...cuando bajó a tierra resultó sorprendido por la
intensísima emoción que le produjo pisar por primera vez
territorio de los Estados Unidos de América, un país al que
se había acostumbrado a odiar durante los treinta y cuatro años
de revolución, todos los que había vivido menos seis, y que
al mismo tiempo lo había alimentado con música, películas,
libros y técnica estomatológica hasta el punto de provocarle
una admiración rayana en la idolatría. El choque de aquellos
sentimientos excluyentes se resolvió en una sensación de
estupor no exenta de cierto desencanto.
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