Cuba reduce aún más la iniciativa privada
El Gobierno niega que exista una estrategia contra
los trabajadores por cuenta propia
MAURICIO VICENT | La Habana
La iniciativa privada en Cuba sigue dando traspiés. Según
los últimos datos oficiales, la cantidad de personas que ejercen
el trabajo por cuenta propia en la isla ha decrecido en los últimos
tres años a un ritmo de 600 al mes; de los 200.000 cubanos que llegaron
a tener licencia para ejercer este tipo de trabajo privado en 1996 -su
momento de mayor esplendor-, hoy sólo quedan 151.000, contando los
taxistas particulares y los arrendadores de cuartos y viviendas.
Las autoridades afirman que este fenómeno no se debe a ninguna
política de acoso, sino al 'proceso natural' de cierre de muchos
negocios personales debido a la falta de competitividad y a la mejora de
la oferta del sector estatal. Por su parte, los trabajadores por cuenta
propia -los cuentapropistas en el argot popular cubano- aseguran que las
causas son los altos impuestos que deben pagar y más aún
la falta de voluntad del Estado de desarrollar esta modalidad de trabajo
privado.
En abril de 1998, 170.000 personas ejercían las 157 profesiones
autorizadas, que incluyen trabajos tan peculiares como productor-vendedor
de piñatas y otros artículos similares para cumpleaños
infantiles, trasquilador o reparador de fosforeras (mecheros). Hoy la cifra
apenas supera los 150.000 (en el sector estatal trabajan 3.500.000 personas),
según los datos suministrados recientemente por el ministro cubano
de Economía, José Luis Rodríguez.
'El trabajo por cuenta propia se encuentra en una fase de estabilización.
No ha crecido, pero tampoco hay una disminución aguda', dijo Rodríguez
recientemente en un encuentro con periodistas extranjeros. El ministro
aseguró que no es política del Gobierno cubano 'acabar' con
el cuentapropismo; 'de ser así -dijo-, no lo hubiésemos autorizado
y lo hubiéramos ampliado después a otras profesiones, como
los taxistas y los arrendadores de casas'.
El permiso permanente
Rodríguez fue claro: admitió que su Gobierno no concibe
'el desarrollo del país en base a la iniciativa privada y el trabajo
por cuenta propia', pero fue tajante al asegurar la medida de autorizar
el trabajo privado: 'No es coyuntural ni provisional'. En otras palabras,
que no tiene marcha atrás. Las autoridades aseguran que el trabajo
por cuenta propia sólo aporta un 1% a la economía nacional
y enfatizan que el Gobierno no acorrala a los cuentapropistas, sino que
simplemente persigue las ilegalidades que se cometen en este sector, como
en cualquier otro. Pero, ciertamente, las infracciones de los trabajadores
por cuenta propia son seguidas con lupa...
En septiembre del año pasado se celebró en La Habana una
reunión gubernamental para analizar la marcha del trabajo por cuenta
propia. En ésta, el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Alfredo
Morales, reveló que se habían realizado más de 300.000
inspecciones en todo el país, detectándose 32.000 contravenciones,
por las que se impusieron 13.000 multas por valor de 11.482.000 pesos.
Un dato significativo es que de 600 paladares (los restaurantes privados,
cuyo nombre procede de una telenovela brasileña) que llegó
a haber en La Habana hace unos años -los dueños de estos
establecimientos pagan como media de impuestos 800 dólares al mes-,
hoy quedan poco más de 200. 'Es cierto que a medida que Cuba va
saliendo de la crisis, el Estado puede brindar más oferta y competir
con los paladares', admite un cuentapropista. Pero advierte: 'Ahí
está el riesgo. ¿Qué pasará si la economía
va mejor? ¿No tendrá el Gobierno la tentación de que
desaparezcamos, ya que somos vistos como un germen del capitalismo?'. El
ministro José Luis Rodríguez respondió así
a la inquietud: el Gobierno cubano no está por estimular la iniciativa
privada -'no creemos que es lo que va a resolver los problemas que tiene
Cuba'-, pero tampoco piensa acabar con ella.
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