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 La crisis económica desata el mercado negro

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SANTIAGO DE CUBA -  El desarrollo del mercado negro o ilegal aumenta en esta ciudad oriental como una vía de subsistencia. En centenares de casas se vende al público pizzas, pan con lechón, dulces de leche, frutas y vegetales que no están disponibles en los establecimientos gastronómicos estatales.

En la calle Padre Pico, en el centro de la ciudad, María, una ama de casa, vende los vasos de agua fría a diez centavos. ``En esta ciudad calurosa, un vaso de agua fría es un regalo de Dios'', afirmó. ``Yo vendo cien o más vasos de agua al día, con eso me busco unos pesitos''.

En todo el área metropolitana, las cafeterías no ofertan agua a los caminantes. ``No nos dan hielo para dar agua fría a los clientes'', indicó Rogelio Herrera, administrador de la cafetería La Flor Oriental, ubicada cerca del parque Céspedes, por donde transitan diariamente miles de santiagueros.

Aunque sólo existen unos 20 restaurantes privados que pagan impuestos al gobierno, en todos los barrios se pueden encontrar decenas de casas particulares donde se ofertan alimentos de forma clandestina. Rosa María Alcalá tiene en el patio de su vivienda, situada en el reparto José Martí, cuatro mesitas a las que se sientan sus clientes. ``Es un menú muy sencillo: arroz blanco, frijoles, tortilla de papa y una ensaladita. Todo por cuatro pesos cubanos''.

A la fondita de Rosa María acuden fundamentalmente vecinos y trabajadores de una cantera. ``Por ese precio ninguna cafetería del gobierno te da un plato de comida'', admitió Manuel Hidalgo, un camionero que va tres veces por semana a la casa de Rosa María.

Decenas de inspectores recorren la ciudad para detectar estos pequeños y humildes ``paladares'' clandestinos (como son llamados popularmente los restaurantes privados). ``Se les ponen multas de 2,000 ó 3,000 pesos'', señaló José Carrión, un inspector del Poder Popular.

En el año 2001, según fuentes del gobierno local, más de 600 personas fueron multadas por vender alimentos sin autorización. Sin embargo, más que eliminar los ``paladares'', es palpable una multiplicación de esta actividad gastronómica clandestina.

``La realidad es que la población necesita comprar alimentos que el estado no suministra'', aseveró Melanio Arismendys, quien labora en la Dirección Provincial del Sindicato Gastronómico. Arismendys indicó a Carta de Cuba que ``de las 357 cafeterías que venden alimentos ligeros en pesos cubanos, apenas 39 están funcionando.

El servicio a la población se complementa con cafeterías que venden en dólares pizzas, refrescos, helados, panes con croquetas y galletas importadas, entre otros productos''.

Pero la mayoría de los santiagueros no tienen dólares. En Santiago de Cuba --que cuenta con una población cercana a los 600,000 habitantes y más de 100,000 desempleados-- los habitantes buscan en el mercado negro una vía para ganarse la vida y, de paso, ofrecer un servicio que el gobierno no brinda regularmente.

Se estima que unos 50,000 santiagueros están vinculados directa o indirectamente con el mercado negro. Desde la venta de carne roja --que proviene del robo y sacrificio de ganado estatal--, mariscos, pescado, televisores, joyas, piezas para autos, cemento, hasta vasos de agua, el mercado negro en esta ciudad oriental es un hecho que el gobierno no puede impedir.

JOSE BEHAR / Carta de Cuba

Publicado el jueves, 24 de enero de 2002 en El Nuevo Herald

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