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 La isla del doctor Castro
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  En 1992, apenas había unos cincuenta movimientos de oposición, todos  ilegales ya que el régimen no reconoce la libertad de asociación, con la  exclusión de las organizaciones de masa que él mismo controla. Hoy, más de  trescientas organizaciones llamadas ``independientes'' reagrupan a varios  miles de opositores en todo el país.

 Este frágil mosaico, acosado por la represión, infiltrado por la Seguridad  del Estado y debilitado por las divisiones internas, se articula en torno a  tres grandes grupos: los defensores de los derechos humanos tales como  Elizardo Sánchez, presidente de la Comisión Cubana de los Derechos Humanos y  Reconciliación Nacional (CCDHRN), y Gustavo Arcos, de 75 años, al frente del  Comité Cubano Pro Derechos Humanos (CCPDH), ambos militantes históricos de la  causa de los derechos del hombre; los partidos y organizaciones políticas; y  después los movimientos corporativos que tratan de reagrupar a los  profesionales de todos los sectores al margen del monopolio de las  organizaciones de masa.

 Los partidos o movimientos políticos a veces sólo cuentan con un puñado de  miembros. Abarcan un amplio abanico político, desde la democracia cristiana  encarnada por Oswaldo Payá, del Movimiento Cristiano Liberación (MCL), a los  socialistas de Corriente Socialista Democrática (CMD) de Manuel Cuesta Morúa,  al Partido Solidaridad Democrática (PSD), fundado por Héctor Palacios,  pasando por los ecologistas de Naturpaz de Leonel Morejón Almagro,  coordinador de Concilio Cubano, o los liberales del Partido Liberal  Democrático de Cuba de Osvaldo Alfonso Valdés...

 Difícil es de comprender la fragmentación de esta oposición política  condenada al exilio interior. Algunos sugieren que hay tantos movimientos  opositores como candidatos a la salida del país, que no pueden permitirse el  viaje y las autorizaciones necesarias para la partida y buscan a través de  las actividades ilegales motivos para obtener una visa hacia Estados Unidos.  Esto a veces es cierto. También es cierto que una ínfima minoría de la  sociedad cubana ha escogido no resignarse más a su único destino y asumir el  riesgo personal y familiar que tal paso representa.

 ``Para nosotros, emanciparse del pensamiento oficial y expresar una opinión  que nos sea propia es ya un resultado enorme'', testimonia Xiomara Blanco,  activista de Santiago de Cuba y delegada del Partido Solidaridad Democrática  en esta provincia. Claro, la oposición está fragmentada pero lo importante es  que hay una nueva conciencia que se expresa sobre Cuba, una oposición  responsable que el Estado no puede controlar.

 Los intentos de acercamiento en el seno de la oposición no son raros, pero  son aniquilados rápidamente antes de que puedan desarrollarse. En octubre de  1995, casi ochenta movimientos se reunieron en el seno de Concilio Cubano en  torno a una plataforma común: amnistía general para los prisioneros  políticos, reforma del Código Penal para suprimir los atentados contra las  libertades, respeto de los derechos humanos, libertad económica para los  cubanos y convocatoria de elecciones libres.

 En víspera de un fórum que debía ``definir las estrategias para promover una  transición hacia la democracia'', las autoridades arrestaron a los  principales organizadores. El día previsto para esta reunión clandestina, el  24 de febrero de 1996, la aviación antiaérea cubana derribó dos pequeñas  avionetas de la organización anticastrista de Miami, Hermanos al Rescate, que  supuestamente habían entrado en el espacio aéreo cubano para apoyar a  Concilio Cubano. La acción tuvo el saldo de cuatro pilotos y copilotos  muertos.    

 La patria es de todos

 René Gómez y Félix Bonne tras otorgársele la libertad condicional 

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A pesar del recrudecimiento policíaco que sobrevino después, cuatro  opositores, la economista Martha Beatriz Roque, los abogados René Gómez  Manzano y Félix Antonio Bonne Carcassés, y el hijo de uno de los fundadores  del Partido Comunista cubano, Vladimiro Roca Antúnez, fundaron durante el  verano el ``Grupo de trabajo de la disidencia interna para el estudio  socioeconómico de la situación cubana''.

 Durante un encuentro con la prensa extranjera en mayo de 1997, hicieron un  llamado al gobierno para que iniciara el diálogo con la disidencia. 

``Enfrentado a una grave crisis general, tanto política como económica, moral  y social, el gobierno tiene ahora necesidad de hablar con el pueblo cubano,  con la oposición dentro y fuera del país'', explica Martha Beatriz Roque.  ``Aun cuando la oposición interna sea numéricamente débil, debe participar en  la búsqueda de soluciones'', considera la portavoz del grupo.

 Un mes más tarde, publican un documento titulado La patria es de todos, en  el cual analizan minuciosamente todas las contraverdades plasmadas en el  proyecto de resolución política que debía ser debatido durante el V Congreso  del PCC y revelan, crudamente, los verdaderos objetivos del régimen.    

Marta Beatriz Roque salió de la cárcel en mayo 

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  ``La filosofía del gobierno no es la de servir al pueblo, sino la de ser su  dictador. El poder, a través del control totalitario es el fin que persigue  la política. Ya nadie se engaña con la justicia social que tanto se ha  propugnado. El nivel de los salarios combinado con el estancamiento de otros  factores de índole financiera, hace que cada día sea más difícil la situación  de la población. Y mientras más se deteriora, más se politizan y se  militarizan las actividades económicas. [...] Es imposible seguir llevando  esta nación a la ruina. Es mejor discutir soluciones ahora que enlutar la  Patria mañana''.

 Jamás hasta entonces una crítica tan rigurosa y tan radical, desarrollada y  argumentada en una decena de páginas, había sido redactada y difundida aunque  de manera restringida en el territorio cubano. Los ``Cuatro'' se ganaron en  el exterior la difícil reputación de ser ``los disidentes más emblemáticos de  Cuba'', y terminaron rápidamente en prisión. Arrestados el 16 de julio de  1997, pasaron más de 16 meses encarcelados sin siquiera conocer la naturaleza  de los delitos que les reprochan. Finalmente serían juzgados por ``actuar  contra la Seguridad del Estado en relación con un delito de sedición'' y  condenados a penas que van de tres años y medio a cinco años de prisión.  El hostigamiento represivo continuó y fue necesario esperar el viaje del  papa Juan Pablo II, a finales de enero de 1998, para que la disidencia  hiciera nuevos intentos de frente común a favor de una transición democrática.  En la primavera de ese año, seis movimientos de oposición lanzan un llamado  a los cubanos a fin de ``lograr un consenso'' para comprometerse en la vía  del cambio.

 Al mismo tiempo, Concilio Cubano trata de renacer de sus cenizas y propone  ``reunir a todos aquéllos que aspiren a la democracia'' y ``obligar al  gobierno a dialogar''.

 El Movimiento Cristiano Liberación (MCL) de Oswaldo Payá hace público ``el  proyecto Varela'', una campaña destinada a recoger 10,000 firmas a fin de  reclamar un referéndum sobre el futuro político del país.

 A comienzos del verano, una decena de partidos y movimientos independientes,  desde el Partido Solidaridad Democrática hasta Corriente Socialista Cubana,  junto a tres organizaciones sindicales, dirigen una carta a Fidel Castro y al  presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Ricardo Alarcón.  Reclaman la creación de una cámara mixta que reúna a delegados de la  oposición, de la Iglesia, de las organizaciones de defensa de los derechos  humanos y a representantes del gobierno, del Partido y los diputados, con el  objetivo de abrir ``un espacio de diálogo para la reconstrucción nacional y  el establecimiento de una democracia basada en un estado de derecho''. La  oposición sólo cuenta con sus propias y débiles fuerzas para darse a conocer  y divulgar sus iniciativas. Privados de todo medio de comunicación de masas,  las acciones de la disidencia quedan la mayor parte de las veces dentro de  los medios opositores y son ignoradas por la casi totalidad de la población.  No obstante, después de cada duro golpe y cada intento de descrédito, sus  representantes levantan la cabeza y trabajan con perseverancia para dar a  conocer sus derechos. Unos meses antes de la celebración de la Cumbre  Iberoamericana, esas formaciones de la disidencia llaman al gobierno a  iniciar negociaciones con la oposición pacífica y el exilio con miras a  salvar a la isla de ``un triste desenlace...''.

 En vísperas del encuentro iberoamericano, que reunió en noviembre de 1999 en  La Habana a veintitrés jefes de estado y de gobierno de América Latina, junto  a España y Portugal, ochenta representantes de la oposición convinieron en  celebrar una ``conferencia de las organizaciones no gubernamentales''. La  Seguridad del Estado entró en zafarrancho de combate. Ciento sesenta  activistas serían detenidos o mantenidos en arresto domiciliario durante las  horas que precedieron a la cumbre. 

  Vladimiro Roca aún permanece en prisión 

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 Sólo catorce organizaciones podrían finalmente subscribir un texto  reclamando la liberación de los prisioneros políticos y la celebración de  elecciones.

 Paralelamente a esta franja más moderada de la oposición, emerge una  disidencia más joven, más audaz y que quiere ser más visible. Es así que  varias decenas de opositores manifiestan su solidaridad reuniéndose delante  del tribunal con motivo del proceso contra periodistas independientes o  militantes, o bien durante la jornada aniversario de la Declaración de los  Derechos Humanos.

 Surgen nuevos medios de lucha. Nueve militantes del Partido de los Derechos  Humanos en Santa Clara organizan, en octubre de 1997, una huelga de hambre  para obtener la liberación de su representante provincial, Laura Carpio Matas.  Durante el verano de 1999, un grupo de opositores realiza en pleno centro de  La Habana una huelga de hambre de cuarenta días para protestar pacíficamente  contra los cuarenta años de dictadura castrista y reclamar la liberación de  los presos políticos.

 El Dr. Oscar Elías Biscet, de 38 años, presidente de la Fundación Lawton de  los Derechos Humanos, separado de su empleo y expulsado de su vivienda por  haber revelado informaciones sobre el aborto en su hospital, encarna bien  esta nueva generación de disidentes.      

El embrión de una sociedad civil

 Junto a las organizaciones disidentes de naturaleza más política, desde hace  cerca de tres años se multiplican las asociaciones corporativas de todo tipo,  en busca de un espacio independiente donde puedan expresar sus ideas y  afirmar sus derechos cívicos.

 A pesar de todo, esos movimientos asociativos se desarrollan en un espacio  precario y forman los gérmenes de una sociedad civil todavía embrionaria. El  régimen juega con ellos como el gato con el ratón, reprimiendo un día,  dejándolos tranquilos otro.

 Las agencias de prensa independientes son emblemáticas de ese movimiento  cívico que quiere edificar las bases de una isla más abierta y más tolerante.  A principio de los años 90, algunos periodistas, Indamiro Restano, Néstor  Baguer, Rafael Solano, Raúl Rivero, abren una brecha en el monopolio de la  información gracias a la profunda crisis que atraviesa el país, y logran  sacar a cuentagotas las primeras informaciones de fuente cubana  independiente. En la actualidad hay una veintena de agencias dispersas por  todo el país que reagrupan a un centenar de periodistas, con frecuencia  obligados a aprender el oficio enfrentando graves problemas. La represión  gana carta de ley en el Código penal: por un delito de asociación ilícita  -cuatro años de prisión; por difusión de información falsa -diez años;  publicación clandestina -seis años... La ley ``mordaza'' adoptada en febrero  de 1999 que promete 20 años de prisión a toda persona que difunda  informaciones que pudieran ser utilizadas por Estados Unidos ha venido a  reforzar, si fuere necesario, un arsenal de por sí bien provisto. Incluso  antes de ser aplicada, sus primeros efectos se han hecho sentir. Las filas de  la prensa independiente cuentan con una veintena menos de corresponsales  habituales. Entre ellos, periodistas confirmados, comprometidos desde hace  muchos años en ese combate, son candidatos para la salida del país.

 ``Los años de prisión que nos promete generosamente la ley, hay que  mirarlos, más allá del miedo que inspiran, con consternación'', escribe Raúl  Rivero. ``Esos años hacen de la nación cubana una tribu enquistada en el  Caribe, cerrada a la información y al debate de las ideas, apartada de toda  evolución y cambio... Nadie me puede convencer de que yo soy un criminal, un  apátrida ni ninguna de las idioteces que el gobierno utiliza para degradarnos  y humillarnos'', agrega el director de Cuba Press. ``Yo soy solamente un  hombre que escribe''.    

El ejemplo de la diplomacia iberoamericana

 ``Los que quieran actuar con coherencia moral, respetar nuestra soberanía y  ser solidarios con Cuba deben pedir siempre simultáneamente el levantamiento  del embargo norteamericano y la apertura democrática en el interior del  país'', recomendaron las catorce organizaciones de la oposición reunidas la  víspera de la inauguración de la Cumbre iberoamericana. Esta vez, los  opositores serían escuchados. Mucho más allá de lo que esperaban.  En un ejercicio nada habitual, las diplomacias presentes en La Habana en  noviembre de 1999 le darían una lección magistral a su anfitrión Fidel  Castro, ante los ojos de mil periodistas del mundo entero allí presentes.  En poco menos de tres días, aquellos mismos a quienes el Comandante en  persona había denigrado públicamente durante una larga intervención  televisada unas cuantas semanas antes calificándolos de ``lacayos del  imperialismo'', ``saboteadores'', ``traidores'', ``antipatriotas'', etc., se  reunirían sucesivamente con el presidente uruguayo, Julio María Sanguinetti,  el primer ministro español, José María Aznar; el presidente portugués y su  primer ministro, Jorge Sampaio y Antonio Guterres, y los ministros de  Relaciones Exteriores de México, Costa Rica, Nicaragua y Panamá.

 ``Nunca habíamos tenido una mejor oportunidad para explicar a los líderes  democráticos hasta qué punto estaba cerrado nuestro espacio político'', se  felicitaba Elizardo Sánchez refiriéndose a esas entrevistas, destacando que  marcaban ``un magnífico reconocimiento a los esfuerzos pacíficos de la  oposición''.

 ``Yo viví esa semana en una isla virtual'', testimonia por su parte Raúl  Rivero, director de Cuba Press y uno de los activistas más recibidos, junto  con Oswaldo Payá, del Movimiento Cristiano Liberación, Gustavo Arcos, del  Comité Cubano Pro Derechos Humanos, Elizardo Sánchez y Héctor Palacios, del  Partido Solidaridad Democrática. ``Viví un país con el que yo soñaba y en el  que me acompañaban algunos amigos. El sueño se hizo realidad el lunes cuando  estaba sentado delante del primer ministro español José María Aznar y él me  escuchaba en silencio... No se trata con seguridad de ser triunfalista'',  precisa Rivero. ``Pero este encuentro marca la culminación de un largo camino  sembrado de contratiempos, de penurias y sufrimientos que han sufrido desde  hace ya treinta años un puñado de defensores de los derechos humanos...''.  La comunidad iberoamericana manifestó así con brillantez el papel  determinante que podría desempeñar en favor de la transición democrática  cubana, adelantándose a la ambigua conducta de la Unión Europea vacilando  entre una ``posición común'' que condicione el desarrollo de la cooperación a  un mayor respeto de los derechos humanos, y las relaciones bilaterales de los  estados miembros que se disputan las cuotas de ese mercado.

 Las democracias latinoamericanas e ibéricas le infligieron en cambio al  Máximo Líder, en su propio terreno, uno de los más serios reveses de los  últimos años. Esa cumbre iberoamericana que, dieciocho meses después de la  visita del papa Juan Pablo II a Cuba, debía consagrar definitivamente el fin  del aislamiento del régimen castrista, sellaba de hecho el reconocimiento  internacional a su oposición condenada desde hace treinta años a las  catacumbas.    

LavozdeCubaLibre@aol.com

 Enviado por Rocio de Luna A