Hace unos meses, me encontraba leyendo un
artículo titulado "Un hospital
de La Habana", en las páginas de Cuba Conexión,
localizado exactamente en la
sección "Colaboración Escrita". Este trabajo
que fuera enviado desde la
capital cubana por una mujer, como es obvio, aparece
representado por un
seudónimo, en este caso está firmado por
"Venus" y ella explica los motivos,
son hartos conocidos por nosotros.
Cuando leí aquello que no deja de ser una
denuncia, le escribí al
coordinador de la página manifestándole,
que creía en todo lo que decía
aquella mujer cubana. Recuerdo que éste me contestó;
hay que tener en
cuenta, que motivados por la pérdida de un ser
querido, cualquier cosa que
se escriba puede estar acompañado de una mezcla
de dolor, que refleje algo
más allá de lo normal. Creo que fue algo
así lo que me contestó, pero no
fueron estas exactamente sus palabras, me dijo también,
que la había
publicado porque ese documento lo recibió directamente
de Cuba y porque le
llamó mucho la atención, la parte en la
que se hace referencia a la
presencia de moscas y cucarachas deambulando entre los
enfermos.
Cuando ese artículo apareció en
nuestra página, mi suegra se encontraba
con nosotros disfrutando de una estancia de seis meses
en Montreal, nunca me
imaginé que poco tiempo después, ella sería
otra protagonista de aquel
interminable episodio, por el que han pasado miles de
cubanos, hoy no se
encuentra con nosotros y Dios debe tenerla en el lugar
que siempre se
mereció.
- Nadie puede abandonar el piso hasta nuevo aviso.- Estas
fueron las
palabras del CVP (Cuerpo de Vigilancia Popular) o tal
vez ya le cambiaron el
nombre, en uno de los pisos del Hospital Quirúrgico
de La Habana, situado en
la calle 26 y muy cerca de la Ciudad Deportiva. En esos
momentos se
tramitaba el traslado de mi suegra desde ese hospital
hacia La Covadonga
(actualmente llamado Salvador Allende)
- ¿Cómo es eso de que nadie puede salir?-
Preguntó mi cuñado extrañado ante
la situación anormal en que se encontraba y sin
comprender las razones.
- Como lo oye, nadie se puede mover de aquí.-
Le contestó aquel individuo.
- ¡Mire!- Le dijo mientras extraía su pasaporte
americano.- Yo soy ciudadano
americano y estoy aquí tratando de llevarme a
mi madre de este hospital y
sigo sin comprender esa orden.-
- Usted puede bajar compañero.- Respondió
el estúpido individuo al ver el
pasaporte.- Pero los demás deben continuar en
este lugar hasta que aparezca
la sábana que se robaron.- Parecería increíble
o parte de una comedia, pero
es muy cierto lo que les cuento, sucedió, que
en otro piso del hospital
habían ingresado a una señora de imprevisto,
la misma fue colocada en una
cama sin sábanas y su hija al ver el estado en
que se encontraba la madre,
bajó y tomó la primera que vio tendida
sin preguntar nada.
Esta fue la primera parte de un triste episodio
con una duración de dos
meses, a través de tres hospitales de la capital
cubana. No les contaré lo
ocurrido en cada uno de ellos, ya que para ser sincero,
no todos tienen las
mismas condiciones, unos son menos malos, otros son regulares,
pero en
conclusión, ninguno puede ser calificado como
bueno, es de suponer que me
refiero a los que atienden a nuestro pueblo, quedan excluidos
los dedicados
a la atención de la clase gobernante y los empleados
en el turismo de la
salud.
Mi suegra fue hospitalizada en el pabellón
"Lidia Doce" de ese centro
hospitalario, todo un verdadero monumento a la insalubridad,
la Venus no
exageró en lo absoluto cuando mencionó
la presencia de moscas y cucarachas,
moscas que en su loco volar se posaban con frecuencia
en las heridas de los
enfermos, cucarachas que investigaban el contenido de
todos los espacios
dedicados a guardar pertenencias de los pacientes. El
calor siempre era
insoportable después del mediodía, esto
ocurre en la mayor parte de los
hogares cubanos, pero se convertía en infernal
cuando era acompañado de esa
peste, producida por la acumulación de excrementos
en los servicios
sanitarios, que no podían descargarse por falta
de agua.
Para toda la sala existía solamente un
pato (depósito utilizado para que
los enfermos hagan sus necesidades fisiológicas),
cada familiar acompañante
debía esperar a que algún paciente terminara
sus necesidades, tomar ese
"pato" con los excrementos u orina y tratar de lavarlo,
para que su pariente
pudiera evacuar, sin terminar aún, ya se encontraba
otra persona a la espera
del mencionado depósito, escena que se repetía
diariamente.
Los pacientes hombres podían resolver su
necesidad de orinar, con el uso
de botellas plásticas desechables de refrescos,
eso era lo que se usaba en
esos momentos que les narro. Hay que destacar, que en
las salas se
encuentran ingresadas mujeres junto a los hombres, sin
contar con la
privacidad requerida para estos casos.
Las camas son entregadas sin sábanas y
tampoco se le entregan a los
pacientes pijamas, ni toallas como en el pasado, sucediendo,
que personas
que arriban al hospital a través del cuerpo de
guardia, porque han sido
víctimas de algún accidente o porque se
les presentó inesperadamente alguna
enfermedad grave, deben permanecer en las camas sin tender
hasta que
aparezca algún pariente, cabe preguntarse entonces;
¿Qué será de esa pobre
gente que no tiene parientes ni dolientes? ¿ Qué
será de esas personas del
interior del país, que tienen que ser ingresadas
por urgencia? Esas
preguntas tienen sus respuestas, se pueden encontrar
como animales
abandonados en ese y otros centros hospitalarios del
país. Lo más triste de
esa situación es, que por muy solidaria que sea
la gente que le rodea, no
pueden hacer prácticamente nada por ellos, porque
hacer algo por los suyos
exige de grandes sacrificios.
Cuando se le da el alta a un enfermo, se retira
rápidamente el colchón de
la cama y se guarda en un cuarto cerrado con un candado
de bicicleta,
quedando la cama totalmente vacía, debemos imaginar
que esta medida es
tomada, ante el temor de que el mencionado colchón
sea robado, en Cuba todo
puede suceder.
Existe otro cuarto dedicado a guardar todos los
instrumentos
esterilizados, cuya puerta solamente da una idea aproximada
de la falta de
higiene existente, esos instrumentos se encuentran envueltos
en papel kraft,
o sea, de los empleados para la confección de
cartuchos.
En algunas de las oportunidades, en las que fue
necesario ir hasta el
cuerpo de guardia, se notó un fenómeno
nuevo en Cuba por parte de algunos de
los empleados de la salud, algo de lo que siempre hemos
estado orgullosos
los cubanos, lo ha sido ese enorme sentimiento ante el
dolor ajeno, no ha
sido nada que nos enseñaran en este sistema, nos
pertenece porque así ha
sido toda la vida, el cubano siempre fue solidario, sin
embargo, ante la
llegada de autos o ambulancias con personas heridas o
graves, pudo
observarse desinterés en ayudarles como es su
obligación, pues de suponer
que para ello se encuentran allí ganando un salario.
Sería injusto si
hablara en términos generales, hay médicos
y enfermeras magníficas, tal vez
no lo sean profesionalmente, pero se destacan sus condiciones
humanas. Hoy
muchos de ellos se encuentran atrapados en un túnel
sin salida, están
defraudados y se sienten como presos, téngase
en cuenta, las nuevas leyes
surgidas en contra de la salida de estos profesionales,
que viven en la
miseria y aunque no lo deseen, su estado emocional se
refleja en su trabajo.
Para aliviar el dolor de mi suegra durante su
enfermedad, partió un gran
cargamento de medicamentos y decenas de jeringas
de todos tamaños hacia
Cuba, allá es muy difícil contar con ellos
y después se comprobó que
existen. Muchas de las medicinas que le recetaron fueron
conseguidas en La
Habana, la mayoría eran extranjeras y sus envases
conservaban los rótulos,
de que habían llegado como parte de la ayuda humanitaria,
que constantemente
arriba al país desde el exterior. No se consiguen
en los hospitales,
simplemente te comunican que están en falta, sin
embargo, el que tenga un
amigo médico o enfermera, lo puede adquirir sin
dificultad, la otra vía es
la bolsa negra. ¿Cómo funciona esto? Muy
fácil, son ellos mismos quienes se
las roban, las mantienen ocultas para resolver los problemas
de sus
amistades o familia, es una lucha constante por la supervivencia
y de ella
no han escapado los profesionales de la salud, quienes
se han visto
obligados a apartar un poco todo síntoma de escrúpulos
y en casos extremos,
olvidar la solidaridad que los debe identificar, por
el juramento que
hicieron al abrazar esa humana profesión.
Hoy, el hospital "La Covadonga" está siendo
reparado por los españoles,
quizás lo hagan de buena voluntad, tal vez se
preparan para la reconquista
de la isla, como quiera que sea, me alegro por ello,
siempre que esto se
realice en beneficio de nuestro pueblo, pero caben otras
preguntas; ¿Ha sido
verdaderamente necesario llegar a este extremo, donde
se tenga que acudir a
la caridad de otro país para reparar un hospital
en Cuba? ¿Cómo fue posible
entonces, que Cuba construyera y regalara hospitales
a otros países? ¿Cómo
es posible que Canadá haya tenido que ir a construirles
un aeropuerto, si
Cuba le estaba construyendo uno a Granada y construyó
varios en Angola? Hay
muchos que se hacen pasar por ingenuos y continúan
culpando de nuestros
males al bloqueo, los cubanos sabemos perfectamente que
no es cierto, mucha
plata se derrochó en estos cuarenta años,
plata que muy bien pudo utilizarse
en el bienestar de nuestro pueblo.
No he concluido, toda esta amarga vida llevada
hasta hoy por nuestros
enfermos, se contradice con la propaganda mostrada por
diarios en diferentes
países del mundo, allí se promueve nuestro
sistema de salud para obtener
dólares, se habla de "La Pradera", del hospital
"Cira García", del Hospital
"Frank País", del CIMEQ, etc., no creo que a ellos
les falten los
medicamentos, los patos, el aire acondicionado, las sábanas,
la buena
alimentación, la sonrisa pagada, no creo que tengan
moscas sus cuartos, ni
que sean visitados por cucarachas. Tampoco creo que Maradona
se merezca
mejor atención que la que tuvo mi suegra, ni la
madre de esa mujer que
responde al seudónimo de Venus, quién valientemente
describió esa triste
situación desde la isla de Cuba, paraíso
de unos cuantos e infierno de todo
un pueblo, del pueblo cubano, que es también mi
pueblo.
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
18-3.2000.
|