La Oficina del Historiador |
Hermosa a sus 482 años Todo el que llega a la capital cubana y más específicamente a su centro histórico, se sorprende del conjunto arquitectónico que tiene ante sus ojos, una parte de él ya restaurado y exhibiendo el esplendor de antaño y otra, en proyecto y sueños que comparten un conjunto multidisciplinario de hombres y mujeres y de todo el pueblo que trabajan por devolverle a la Habana Vieja su prestancia y autenticidad. Y la gran interrogante para muchos es cómo se ha podido avanzar tanto en la última década si ha sido ese un período de fuerte crisis económica para la nación. La respuesta, asegura Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad, está en el apoyo otorgado por el gobierno cubano al declarar el Centro histórico zona priorizada para la conservación y facultó a la Oficina que dirige de atribuciones que le brindan la posibilidad, a partir de un modelo sustentable, de lograr el desarrollo integral del área en cuestión. Para todo ello, explica Leal, se ha creado un sistema empresarial estatal que permite autofinanciar los complejos trabajos de rehabilitación de las áreas patrimoniales y llevar adelante el desarrollo socio cultural de la zona de 2,1 kilómetros cuadrados. Hoteles y hostales y una extensa red de cafeterías, bares y otras instalaciones comerciales permiten hoy que las edificaciones de la Habana Vieja sean vistas como un activo económico capaz de generar recursos a partir de una explotación racional del turismo y otras fuentes de producción de riquezas, siempre bajo una óptica cultural y de defensa de la identidad nacional. En el tema social se trabaja por mejorar en el menor tiempo posible las viviendas, muchas de ellas en malas condiciones por el paso de los siglos, y así potenciar la autotransformación de las condiciones de vida de los habaneros que allí habitan y de su entorno familiar. El área que comprende el Centro Histórico es una de las más densamente poblados de toda la ciudad, con alrededor de 600 habitantes por hectáreas. Asimismo, informa el Historiador, se han creado aulas escolares en los propios museos, casas de abuelos dedicadas a la atención cotidiana de las personas de la tercera edad y de maternidad para las embarazadas de alto riesgo y un hogar de ancianos en el Convento e Iglesia de Belén atendido por monjas de la orden religiosa de las Hermanas de la Caridad. Se construyen bibliotecas y se crean nuevos empleos con el rescate de oficios centenarios. La cultura es signo permanente en la parte más vieja de la Habana y se dice que se generan más actividades en un mes en esta zona que todas las que realiza un país del tercer mundo en igual cantidad de tiempo. La filosofía de la restauración del Centro Histórico de la capital cubana ha estado en una defensa apasionada de un patrimonio que no les pertenece sólo a los habaneros, ni a los cubanos, porque acumula la riqueza del devenir histórico de la humanidad. El resurgimiento de palacios, grandes residencias, formidables plazas, iglesias y conventos, a diferencia de otros lugares en el mundo, ha estado en armónica convivencia con el latir de los corazones y las conciencias de las gentes que habitan en la zona, herederos de las generaciones que han desandado sus calles desde hace más de cuatro siglos. Nuria Cepero |