De pronto, se sintió tan frágil que la palabra patria
le pareció demasiado grande para que un pobre diablo como él
pudiera medirse con ella en ningún sentido, ni como traidor ni como
héroe. « Patria o muerte », murmuró sin énfasis,
y aquella expresión, que en otro tiempo le resultaba tan familiar,
le sonó extraña e incomprensible como un acertijo. ¿Qué
coño tenía que ver una cosa con otra, la patria con la muerte,
el culo con las témporas, el tocino con la velocidad ? Y sin embargo,
en Cuba, la muerte siempre salía en la foto junto a la patria, la
libertad o el socialismo, como si fuera el gran premio de un programa de
televisión, la hembra espectacular que sólo se llevaría
a la cama a los vencedores muertos en combate.
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