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Hablando de música cubana, todos piensan
en los bailes que dieron la vuelta al mundo : salsa, son,
cha-cha-cha y otros ritmos defendidos por grupos tan prestigiosos
y talentuosos como la Orquesta Aragón, el Septeto
habanero, la Familia Miranda o Compay Segundo.
Pero al lado de esas músicas de entretenimiento que son, sin duda alguna, parte del patrimonio nacional, existe una música clásica cubana que no se debe desconocer y de la que la película Fresa y chocolate dio a conocer algunas piezas. El ensayo que el escritor Alejo Carpentier dedicó a La música en Cuba sigue siendo, a pesar de los años transcurtidos, la obra de referencia para los que quieren descubrir los nombres de los compositores que, como Ignacio Cervantes, suscitaron la admiración de sus contemporáneos más allá de las fronteras de la isla. |
Ignacio Cervantes (1847-1905) representa el apogeo de la música
cubana de la segunda mitad del siglo XIX. Sus colecciones de danzas para
piano constituyen la síntesis perfecta entre la gran tradición
pianística romántica y las características nacionales
de la música cubana.
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