha con un discurso, en homenaje al periodista Adolfo Marquez Sterling, que resultó al mismo tiempo, un alegato incisivo contra el autonomismo. Un lugar que es por excelencia muestra de la importancia de dicha acera lo es el hotel Inglaterra, construido con mosaicos refulgentes adornado en oro, que fueron fabricados en Sevilla y adornado con rejas repujadas, que aun hoy pueden disfrutarse como muestra de un conjunto armonioso. En el mismo se hospedó por varios meses, el general Antonio Maceo, esta ocasión fue aprovechada, para hacer que en ese tiempo, la acera fuera lugar de un movimiento y bullicio nunca antes visto. En la ya famosa Acera del Louvre, un militar español, después de los sucesos del tristemente celebre fusilamiento de los estudiantes de medicina, el 27 de noviembre de 1871, acusados injustamente de profanar una tumba en el cementerio Cristóbal Colón, rompió su espada en señal de protesta por dicho acontecimiento, demostrando lo que sentían los ciudadanos españoles dignos, que vivían en la isla en aquel entonces, alegando; que por encima de la patria España, estaba la unidad y la justicia. Con el paso del tiempo Nicolás Estevaez, que así se llamaba el mismo, se destaca en España como escritor y político republicano. En el 1927, el historiador de la ciudad Emilio Roig de Leuchsenrring, develó una tarja en su honor, muy cerca de otra, que había sido colocada en recordación a los 40 jóvenes, que habían caído en las guerras de independencia y que eran asiduos a ese lugar, ambas, se encuentran en dos columnas frente del hotel Inglaterra y a la vista de todos los paseantes de dicha acera. |
Un paseo por la Acera del Louvre
Este lugar abarca la cuadra del paseo del Prado, delimitada por
las calles San Rafael y San Miguel, comprendía en sus inicios el
café El Louvre, la edificación continua que se unificaría
para convertirse en hotel, la barbería, el café y los salones
de baile Cosmopolitana, una confitureria y bomboneria, un estanquillo de
periódicos y revistas, tanto nacionales como extranjeras, terminando
hacia San Rafael y San Miguel, el famoso hotel Telefrago actualmente
en remodelación, en cuyos bajos se hallaba el no menos celebre café,
“Los Helados de París”.
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En la acera contigua a la manzana del teatro Tacón, hoy Garcia
Lorca, poco después de ser construido el famoso Coliseo, se fueron
construyendo vistosas edificaciones dedicadas a servicios públicos
como café, restaurantes y hoteles. Esta acera desprovista de portales
se convirtió en uno de los círculos mas céntricos
y concurridos de La Habana. Fue el lugar preferido de la juventud para
sus reuniones y también un foco de conspiración y de manifestación
en contra del régimen colonial español.
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