Con 85 años, Pepesito Reyes es probablemente el artista con mayor edad
de la multinacional Virgin (supera en un año al recién recuperado Henri
Salvador). En esa compañía, a través del sello Yerba Buena, el pianista
acaba de publicar Pepesito Reyes, un confortable disco de 'danzones,
boleros, sones y pura música cubana' cuya ortodoxia se rompe con
intervenciones de la española Estrella Morente o la estadounidense Sandra
Brooker.
Entrevistar a don José Reyes Núñez (La Habana, 1916) supone sumergirse
en el vértigo del siglo XX y en la igualmente turbulenta historia musical
de Cuba. Pepesito puede sufrir fallos de memoria en cuestión de fechas, rápidamente
subsanados por su representante, Julio Rodríguez, antiguo directivo de la
compañía estatal EGREM, pero sí evoca con total nitidez las experiencias
-publicables e impu-blicables- vividas al lado de Beny Moré, Nat King Cole,
Cachao, Piazzolla, Fajardo, Arsenio Rodríguez, La Lupe, Celia Cruz o 'mi
prima Olga Guillot'.
Desde finales de los ochenta, los cazatalentos internacionales viajaban
hasta Palma Soriano para intentar fichar a Pepesito, atraídos por el dato
de que fue el sabroso pianista de Joseíto Fernández durante 17 años,
grabando incluso la versión primigenia de Guajira guantanamera y por
las entusiastas referencias de admiradores como Eliades Ochoa. 'Yo actuaba
en Palma Soriano con la orquesta Estrellas de la Charanga pero hace una tonga
de años ya había grabado Pepesito y su piano merengue, un elepé
que me pidió una firma venezolana; no hace mucho registré un CD para la
casa francesa Indigo, que creo que ha comprado la Virgin para que no
coincida con el que ahora sacamos'.
Pepesito se había trasladado a aquella localidad del Oriente cubano tras
un trágico incidente en La Habana: 'Mi hija estaba separada de un moreno
muy loco que arremetió contra ella, la mató con la manivela de su camión
y a mí me rompió todos los dientes, ya ve que sólo me queda uno'. Todavía
le amarga el recuerdo pero se consuela con sus 13 hijos -'de tres mujeres
diferentes'- y un número indeterminado de nietos. 'Estoy casado con Gretel
María, una blanca bonita de 30 años y, quiero que lo escriba, todavía soy
capaz de satisfacerla. ¿Mujeriego? ¡Todos los cubanos lo somos! Espero que
las españolas me den un chance'.
Reyes rememora los años treinta y cuarenta, cuando los músicos estaban
muy abajo en la escala social de Cuba y procuraban adquirir otra profesión
para sobrevivir: 'Yo iba para ingeniero mientras Rubén González estudiaba
medicina. Teníamos un pacto por el cual uno sustituía al otro en los
compromisos de nuestras orquestas cuando había que acudir a clases. Ninguno
de los dos llegamos a la graduación, nos gustaba fiestear y ver amanecer,
vaya, la vida bohemia'. Una vida que tenía sus peligros: Pepesito animaba
el cabaré Montmartre cuando los revolucionarios mataron a uno de los
principales sicarios de Batista: 'Dicen que aquel coronel era muy malo pero
nunca llevaba armas y solía dejar buenas propinas: aquéllo resultó un
desastre para los músicos y los camareros, la gente dejó de ir al
Montmartre'.
La revolución no le afectó demasiado: 'Fue entonces cuando expulsaron a
los mafiosos de La Habana pero yo nunca había tratado directamente con
ellos. Es cierto que ya no podíamos ir a tocar al Norte (Estados Unidos)
pero nos llevaban de gira a, por ejemplo, Checoslovaquia, donde resulta que
también entendían lo nuestro'. Pepesito se jubiló a la edad
reglamentaria, aunque siguió en activo: 'De aquella generación de
pianistas, sólo quedamos Rubén, Rubalcaba y yo, así que ni pensar en
retirarme. Ahora, la Virgin me ha comprado un un piano eléctrico Yamaha
para mi casa y me siento feliz. Siempre lo digo: quiero estar al piano
cuando me llegue la hora de dar el último suspiro'.