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 La Macorina

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Asombró a La Habana de principios del siglo XX. Con su bufanda suelta al cuello, batida por el aire marino del Malecón, se deslizaba en su flamante auto rojo a través del Paseo del Prado. Era la primera mujer conductora de un vehículo automotor en Cuba.

María Calvo Nodarse abandonó su natal Guanajay - municipio de la provincia La Habana - en compañía de su amante para trasladarse a la capital de la Isla. A partir de ese momento se decidió por el mundo de la prostitución. Según el periódico El Habanero, sus atributos femeninos le aseguraron el éxito: llamativos lunares, cabellos cortos y un exquisito trato personal.

Cuenta la historia que un acaudalado político de la época la atropelló con su coche. Para compensar el daño, el conductor le obsequió a María un costoso automóvil. Con solo 25 años, ella asumió el reto de obtener la Licencia de Conducción. Hasta ese momento, sólo los hombres habían alcanzado ese privilegio.

Cuentan que una noche en que la joven se paseaba cerca de la Acera del Louvre, un admirador la comparó con una popular actriz de la época llamada Fornarina. Al acercársele la llamó Macorina. El error trascendió y desde entonces María Nodarse adoptó el apodo. La música también se apropió de la historia. Una famosa canción de la época decía:

Yo conozco a una vecina

 que me tiene alborotao.

 Me enteré que en los paraos

 le llaman Macorina.

Ponme la mano aquí Macorina...

Entre 1917 y 1934 la Macorina fue el centro de la atención de hombres y mujeres. Su pasión por los autos y su vida sin prejuicios le valieron el amor de unos y el odio de otros. Acompañada o en soledad, su espíritu encantado y encantador, continúa, quizás, rondando por La Habana.