Caminando un día por La Habana, leo una
gran valla que decía:”Para la Revolución lo mas importante
es el hombre”, me reía mientras un perro vagabundo y sarnoso me
observaba con cierto asombro, él no entendía ni yo tampoco.
Con sus dientes y uñas trataba de calmar un poco su mal sin dejar
de mirarme, el mejor amigo del hombre era una calamidad en cuatro patas,
el hombre se había olvidado de él. Que pena!, pensé
en ese momento observando al animal, él no dejaba de mirarme fijo
a los ojos, yo dejé de reírme.
Han pasado muchos años de aquella guerra y hasta
el momento nadie se ha atrevido a mencionar esto que hoy les traigo, unos
por miedo, otros por cobardes, algunos porque han creído ciegamente
en lo que hicieron y muchos no lo podrán hacer porque ya están
muertos, varios deben haber caído en esa guerra, otros se marcharon
por viejos, otros resolvieron sus problemas con una balsa, lo cierto es,
que aun no saben que antes de partir a aquella misión, todos estaban
condenados a muerte.
Fue a finales del año 1975, en el que por todas
las cuadras y barrios de Cuba, comenzaron a llegar citaciones del Comité
Militar de cada Municipio, el pueblo cubano conocería a partir de
ese momento, el amargo sabor que tiene una guerra, conflicto que no habíamos
provocado y nos quedaba bien lejos, guerra que dividía aun mas a
nuestro pueblo, familias en Miami, en Cuba y ahora un cementerio en Africa,
luego estaríamos regados por el mundo entero. Muchos
aceptaron sin saber lo que hacían, atraídos por la aventura
de conocer un suelo nuevo después de tanto encierro, otros, por
que no tenían otra alternativa, estaban comprometidos hasta los
tuétanos con el gobierno, auto, casa, oficina, puesto de dirección
de nivel bajo, pero que ofrecía muchos privilegios, no se podía
decir nó, de lo contrario se perdía todo aquello y los muy
pocos, dieron ese paso por conciencia o convicción de que lo hacían
por Internacionalistas, por revolucionarios y quién sabe si por
comunistas. Cualquiera que haya sido el motivo, que bien poco vale la vida.
El BARCO..
La Motonave “Renato Guitart”
País de construcción..Alemania.
Fecha de construcción….1961.
Eslora (largo)…..156 metros (aprox)
Manga (ancho)….22 metros.
Velocidad……..12 nudos.
Espacio destinado a la carga…..7 bodegas.
Sistema de izaje……Una mano de puntales por bodegas de
5 tn c/u.
“
“
Una machina con capacidad de izaje de 35 Toneladas.
Botes salvavidas…..2 con capacidad para 35 personas.
Equipo de telegrafía…Un viejo transmisor Telefunken
de 500 watts de salida.
Máquina Principal….Una Man de 5600 caballos de
fuerza, de ahí su reducida velocidad.
Equipos de Navegación..Radar Decca de anillos
fijos de 60 millas de alcance, sextantes, ecosonda, radiogoniómetro,
Giro compás C Plath.
Capacidad de agua potable……360 toneladas métricas,
sin destiladora a bordo.
Su Tripulación…
Capitán………………Pedro J. Ferreiro Casas.
Primer Oficial………..Wilfredo Pineda Pelayo.
Segundo Oficial……..Esteban Casañas Lostal.
Tercer Oficial………..Jorge Marcos Joan (alias cebolla)
fallecido.
Agregado de Cubierta.Vinent.
Telegrafista………….Malleza.
Sobrecargo………….Arguelles (tio del General Raul Diaz Arguelles)
fallecido. Enfermero…………...Manuel Catañeda. En el exilio (alias
el cabronazo)
Jefe de Máquinas….. Manuel Tapia Dorticos. Fallecido.
2do. Maquinista…….
3er. Maquinista……..Iván Freire. Fallecido en un
naufragio.
4to. Maquinista……..
4to. Maquinista…….. Ayudante de Maq….. Chicho.
1er. Electricista…….
2do. Electricista…… Marañón. Tornero……………..
Sixto.
Engrasador………...Castillo.
Engrasador………...Justo
Engrasador…………Madrigal.
Engrasador…………Duncan Duncan
Marinero de Maq…..Guevara
Contramaestre……. Bonachea.
Pañolero……………
Timonel……………Francisquito..En el exilio.
Timonel……………Douglas Maceda.
Timonel……………Fermín
Marineros…………El Cabo. Fallecido
Marinero…………..Rivaflecha.
Marinero…………..
Marinero…………..
Marinero…………..
Marinero…………..
Mayordomo………. Garcia. Fallecido.
1er.Cocinero…….. Expósito (Secretario del Partido)
2do.Cocinero……. Trucutú.
Camarero……….. Pedrito.
Camarero………..Pedro (Walky-Talky)
Camarotero……..
Camarotero……..
Es muy dificil recordar el nombre de cada tripulante
después que han pasado tantos años, de ellos solo recuerdo
en algunos casos sus apodos, de otros es imposible acordarme, porque parte
de la tripulación fue relevada antes de partir, por los Organos
de la Seguridad del Estado. Cualquiera de ellos puede ser utilizado para
desmentir esta
real historia, no me asombraría que lo hicieran, solo sentiré
pena y lástima por los que se presten para ello, los comprenderé
porque viví bajo ese régimen y si hoy les cuento esto, es
porque soy un hombre libre y lo puedo hacer, ellos no. Salimos
un día cualquiera del mes de Diciembre de 1975, cargados de vigas
de acero para el puerto de Manatí en la provincia de Oriente, yo
iba ocupando la plaza de Primer Oficial de manera provisional, el verdadero
se quedaba en La Habana disfrutando de unos días de descanso y luego
nos alcanzaría por tierra. Después de franquear la punta
del Morro de La Habana y ordenarse poner al buque a son de mar, me retiré
a descansar pues entraba de guardia nuevamente a las cuatro de la mañana,
recuerdo que ya habíamos puesto un rumbo paralelo a la costa en
dirección Este, teníamos por norma alejarnos de la costa
habanera unas cinco millas antes de hacer este giro. A los
pocos minutos de estar navegando, la máquina se paró pero
aquello no me interesó, era lógico que el Oficial de guardia
asumiera toda la responsabilidad y llamara al Capitán inmediatamente,
yo debía descansar. Cuando me tocó el turno de
guardia, el barco se encontraba al garete frente a la costa de La Habana
del Este y a unas seis millas del faro del Morro, Cebolla me informa que
la máquina principal se había fundido y que en horas de la
mañana seríamos remolcados para conducirnos al dique, aquello
significaba una larga estancia en La Habana. Así fue,
los días pasaban volando y nosotros no nos dábamos cuenta,
nos sorprendió el fin de año en Cuba, esto para nosotros
era un acontecimiento muy grande, porque siempre lo pasábamos lejos
de la familia. Un ida, creo que fue el 5 de Enero, tomaron militarmente
el barco y no pudimos salir mas de él, yo solo tenía una
muda de ropa de trabajo y la que vestía en ese momento, no pude
llamar a la familia para que me trajeran algo mas y se comenzó a
cerrar la máquina principal con urgencia, debo imaginar que la reparación
había concluido para proceder de esta manera. Lo cierto es que solo
nos informaron que salíamos de Misión, así y mas nada,
nosotros éramos una pieza cualquiera de ese barco y propiedad del
Estado, nadie nos preguntó si estaríamos de acuerdo a participar
en esa aventura, nadie preguntó si teníamos algún
problema que nos impidiera partir, nadie indagó si estábamos
de acuerdo en jugarnos la vida en algo que realmente no nos importaba,
así marchaba la isla, éramos carneros que podían utilizar
a su antojo los gobernantes, en este caso el dueño y señor
de todos nosotros. Sabíamos que aquella Misión
era para Angola, de eso no teníamos la
menor duda porque todos los barcos estaban siendo desviados en esa dirección,
decir que no iríamos era algo mas que imposible, todos los tripulantes
que presentaron problemas en esa oportunidad, fueron separados de la flota
y expulsados de la Empresa como rajados, nadie quería perder el
empleo o el privilegio según ellos de salir de Cuba, y de verdad
que era un privilegio, aquello se convertía cada vez mas en una
prisión gigante. Llegamos al puerto de Cárdenas
de madrugada, fuera de la entrada al puerto pude ver un espectáculo
nuevo, habían varios barcos fondeados, la mayoría de bandera
rusa y todos con las antenas de sus radares funcionando, habían
algunos pesqueros también, me imagino que sería una especie
de cortina para despistar, porque en la entrada de Cárdenas nunca
hubo esa acumulación de naves, entramos sin dificultad y nos estaban
esperando, era de suponer. Así nos sorprendió el nuevo ida,
el muelle estaba tomado militarmente también y después de
terminada la maniobra de atraque, sin los protocolos de rigor, embarcaron
los que suponíamos eran los jefes para coordinar toda la operación,
eran cientos de soldados los que se movían en aquel pequeño
puerto, cada cual tenía su función y sus movimientos eran
parecidas a las que llevan las hormigas, todas cargaban algo y partían
generalmente de la misma dirección, debió haber sido del
puesto de mando o del estado mayor. Pronto el barco se vio invadido por
varias brigadas de carpinteros, que trabajaban de manera organizada dentro
de las bodegas donde irían las tropas, estas se dedicaban a fijar
unas con otras las literas donde dormirían los soldados, eran embarcadas
por decenas hasta formar cientos, hasta que me cansé de contarlas,
en las otras bodegas se comenzó el cargamento de las armas y municiones,
esta labor era realizada por estibadores de experiencia del puerto, entre
ellos yo tenía a algunos conocidos, ellos me manifestaron que desde
que habían sido movilizados, no podían salir del puerto para
absolutamente nada, y eso que ellos solo vivían a unas cuadras de
las instalaciones portuarias. Siendo aproximadamente las diez
de la mañana, el Capitán me solicitó que fuera a su
camarote y una vez allí, me presentó a un Mayor del Ejercito,
el cual me asesoraría en todo lo concerniente a las garantías
de la Misión relacionadas con mi cargo, cada Oficial del buque seríamos
atendidos por uno del ejército, quienes tenían pasavante
del Ministerio de las Fuerzas Armadas, para revolver la isla si fuera necesario
para garantizar la misión, por mi parte le entregué un listado
de todo lo que me hacía falta, en esa lista se incluían los
mapas o cartas náuticas, para la recalada a Luanda y todos los puertos
angolanos. El Capitán me mandó a preparar tres
derrotas (trayectorias) posibles, para llegar hasta Angola, una donde doblábamos
por la Punta de Maisí, para tomar el mar Caribe, atravesar las Antillas
Menores y luego en el Atlántico, navegar hasta Angola por círculo
máximo. En la otra, navegaríamos hasta el Paso de La Mona,
entre Puerto Rico y Dominicana, llegaríamos al mar Caribe, atravesaríamos
las Antillas Menores y luego el mismo procedimiento hasta Angola. Por último
la navegación por el norte de Puerto Rico, hasta ganar el Atlántico
y poner rumbo a nuestro destino. Calculé el tiempo de
navegación por cada derrota planificada y le informé al Capitán
la demora máxima hasta Angola por la travesía mas larga,
esta era de 22 días manteniendo nuestra velocidad promedio de 12
nudos. Estando en estas operaciones en el puente, Cebolla llegaba de vez
en cuando para conversar conmigo, éramos muy buenos amigos desde
la escuela de Oficiales, era un tipo fuerte a pesar de que se aproximaba
a la obesidad, uno de los tipos mas jodedores que he conocido en mi vida,
igual era su difunto padre, quién revolvía toda la escuela
con su sola presencia, Leonor su madre poseía igual carácter
y sobresalía su mala lengua, de cien palabras, creo que noventa
eran malas palabras, la esposa de Cebolla era conocida por todo el estudiantado
como la gallega, murió antes que él, de ese matrimonio nacieron
dos hijas y otra que el Cebo había criado desde que nació
prácticamente, lo mas cómico de esta familia era, que en
la casa todo el mundo le decía Cebolla, desde la madre hasta la
mas pequeña de las hijas, lo llamaban así por el gusto que
él sentía por este bulbo. Cebolla había pertenecido
a las tropas especiales del ejército y se desempeñó
como hombre rana en su período de servicio.
En unas de esas oportunidades en que estaba preparando esas derrotas
para Angola, el Capitán me llamó por teléfono al puente
y me pidió que fuera a su camarote porque alguien deseaba tener
una entrevista conmigo. -Dígame Capitán?- -Mira, te presento
al Mayor Alberto.- -Mucho gusto compañero.- Le dije al mulato alto
que esperaba por mí. -Mucho gusto Casañas, mira vengo de
parte del Capitán Palma y necesito hablar contigo en privado.-
-Bueno lleguemos a mi camarote, está a unos pasos de aquí.-
-Está bien, bueno Capitán muchas gracias por su atención.-
Dijo el mulato mientras nos disponíamos a salir de aquel camarote.
-Por nada Alberto.- Contestó el Capitán, cuando ya estábamos
prácticamente afuera. La puerta contigua al salón del Capitán
era la de mi camarote, una vez dentro, el tipo comienza su perorata interminable.
-Creo que no te quede dudas de quién es el Capitán Palma.-
-Por supuesto que no, él es mi jefe.- -Bueno, tengo varias orientaciones
que darte y que son muy importantes.- -Tu dirás.- -La primera es
que irás de jefe de dos clavistas militares que embarcarán
dentro de unos minutos, uno es Capitán del ejército y el
otro es Primer Teniente, ambos son miembros del Departamento de Cifras
del Ministerio del Interior.- -Y por qué tengo que ser el jefe de
ellos?- -Porque serás el encargado de llevar y traer las claves
militares y civiles que llevarás a bordo.- -No son suficiente mis
claves?- -Negativo, las tuyas serán para las comunicaciones entre
barco-empresa, las cuales no necesitarás usar durante la trayectoria,
una vez concluida la misión, sellarás las militares y debes
responder por ellas hasta que llegues de regreso.- -Hay claves diferentes
a las de Alto Cifrado?- -Sí, hay una para ser utilizada durante
el momento de la recalada, dentro de unos minutos te daré instrucciones
sobre su uso.- -Entonces serán tres las claves que me llevaré
conmigo?- -Exacto, ahora necesito saber que posibilidades tienes de acomodar
a los otros Oficiales cerca de ti?- -Ninguna, todos los camarotes han sido
ocupados por la plana mayor de las tropas que vamos a recibir.- -Pues no
quedará mas remedio de que viajen en tu camarote.- -En mi camarote,
donde?- -Pues uno en ese sofá y el Primer teniente en el piso.-
-En el piso hasta Angola?- -Hasta donde sea, ellos van para la guerra,
no salen a divertirse.- -Si es así para mí no es ningún
inconveniente, pero debes advertirles que mi cama no se la cedo a nadie
porque yo hago guardias en el puente, y además, aclárales
muy bien quién es el jefe en esta jugada.- -No te preocupes por
eso, vamos a ver la clave que no dominas para la recalada.- ‘
Diciendo esto sacó de su portafolios unos sobres que puso encima
de la mesa de mi sala, comenzando la rápida clase sobre el uso de
la misma, era algo estúpido que solo me imagino iría en contra
de la lógica, la secreta clave que sería utilizada para la
recalada del buque a Luanda, era la misma que se usa en los juegos infantiles
de Combate, navales o terrestres, basados en un sistema de coordenadas
paralelas, sinceramente, cuando vi algo tan imbécil en el que se
pondría en juego la vida de mas de mil personas, me quedé
frío, así es la guerra pensé para mí, como
pudieran imaginarse los grandes estrategas del pentágono, que un
país utilizaría un juego infantil en una guerra, después
de aquella miniclase sobre el uso de una clave que conocía desde
que era un infante, el moreno bajó en busca de los que serían
mis compañeros de viaje, ambos llegaron con sus mochilas, cascos
y fusiles automáticos como únicos equipajes, el Mayor les
leyó las reglas del juego claramente sin faltar puntos ni comas,
les especificó que yo era civil pero era el jefe de la Misión,
que ellos emprendían desde ese momento y que a bordo del barco solo
se encontraban subordinados a mí. Ellos aceptaron con la disciplina
característica de todo militar y para sellar aquella unión
nos dimos la mano. El Capitán sabía que su lugar para dormir
era mi sofá y el Primer Teniente estaba consciente de que le correspondía
el suelo, cuando todo hubo concluido, el Mayor me entregó las claves
delante de ellos, salió con el Teniente a gestionar una colchoneta
mientras nos despedíamos y yo le decía al Capitán
que para nada debía dejar el camarote solo y abierto.
Salí por la cubierta del barco en busca de Cebolla y lo puse al
tanto de los últimos acontecimientos, el sabía que yo era
el clavista del buque, era la única persona que tenía conocimiento
de esto además del Capitán. Le pregunté si había
sido asistido por algún Oficial del ejército para el cargo
que él desempeñaba y me dijo que hasta el momento nadie lo
había visitado, a mí me extrañó mucho porque
el Tercer Oficial es el responsable de los equipos de salvamento de un
barco. Los botes solo tenían capacidad para un reducido número
de personas y los chalecos salvavidas estaban localizados en cada camarote
y en algunos lugares específicos del barco para el personal que
estaba de guardia, pero no teníamos para 1200 soldados que embarcarían
ese ida.
EL CLAVISTA….
El clavista es una persona de extrema confianza, que
ha pasado cursos de entrenamiento en el uso de claves de alto cifrado,
con el objetivo de cifrar y descifrar mensajes secretos. Cuando terminé
el curso de Oficiales de la Marina Mercante y perteneciendo a la Unión
de Jóvenes Comunistas, fui seleccionado en este pequeño grupo
que relevaría a los Capitanes de los barcos en el uso de las claves
en los barcos, no importaba que los Capitanes fueran miembros del Partido,
sencillamente en ese sistema no se confía en nadie y ya varios Capitanes
habían desertado. El día que me citaron para
una entrevista en la Oficina 404 de la Empresa de Navegación Mambisa,
yo no tenía la mas mínima idea de lo que sucedería
en el futuro, ni en el presente, sencillamente me presenté a aquella
misteriosa oficina que se encontraba en el supuesto cuarto piso de nuestro
edificio, el elevador solo nos conducía hasta el tercero, donde
radicaba solamente las oficinas de Capacitación, el Teatro de la
Empresa, el Sindicato, Seguridad para la Navegación y algunas aulas
de estudio, frente al elevador del tercer piso, había una escalera
que conducía a un cuarto piso, al que todos denominábamos
el piso de la intriga o el misterio. Nadie subía por
esa escalera, nunca había visto a nadie subiendo por ella, hasta
el día que me tocó hacerlo, ese día yo subiría
por la escalera de los misterios y sabría que existía allá
adentro, conocería todos los misterios que siempre tenía
confundidos a los marineros, subí y la puerta estaba bloqueada por
una reja de acero, a la altura de mi cabeza había un botón
que supuse era de un timbre y pulsé durante unos segundos,al poco
rato se presentó un mujer muy cerca de ser obesa y me preguntó
el nombre, cuando me identifiqué, de un manojo de llaves eligió
una muy conocida para ella y abrió el candado que bloqueaba la entrada
y me pidió que pasara. No cruzamos palabras aquella mujer y yo,
ella me conocía y yo la ignoraba, en silencio, con el mismo silencio
que reinaba en aquel recinto, me condujo por un largo pasillo; a medida
que caminaba debí suponer que a mi izquierda quedaban oficinas,
pero el acceso a ellas estaba dispuesto por una sola entrada y hacia allí
me conducía esta compañera, cuando terminamos nuestra caminata
esta terminaba en una confortable oficina con aire acondicionado, a mis
espaldas quedaría otra puerta que daba acceso hacia lo que yo me
había imaginado, otras oficinas. Allí me ordenó esperar
sentado en una butaca frente a un buró, detrás del buró
e instalado en la pared había un gran mapa del mundo, un mapa de
mas de 2x3 metros, donde se encontraban las posiciones de todos nuestros
buque señaladas con piezas rectangulares con el nombre de cada una
de ellas, pegadas por magnetismo, teníamos barcos en todo el mundo
en ese momento, nuestra flota sobrepasaba los ochenta, pero allí
también estaban los de la pesca. Permanecí
solo durante mas de 15 minutos en aquella oficina, los suficientes para
que estudiaran mis reacciones, no dudo que existieran cámaras televisivas
y micrófonos para gravarlo todo, yo estaba muy preocupado porque
no había cometido ningún delito, pero me daba aliento, entonces
se me ocurrió fijar la vista en aquel inmenso mapa, identificando
los barcos que conocía, hasta que se apareció la compañera
que me abrió la puerta acompañada de un Capitán del
Ministerio del Interior. -Compañero Casañas le presento al
Capitán Palma.- Dijo aquella mujer. -Mucho gusto compañero.-
Respondí extendiendo mi mano para saludarlo, el tipo la aceptó
y me indicó que me sentara, luego la mujer se retiró y nos
dejó solos. -Sabe por cual razón lo hemos citado aquí?-
Me preguntó el tipo una vez sentado en su butaca. -Lo ignoro, pero
usted dirá.- Respondí. -Usted ha sido seleccionado, para
cumplir una misión de nuestro Partido y del Gobierno, está
dispuesto a cumplirla?- -Por supuesto que sí, pero depende de que
tipo de Misión se trata, yo no estoy preparado para cumplir cualquiera
y no deseo quedar mal ante la revolución.- No tenía otra
alternativa, recién comenzaba mi carrera como Oficial de la Marina
Mercante y una negativa mía sería un freno a todos mis sueños,
pero además de eso, yo me encontraba en una etapa de confusión
donde no podía distinguir a plenitud entre lo malo y lo bueno. -Usted
ha sido seleccionado para ingresar en el departamento de clavistas del
Ministerio del Interior, pasará un curso para ello en estas mismas
oficinas y una vez aceptado, firmará un juramento, que es común
a todos nuestros miembros.-
-Muy bien compañero, pero en qué consiste ese trabajo?-Pregunté
con falsa incredulidad. -Compañero como la palabra lo dice, clavista,
es el tipo que lleva los mensajes a unas claves para que el enemigo no
las pueda descifrar.- -Yo lo entiendo, pero que será de mi personalidad,
la gente me conoce como un tipo jodedor y mujeriego, que hago
en este caso?- -Ese es el quiz del asunto, usted debe mantener la misma
personalidad, nadie debe notar ningún cambio, tienes que tratar
de escribir con otro estilo para que los telegrafistas no te descubran
y tu verdadera función solo será conocida por el Capitán
del barco.- -Cuales serán mis obligaciones dentro de este giro?-
-Ese que te expliqué, pero además de cifrar y descifrar mensajes,
debes reportar las posiciones de movimientos navales y aéreos en
cualquier parte del mundo donde te encuentres.- -De cualquier gobierno?-
-De cualquiera, sea Socialista o Capitalista porque estos irán directamente
a los Servicios de Inteligencia Naval de nuestras Fuerzas Armadas.-
Después de aquella breve entrevista salí mas tranquilo, llegué
a pensar por varios minutos de que yo sería entrenado para espía
en otro país y de esta manera me separaría de mi pequeña
familia, siempre sentí temor por esto. Lo que me plantearon era
una cosa fácil de cumplir y no perjudicaba a nadie directamente,
creo que mas bien comenzaría a conocer que era lo que se movía
detrás del telón. A la semana siguiente fui citado nuevamente
para iniciar los entrenamientos en aquella misteriosa oficina, mi instructora
era una mujer llamada Enma, de seguro ese era su nombre de guerra como
el de Palma, pero nada de esto me interesaba en lo absoluto. Además
de aprender a cifrar y descifrar mensajes, nos enseñaron algunos
trucos para marcar el paquete donde sellábamos las claves y poder
detectar si este había sido violado, nos advertían constantemente
que no saliéramos solos en el extranjero porque podíamos
ser objeto de secuestro por parte de elementos de la CIA, nuestro eterno
e inolvidable enemigo, no podíamos confiar en absolutamente nadie
a bordo de los barcos, cuando indagué sobre los Secretarios del
Partido, me dijeron que no debía confiar en nadie y eso abarcaba
a los Secretarios también, terminé aquel entrenamiento y
al salir de allí poseía mis claves particulares, que viajarían
conmigo a cualquier barco donde yo navegara, claro estas permanecían
en esa oficina hasta el momento de mi partida, tendría también
mi sello personal, con este yo sellaría mis sobres secretos y cualquier
documento, etc., el trabajo del clavista no incluía la delación
por ninguna razón, no tenía que vincularse a problemas internos
de buque que no eran de su competencia, sin embargo, en mi marcha por la
flota yo podía distinguir claramente a individuos estúpidos
que vivían esa onda y se la daban de misteriosos, siendo oficialmente
unos comemierdas que tenían un trabajo extra sin cobrar nada por
ello. Cuando hube concluido el entrenamiento, me hicieron firmar
un juramento válido por cinco años, donde con palabras finas
hacían entender que en caso de traición, yo solicitaba que
todo el peso de la justicia revolucionaria cayera sobre mi persona, que
traducido al idioma que ellos conocen, yo firmaba para que me lincharan
en ese supuesto caso. Fui clavista de muy pocos barcos porque después
me citaron, al cabo de unos años y me botaron al carajo por no pertenecer
al Partido Comunista cubano, yo
había desertado de la Unión de Jóvenes Comunistas
a mi regreso de la Misión que cumplí en Angola, allí
fue donde me di verdaderamente cuenta, de la clase de mierda que era este
sistema. Los preparativos para recibir a las tropas solo tomaron
dos días, se embarcó comida desde la cubierta del Magistral,
que está encima del puente de mando, hasta la cubierta principal,
eran cuatro pisos llenos de viandas, frutas y vegetales que no cabían
en la gambuza del barco, recibimos una rastra de cajas de cerveza, yo creo
que pasaban de mil cajas, un camión de cajas de ron Havana Club,
serían mas de trescientas cajas de doce botellas cada una, como
estas se almacenarían en un cuarto cerca de mi camarote, organicé
un cordón humano y en el área de mi puerta estarían
amigos míos que esconderían sus cajas y las mías,
los Oficiales que estaban en mi camarote estaban advertidos de esto, al
final de la operación, en mi cabina habían mas de diez cajas
que luego la gente retiró poco a poco, yo me quedé con solo
dos cajas creo que eran suficientes para ese viaje, los limones no me faltarían
tampoco porque estos se encontraban estibados en la cubierta de botes,
próximo a mi salida. El día de la llegada de
los soldados al barco, sometieron al pueblo de Cárdenas a un apagón,
esto debe haber sido para que no pudieran calcular la cantidad de gente
que se iba en ese barco, el muelle estaba iluminado cuando ellos llegaron,
los vi agruparse en el muelle para embarcar y me quedé asombrado
de la cantidad, luego nos dijeron que eran 1200 hombres, formaron una larga
e interminable fila para subir por nuestra escala real, en la medida que
esa fila se acercaba al primer escalón, observé como algunos
se negaron a subir en ella y fueron conducidos como prisioneros luego de
desarmarlos, me dio la impresión de que aquella gente nunca había
tomado en serio eso de la guerra y menos de salir del país, deben
haberse imaginado que era una simple maniobra a la que ya estaban acostumbrados,
maniobras que nunca han terminado, en contra de un enemigo que tampoco
nos han atacado y sin embargo,las ciudades muestran los efectos de una
guerra mas devastadora que la sufrida por Viet Nam. Mientras
ese espectáculo ocurría, la tripulación fue convocada
a una reunión en el comedor de tripulantes, el salón había
sido preparado como sala de operaciones, lo habían esterilizado
y se encontraba sellado en ese momento, nosotros seríamos el barco
con salón quirúrgico dentro del convoy que se encontraba
en marcha, otros llevarían salón también pero estaban
distantes de nosotros. Allí una vez reunidos se procedió
al pase de lista y se presento a los nuevos tripulantes que fueron enrolados
por la Seguridad del Estado, entonces nuestro Capitán presentó
a un Mayor que venía directamente del Estado Mayor de las Fuerzas
Armadas, con un mensaje de Fidel y Raúl Castro. Cebolla
y yo estábamos sentados uno al lado del otro y cuando aquel tipo
empezó a hablar, solo atinamos a tocarnos con la punta de los pies,
no podíamos creer lo que oíamos, tal parece que aquello era
un sueño, era monstruosa la proposición que se nos hacía,
pero al final de esta, desperté cuando escuchaba las consignas de
siempre. Salimos en silencio de ese comedor, creo que ya los guardias estaban
acomodados en sus bodegas, agotados tal vez, se tiraron en sus literas
y todo permanecía en silencio, nosotros nos fuimos a ocupar puestos
de maniobra.
A la salida de Cárdenas los mismos barcos fondeados con sus radares
funcionando, después de estar a unas cinco millas de Cayo Piedras,
el silencio era casi total, pero en la cubierta del Magistral, encima de
nosotros, habían colocado un TZK con infrarrojo para observar de
noche, esa gente allá arriba se relevarían cada cuatro horas
igual que la guardia de nosotros en el puente. Dicen que observaron un
submarino luego de haber navegado unas doce millas de la salida de Cárdenas
al Este, ese fue mi primer mensaje cifrado en esa misión de la gente
condenada a muerte, luego el tipo se desapareció y la alarma tal
vez fue por algún fantasma visto por estos guajiros que nunca se
habían montado en un barco. Las tropas pertenecían
al Ejercito del Centro y el Jefe de esa Misión era el Mayor Guevara,
quién procedía de Las Villas, pero tenía soldados
que eran de la provincia de Matanza. Yo iría en la guardia del Primer
Oficial, Cebolla haría la del Segundo Oficial y el Agregado de Cubierta
Vinent se encargaría de la guardia del Tercer Oficial, por tanto
yo era el encargado de la determinación de la posición del
buque por las estrellas, en los crepúsculos matutinos y vespertinos,
Cebolla se encargaría de la posición con el uso del sol a
la hora del paso por el meridiano, en coordinación con el Tercer
Oficial, pero este no tenía experiencia suficiente para poder contar
con él. Todavía al amanecer estábamos
navegando en aguas cubanas y con el uso del radar determinábamos
nuestras posiciones, esa mañana comenzó aquel largo carnaval,
era un espectáculo espantoso para nosotros y también muy
peligroso, a lo largo de la cubierta principal y por ambas bandas, se construyeron
una especie de letrinas sobre las brazolas, una escalerita con un pasamanos
para aguantarse mientras sacaban el trasero fuera del casco del barco,
creo que era una verdadera locura aquello, no quería pensar que
pudiera suceder durante los días de marejada, era peligrosísimo
aquel invento cubano, después de hacer sus necesidades, cuando al
fin se limpiaban, esos papeles empezaban a volar por todos lados, muchos
se fijaron a los cables de los puntales, algunos llegaron hasta nuestro
puente y por eso tuvimos que cerrar todas las ventanas, poco a poco nuestro
barco se disfrazaba de carroza de carnaval. El asunto de la
comida fue otro de los desastres de ese viaje, nuestra cocina no daba abasto
para satisfacer tan gran demanda, los cocineros no paraban de trabajar,
se implantaron tres turnos de trabajo y en la cubierta principal a popa
de nuestra cocina, se situaron una especie de cocinas portátiles
que los militares llevaban a la guerra, estas funcionaban con keroseno,
la cubierta era un verdadero hormiguero de gente que deseaba conocer lo
que era realmente un barco, en las puertas que daban acceso a la superestructura,
se situaron guardias que prohibían el paso al interior de nuestra
acomodación, aquí vivía la tripulación y la
plana mayor de la División que viajaba con nosotros, los soldados
fueron orientados ese día, que al paso por las cercanías
de cualquier tierra tenían que permanecer dentro de las bodegas,
estas se convertían en un verdadero infierno cuando llegaba el mediodía,
pues el sistema de ventilación forzada del buque estaba casi fuera
de servicio, eran muy pocos los motores que trabajaban. En
la proa de nuestro barco fueron instalados dos cañones antiaéreos
CAAD-30 mm, en la popa igualmente contábamos con dos cañones
iguales, poca cosa para defender a un barco de cualquier ataque, dentro
en las bodegas, viajaba el armamento que ellos utilizarían en Angola.
Ese primer día quise hacer un recorrido por las bodegas donde se
encontraban aquellos infelices hombres, para ver si encontraba alguna cara
conocida, en la bodega Nr.5 encontré a uno que había ingresado
en la marina mercante conmigo, su apellido era Curbelo y vivía en
Matanzas, cuando lo vi le pregunté que carajo hacía en aquella
mierda y su respuesta fue corta, “acuérdate que yo soy del Partido”,
me respondió Curbelo a secas, como queriendo decirme, me jodí
mi hermano, que le vamos a hacer. Vi muchas caras a las que hubiera evitado
en todo momento en cualquiera de nuestros barrios, gente con aspecto de
delincuentes, esas caras no podían engañarme, había
de todo en esa masa compacta de gente que se encontraba dentro de las bodegas
como animales, desde profesionales, técnicos, obreros, estudiantes,
homosexuales, blancos, mulatos, negros, jóvenes, algunos apenas
eran niños que estaban estudiando en la Escuela Camilo Cienfuegos,
otros demasiados viejos para esta aventura, quizás la última
de sus vidas. Allí no había selección
alguna de personas, éramos todos los que formábamos una sociedad,
desde el ladrón hasta el mas ejemplar de los trabajadores, para
morir no se requerían muchos méritos, solo se exigía
estar vivo, eso era lo que contaba en aquella misión de desgraciados
aventureros. Al día siguiente de nuestra partida,
cuando se tomó una sonda a los tanques de agua potable, se notó
que el consumo era alarmantemente elevado, en menos de 24 horas se habían
consumido mas de 40 toneladas de agua, hubo que tomar medidas extremadamente
drásticas si queríamos realizar la travesía con éxito,
se prohibió terminantemente bañarse, al que fuera sorprendido
en estos menesteres sería encarcelado, el servicio de agua se pondría
en funcionamiento solamente en horas de la mañana para lavarse la
cara y la boca, por suerte, los servicios sanitarios funcionaban con agua
de mar, el barco no poseía destiladora para procesar el agua y solo
dependíamos de la tomada en el último puerto, después
se comprobó, que consumiendo el mínimo de cantidad posible,
mas la utilizada para el funcionamiento de la caldera del buque, se estaban
gastando alrededor de 22 toneladas diarias. El intercambio
de mensajes con La Habana era intenso desde la salida de la isla, estábamos
casi siempre con el camarote cerrado en nuestras labores de cifrado, parece
que esto le llamó la atención al tipo que iba a bordo trabajando
para la contrainteligencia militar, un día, cuando ya la picazón
por saber lo que sucedía en mi cabina no la pudo soportar, tocó
a mi puerta estando nosotros en plena faena. -Déjeme pasar un momento.-
Me dijo con voz imperativa y con deseos de impresionarme. -Lo siento, pero
aquí no puedes entrar.- Le respondí con la firmeza que él
no estaba acostumbrado oír. -Yo soy el contrainteligente y quiero
inspeccionar tu camarote.-Finalizando de decir esto hizo el intento por
cruzar el umbral de la puerta y lo frené poniéndole la mano
en el pecho. -Compadre parece que no has entendido cual es mi función.-
-El que parece que no ha comprendido eres tu, fíjate lo que te voy
a decir, cuando salí de Cuba no me dijeron que tenía que
responder ante ti en ningún momento, estoy subordinado solamente
al Capitán de este buque y estos dos hombres que están trabajando
acá adentro, son subordinados míos.- -Creo que estás
equivocado, aquí hay un Jefe de la Misión.-
-El equivocado eres tú, él será el Jefe de la Misión,
pero no sabe cual es mi trabajo en este barco, nadie grávatelo bien
en la mente, nadie de este buque sabe cual es mi función y cuando
ustedes se larguen a la mierda de este buque, yo tengo que continuar solo
con todo el material militar que me entregaron, ahora si deseas entorpecer
mis labores, lo voy a comunicar inmediatamente a La Habana.- -Mire compañero,
en ningún momento he querido entorpecer sus funciones, solo que….-
-Bueno, creo que hemos hablado de mas, si ya sabes lo que hago, no toques
mas a mi puerta.- Sin dejarlo terminar de hablar le solté esa ráfaga
y le tiré la puerta en las narices, la suerte fue que el tipo no
insistió porque de lo contrario no terminaríamos el viaje
tranquilos, de verdad era un tipo detestable pero mas que eso, era un individuo
al que todos los militares evitaban y temían. -Oye Casañas
tu estás loco?- Me preguntó el Capitán cuando la atmósfera
se hubo calmado y continuamos solos en el camarote. -Loco por qué?-
-Coño, porque nadie le habla así a la gente del CIM en el
ejército.- -Ya tu lo dijiste, en el ejército pariente, pero
resulta que yo no soy militar ni me dijeron que estaba subordinado a ese
hijoputa.- -Sabes una cosa?- -Dime?- -Compadre, te tengo miedo.- -No jodas
Manuel, miedo por qué?- -Carajo, como no voy a tenerlo con lo que
estoy viendo.- -Chico explícate porque de verdad no te entiendo.-
-Oye!, no hacen falta muchas explicaciones, eres un civil al que estamos
subordinados un Capitán del ejército y un Primer Teniente,
te le enfrentas al tipo del CIM que viene a bordo, ante el cual es capaz
de cagarse hasta el mismo Jefe de la Misión y después sigues
con una tranquilidad tremenda, como si nada hubiera pasado.- -No te preocupes,
soy un comemierda al que le dieron esta responsabilidad y quién
sencillamente la cumple al pie de la letra, en ella no estaba incluido
este imbécil que todo lo quiere saber.- -A mí tu no me jodes,
compadre!, tu eres de la seguridad o de lo contrario ese tipo no se hubiera
quedado tan tranquilo.- -Ese es el problema, de la misma manera que tu
pensaste eso, es muy probable que él lo haya pensado, no te parece?-
-Bueno tienes razón, cabe esa posibilidad, pero coño!, si
de verdad no eres nada de eso te felicito, porque en los años que
llevo de servicio nunca había visto una reacción como la
tuya.- -Ahora esperemos a que no nos joda mas.- El teniente sin embargo
no abría la boca para nada, estoy casi seguro de que en el tiempo
en los que yo estaba de guardia en el puente, ellos habían debatido
sobre este tema que les preocupaba, la unión obligada que llevamos
desde la salida, la distribución del trabajo con los mensajes que
llegaban constantemente, y las botellas de ron que se abrían diariamente
en nuestros tiempos libres, nos convirtió en amigos, a medida que
pasaba el tiempo nacía la nostalgia de ellos por ver a su familia,
yo estaba acostumbrado a estas separaciones, para ellos era mucho mas difícil,
no tenían la seguridad de volver de aquella guerra desconocida.
Me hablaron
mucho de sus familias e hijos y nos prometimos continuar esa amistad a
nuestros regresos, pero lo cierto es que mas nunca nos encontramos, hubiera
deseado de todo corazón contarles las órdenes que recibimos
antes de la partida, para que supieran y conocieran a fondo el Sistema
por el cual se jugaban la vida, pero no podía confiarme hasta ese
extremo, en Cuba no se puede confiar en nadie, así sucede en la
vida cotidiana y esa desconfianza la hemos llevado hasta el extranjero,
que pena de pueblo. La navegación se hizo para nosotros
mas entretenida, salíamos de la rutina a la que estábamos
acostumbrados, Cebolla se pasaba la mayor parte de su tiempo libre en el
puente, allí nos divertíamos de lo lindo con las cosas que
oíamos de los guardias, teníamos una guardia constante en
la cubierta del Magistral, estaban encima de nuestras cabezas aquellos
guajiros y cuando divisaban algún barco con la ayuda del TZK, formaban
un escándalo tremendo, que si había un barco por la derecha,
que si por la izquierda, que si por atrás, así siempre hasta
que nos moríamos de la risa con ellos, el problema era que como
no dominaban el vocabulario marítimo, no sabían lo que era
estribor, babor, amura, aleta, etc., luego les dibujé un gráfico
y cuando divisaban algún barco, utilizaban las palabras correctas
pero en son de jodedera. En el alerón del puente teníamos
a un serviola, que estaba a nuestra disposición las 24 horas del
día, era una especie de mensajero y aunque no hacían casi
nada, todos gustaban de estas guardias porque al menos salían del
encierro en las bodegas, de noche nos ponían a un observador de
guardia permanente en el radar, por mucho que les dijera que no tocaran
los controles del radar, parece que la curiosidad los vencía y generalmente
sacaban al radar de sintonía o le cerraban la ganancia y este no
podía captar a ningún objetivo, ya no me encabronaba como
al principio, yo pasaba de vez en cuando por la pantalla, notaba que habían
tocado algo y no les decía nada, luego cuando eran relevados yo
les comunicaba que se habían pasado cuatro horas comiendo mierda,
por haber tocado los botones del radar, después dejaron de hacerlo,
pero me costó mucho trabajo lograr convencerlos. Los
días pasaban y el baño seguía ausente, con ello aumentaba
también la peste de todos, pero mucho mas la que salía de
las bodegas donde viajaban estos infelices, como navegábamos por
aguas tropicales era imposible no sudar, para los que vivíamos en
la superestructura era terrible, pues el barco carecía de aire acondicionado,
pero en aquellas bodegas era peor la situación. De vez en vez se
tocaba zafarrancho de combate y cada cual tenía su sitio en la cubierta
a ambas bandas, se desenfundaban los cañones antiaéreos,
la gente salía con sus bazookas, lanzallamas, ametralladoras, fusiles,
etc., y nuestra cafetera tomaba el aspecto de un acorazado, con la diferencia,
de que aquella mierda vieja, se podía hundir de un escupitajo.
Había también otro gallo que era de la Inteligencia Naval,
al parecer el tipo era de esos grandes estrategas de oficinas y que nunca
había estado en un barco, gustaba de subir al puente para husmear
sobre los trabajos nuestros en las cartas de navegación, como Cebolla
siempre subía a tomar las estrellas en el crepúsculo de la
tarde conmigo, en varias oportunidades lo invitamos a que tomara un sextante
y trabajara con nosotros, parece que como él no tenía dominio
de la astronomía, se avergonzó y dejó de subir en
nuestras guardias, solo lo hacía cuando estaba el agregado de cubierta.
Una de esas guardias, en lo que hacíamos los cálculos de
las estrellas, la campana
que se encuentra en el alerón del puente y que se utiliza para los
zafarranchos de incendio, colisión o abandono de buque, comenzó
a sonar pero con un ritmo diferente al que nosotros usábamos para
los fines señalados, se estaba tocando alarma de combate, Cebolla
y yo salimos inmediatamente para ver que sucedía, cuando el serviola
paró de tocarla, nos manifestó que nuestro barco se encontraba
rodeado por el enemigo, pudimos ver a toda la tropa distribuida por la
cubierta de la misma forma que se había ensayado en oportunidades
anteriores. A escasos segundos de tocada la alarma, subió el Jefe
de la Misión rodeado de algunos tarugos de su plana mayor, de verdad
que comenzaron a aparecer muchas luces en el horizonte. Tomé unos
binoculares y se los pasé después a Cebolla, mientras le
decía bajito que eran palangres a la deriva, estas son unas artes
de pesca que como bien señala su nombre andan a la deriva, relativamente
muy cerca de ellas anda el buque que las distribuyó en el mar, ellas
además de poseer luces de baterías o de kerosene, llevan
también una pantallita reflectora para las ondas del radar, otras
mas modernas tienen un transmisor de una señal que se capta por
el radiogoniómetro. Se podía oír como
eran cargadas las armas en la cubierta principal, todos estaban listos
esperando solamente la orden de fuego, pero el Mayor Guevara era un tipo
con bastante serenidad al parecer y no dispuesto a sufrir un ridículo
delante de las tropas, entonces me pidió la opinión sobre
las luces que se observaban cada vez mas cerca, y mi respuesta fue de que
no disparara, que esperara a que estuvieran mas cerca para que comprobara
que eran palangres, en realidad el guajiro tampoco sabía que era
eso y me vi obligado a explicarle lo que anteriormente escribí,
haciéndole saber, que si se producían esos disparos y el
barco madre estaba cerca, podía dar la alarma y complicar la situación.
Pues el hombre me escuchó con mucha atención y al cabo de
un rato nos encontramos pasando entre ellas, por lo que la campana volvió
a sonar, pero esta vez para retirar la maniobra. En pocos minutos regresó
la calma y cada cual se retiró a sus literas, las luces continuaban
encendidas dentro de las bodegas, mientras los soldados acostados cruzaban
una que otra jarana y otros conversaban entre ellos, quizás de sus
hogares, de la familia a la que no volverían a ver por un largo
período de tiempo, aquellos que lograran regresar. Cebolla y yo
nos quedamos en el alerón del puente disfrutando del fresco que
nos ofrecía la caída de la noche. -Cebo, te has puesto a
pensar que ocurriría si se nos presentara alguna avería durante
la travesía y hubiera que abandonar el barco?- El sabía perfectamente
lo que yo le insinuaba. -Yo creo que es mejor no pensar en eso y rogarle
a Dios que no pase nada.- Creo que mencionó a Dios por puro formulismo,
yo sabía que él no era creyente, como la mayoría de
los cubanos que se desarrollaron en este sistema materialista, pero algo
existía en la mente de los marinos cubanos, que de vez en cuando
hacían mención de él, nunca faltaba en nuestras bocas
cuando sufríamos alguna avería en medio de un temporal. -Esto
es prácticamente mandarnos a morir.- -Esta es solo una forma, te
olvidaste del mensaje que nos enviara el Comandante antes de partir?-
-No me he olvidado de eso tampoco, pero esto es muy diferente, calcula
la capacidad de los botes, cabemos 70 hombres suponiendo que se puedan
utilizar los dos, después
piensa que no nos sirvieron ni un solo chaleco salvavidas y tenemos a bordo
mas de 1200 hombres, que tu crees que pase?- -Que pasará, que en
medio del pánico se formará una guerra y nos mataremos todos.-
-Mataremos mierdas!,nos van a matar a nosotros que estamos desarmados y
solo sobrevivirán unos pocos.- -Yo creo que tú eres uno de
los primeros que vas abajo.- -Yo!, por qué lo dices?- -Acuérdate
que llevas a dos hombres armados en tu camarote.- -Coño!, de verdad
que no había pensado en eso.- -Pues mira, debes ir pensándolo
muy bien porque ellos serán los primeros en matarte.- -Sabes qué?-
-Se te ocurre algo?- -Por supuesto que sí, aguántame la guardia
unos minutos, regreso enseguida.- -Bueno no te demores, que te queda poco
tiempo.- Terminando de decir estas palabras, bajé por la escalera
exterior del puente que daba a la cubierta de botes, a ambas bandas y a
proa de los pescantes que suspendían a los botes, existía
un cajón donde se guardaban chalecos salvavidas de reserva, para
las personas que no tuvieran tiempo de ir a su camarote en caso de abandono
real del buque, miré a mi alrededor para cerciorarme de que nadie
me veía y abrí el cajón de donde extraje dos chalecos,
la puerta de entrada a la superestructura en esa cubierta, quedaba frente
a la de mi camarote, volví a observar que nadie andaba por ese pasillo
y entré rápidamente arrojando los dos chalecos en una esquina
y le dije a mis compañeros de viaje que luego les explicaría.
Volví al exterior para regresar por donde había bajado. -Que
hiciste?- -Muy sencillo, esa gente ya no me matará, agarré
dos chalecos de los cajones que están debajo de los botes.- -Bueno,
el lío ahora es que en el momento de la jodedera, tenemos que hacernos
de par de fusiles para defendernos, no crees?- -Mira, mejor vamos a rezar
para que no suceda nada porque aun así, yo no creo que salgamos
vivos de esta.- -Bueno creo que es lo mejor, ya se te acerca la hora de
entregar la guardia, así que ve llenando el Diario de Navegación
y yo me marcho a dormir un poco hasta las doce.- -Ok, nos vemos a las cuatro.-
Cebolla se retiró y yo entregué mi guardia a las ocho de
la noche, los soldados seguían en su rutina y bajé al camarote,
allí me esperaban dos miradas interrogadoras. Cuando
les expliqué con lujo de detalles, la situación en la que
nos encontrábamos, aquellos hombres no abrían la boca para
nada, reinaba un silencio total y solo se limitaban a oírme con
mucha atención, me daba la impresión de encontrarme ante
la presencia de dos personas que habían sido traicionadas, eso lo
podía leer en sus ojos claramente, pero nunca se me ocurrió
mencionarles nada de las órdenes que nos impartieron antes de la
salida, eso era muy delicado y podía dar origen a un amotinamiento,
esa bala yo la tenía reservada para la ocasión.
No tuve que repetirles la historia, comprendieron todo lo que les había
explicado y supieron que la única manera de sobrevivir en
el caso de un accidente, lo sería a tiro
limpio, de lo contrario iban a morir. A partir de entonces confiaron mas
en mi persona y las conversaciones tocaban temas mas delicados sobre inconformidades
de ellos con algunos aspectos de la política cubana, etc.
En la medida que avanzaban los días en el mar, disminuían
de igual manera los víveres a bordo, las cubiertas se irían
vaciando y muchos vegetales se echaban a perder ante el ataque directo
de los rayos del sol. En unas de esas visitas periódicas del Capitán
al puente le hice esa observación, y el tipo me dijo que los víveres
servidos alcanzaban para 20 días, yo le recordé haberle informado
que la travesía se haría en 22, pero no recuerdo cual estúpida
respuesta me dio en ese momento y de verdad no tenía intensiones
de complicarle la vida. Cuando estábamos a mitad del
océano Atlántico, entre las decenas de mensajes que se descifraban
diariamente, recibimos uno urgente donde se nos pedía que regresáramos
a toda máquina, para un encuentro con la motonave Moncada, en una
posición a medio día de camino que ya habíamos recorrido,
esto significaba un retraso de 24 horas en nuestro viaje. El asunto de
aquel inesperado encuentro, era para que se transbordara a un soldado que
necesitaba ser intervenido quirúrgicamente, y nuestro buque era
el que iba preparado para eso. Se realizó el cambio de rumbo, mientras
el equipo médico preparaba las condiciones en el salón, recuerdo
que uno de los cirujanos era Director de un hospital militar en Cuba.
Once horas después y cuando estábamos a la vista por el radar,
establecimos contacto por el VHF e hicimos unas pequeñas correcciones
a nuestros rumbos, había un poco de marejada, lo suficientemente
fuerte para un bote salvavidas, el intento de ponernos cerca fue infructuoso,
porque nuestro barco abatía demasiado rápido con el viento
reinante y surgía a cada instante el peligro de colisionar, nos
apartamos una milla del Moncada en lo que la marinería preparaba
los puntales de la bodega Nr.3, otra brigada se encontraba lista en el
bote salvavidas para ser usado en caso de emergencia, listos se encontraban
también dos hombres ranas militares. El Moncada nos
informó que ya su bote había sido arriado con el enfermo
a bordo, el mismo era trasladado en una camilla con la facilidad de ser
izado cuando se abarloara a nuestro buque, aquella pequeña travesía
entre los dos barcos duraron una eternidad, cada vez que el bote caía
en el seno de la ola, daba la impresión de haber sido tragado por
el mar, solo podía verse cuando se remontaba en la cresta de las
olas. Cuando arribó la operación se complicaba
por la marejada y los bandazos esporádicos que daba nuestro buque,
desde el puente observaba la cara de angustia del enfermo y el nerviosismo
que mostraba la tripulación del bote, quienes hacían lo imposible
por tratar de ponerse debajo del gancho del puntal que izaría la
camilla. Luego de varios intentos se logró al fin enganchar la camilla,
que a una orden del contramaestre, comenzó a subirse bajo la acción
de los winches operados por nuestros timoneles. Estando a unos
tres metros sobre el nivel del mar, el barco dio un rápido y brusco
bandazo a la banda de babor, tirando con velocidad contra el casco a la
camilla con su paciente, todos nos quedamos estupefactos ante aquella escena
de horror, el enfermo sacó fuerzas de donde nadie sabe y se aferró
a la camilla como si fuese parte de su cuerpo, el terror que debía
sentir, acompañado de los dolores que sufría, eran fáciles
de notar al verlo. Luego que el barco retornara a su posición
normal, se logró subirlo a toda velocidad y colocarlo sobre la cubierta,
donde era asistido inmediatamente por los médicos, antes de pasarlo
al salón donde era esperado por los cirujanos.
Continuamos nuestro viaje y el Moncada se nos adelantó, el desarrollaba
una velocidad de 14 nudos, nosotros no podíamos superar los 12.
Esa noche en una de las reuniones de rutina que celebrábamos con
los médicos en mi camarote, con quienes compartíamos el ron
que me había apropiado, les preguntamos por el resultado de la operación,
y el cirujano nos dijo que no se había realizado la mencionada intervención
quirúrgica. El problema que tenía el paciente, era un bolo
fecal producido por un agudo estreñimiento e imposibilitado de expulsarlo,
lo llevó a ese estado de gravedad. -Bueno, y cómo se resolvió
la cosa entonces?- Pregunté intrigado mientras todos seguían
con curiosidad el intercambio de palabras con el galeno. -Muy sencillo,
con un susto, eso fue mas que suficiente para que el individuo pudiera
ir al baño, ahora lo tenemos con tratamiento contra la infección.-
-Coño no jodas!, así que el trancazo que se dio contra el
casco le aflojó el mojón al tipo?- -Como lo oyes.- Todo el
mundo se reía a carcajadas con mi pregunta. -Caballeros, no informen
nada de esto al Ministerio de Salud Pública de Cuba.- -Por qué?-
Preguntó el médico sabiendo la respuesta, con el fin de alegrar
un poco la noche. -Porque tu sabes como son los cubanos, son capaces de
recetar una entrada de patadas por el culo, a todo el que se aparezca con
estreñimiento a un hospital.-Sonaron mas carcajadas, hasta que vaciamos
la botella del día y la gente se retiró a sus camarotes.
No puedo precisar exactamente si fue antes o después de este suceso,
que se realizó la votación del referéndum por la Constitución
Socialista en Cuba, si me acuerdo que las urnas estaban escoltada por dos
muchachitos, que fueron sacados de sus escuelas y se encontraban inocentemente
entre los condenados a morir, los colocaron como si fueran los Pioneros,
de la misma forma que se hace en nuestro país. Todos tuvimos que
ir a votar y después de realizado el conteo de las boletas, el Jefe
de la Misión confeccionó un mensaje, que yo tuve que cifrar
para enviarlo a La Habana. Para mi asombro y el de mis compañeros
de viaje, mas de treinta soldados que viajaban a jugarse la vida en esa
guerra, votaron NO a la Constitución Socialista, quién entiende
esto?, nadie por supuesto y puede ser calificado de una burda mentira,
pero así fue. Durante la travesía confrontamos
problemas con la máquina principal en varias oportunidades, y tuve
que cifrar mensajes donde se le pedía la cabeza al Jefe de Máquinas
Tapia, se le pidió su relevo por avión y la respuesta fue
que se le enviaría al dique de Cádiz, donde pasaríamos
a efectuar reparaciones una vez concluida la misión. Como siempre,
yo no podía decirle nada de esto al hombre y hasta Cádiz
mandaron posteriormente al Jefe de Máquinas Arencibia (alias el
bisteck), quién era supervisor de la Empresa, un tipo muy técnico
pero que nunca pudo resolver los problemas del barco, siendo aquello, lo
que salvó a Tapia de la guillotina. A los quince días
de navegación, cuando estábamos apestando mas que los leones
del zoológico de La Habana, el barco disfrazado de carroza de los
carnavales, con papeles sanitarios enganchados en todos los cables de la
arboladura y hasta en la antena del radar, surge ante nosotros una mañana,
un espectáculo risible pero macabro, sobre cubierta eran formados
quinientos hombres totalmente desnudos, dos largas filas de ellos a ambas
bandas y vimos cuando los sanitarios militares los
fumigaban con DDT, primero en las partes de sus genitales y luego los hacían
darse la vuelta y agacharse para fumigarles el trasero.Mientras se realizaba
esta operación ante las burlas de ellos mismos, otros iban llenando
unos tanques de 55 galones con agua potable para que se bañaran,
ese día autorizaron a todos a bañarse. El problema era que
se había detectado un brote de ladillas que había infectado
a esos hombres, después de aquella penosa escena, les dieron algunas
cervezas y convirtieron su desgracia en fiesta. Los días
contados para la llegada iban disminuyendo y la comida ya era pésima,
otros de los mensajes que cifré en esas jornadas, correspondió
a la comunicación que se hacía a La Habana, sobre el hecho
de que cuatro de los soldados que participaban en esa misión, se
habían declarado homosexuales y estaban bajo arresto para su inmediato
traslado a Cuba, yo creo que además de haberlo sido o no, los tipos
fueron bien inteligentes, al menos escapaban de una aventura de la cual
no tenían la seguridad de regresar. Tres días
después de la primera fumigación, se detectó otro
brote de ladillas en la bodega Nr.5 y nuevamente las largas filas sobre
cubierta para realizar el mismo procedimiento, ese día nos bañamos
de nuevo y todo terminó en una fiesta como la vez anterior.
Dos días antes de llegar se agotaron los víveres de las tropas
y comenzaron a darle salida a la comida de la tripulación, esta
era una mala noticia, pues no sabíamos el panorama que nos encontraríamos
en Angola e ignorábamos si existía posibilidad de reabastecer
al buque. Llegamos una mañana al puerto de Luanda, para
la recalada utilizamos unas fotocopias de cartas náuticas de la
zona, que me entregaran en Cárdenas, cuando observo la fecha de
la última corrección que se había realizado en ese
mapa, esta databa de 1959, por lo que no era de confianza la información
que nos brindaba, la suerte era que este puerto no era complicado, ni existía
tráfico marítimo que pudiera complicar la operación,
fuimos conducidos al interior de la rada por un Capitán cubano que
llevaba varias semanas en el puerto, quién nos condujo directo a
un muelle. Todo ese tiempo, las tropas permanecían dentro
de las bodegas para que no fueran observados por el personal angolano que
laboraba en el puerto, yo salí con el enfermero Castañeda
en un vehículo militar, hasta un almacén de medicinas del
ejército portugués para abastecer al buque, ya estaba tomado
por los militares cubanos, de allí fuimos hasta un hospital, donde
nos mostraron a varios prisioneros de guerra, entre los que se encontraba
uno nombrado Grillo, después de este recorrido regresamos al barco.
Me dio mucha tristeza no encontrar a mis compañeros de viaje, ellos
se habían marchado dejándome una noticia con sus direcciones
de Cuba y dentro del closet, varias latas de leche y chocoleche condensadas
para mi viaje de regreso. Ya me había acostumbrado a ellos y ahora
comenzaba a extrañarlos, todos los documentos estaban en orden y
en el lugar donde siempre los escondíamos, había partido
también el hijo de puta de la contrainteligencia y el guanajo de
la inteligencia naval. Teníamos orden de conducir a las tropas hasta
el puerto de Lobitos, pues ellas irían directamente a la región
de Cunene, que era el último reducto de aquella guerra. Esa noche
permanecimos en el puerto mientras se ultimaban detalles y nos abastecíamos
de agua
potable, Cebolla y yo salimos a caminar un poco por el malecón de
la ciudad, Luanda era bella y mucho mas moderna que nuestra capital, solo
que en esos momentos se encontraba en una especie de estado de sitio, por
tal razón no se observaba a nadie por la calle, caminando por el
puerto en busca de la salida, vimos una gran cantidad de contenedores con
efectos personales que habían sido violados, sus pertenencias correspondían
a personas que tuvieron la intención de abandonar el país
ante la presencia de la guerra, pero desafortunadamente el tiempo no les
alcanzó para embarcar sus cosas, las que ahora eran hurtadas sin
piedad, por angolanos y cubanos. Cuando caminamos un poco,
dio inicio a una fuerte lluvia que evadimos en los portales de unos centros
comerciales, después que el agua disminuyó, emprendimos nuestro
regreso. Salimos temprano con destino al puerto de Lobito,
en Luanda dejábamos atracados a varios barcos cubanos y rusos, en
sus operaciones de descarga de armamento, todos los barcos nuestros parecían
carrozas de carnavales, los papeles sanitarios continuaban engalanándolos,
no había tiempo para el lujo de la limpieza y de esa misma manera,
tendrían que abandonar el puerto, sus cascos mostraban las huellas
de las heces fecales y el orine que corrieron durante varios días
por ellos, el nuestro no escapaba de aquel espectáculo, solo fue
posible verlo cuando estábamos atracados. En Lobito
fuimos directo a muelle y las operaciones de descarga eran realizadas por
estibadores cubanos, a quienes trajeron desde Cuba para estos fines, entre
ellos yo conocía a algunos del puerto habanero, delante de nosotros
se encontraba atracado el buque Onix Island, yo conocía a dos de
sus Oficiales de Cubierta, uno era de apellido Yordi y el otro era Octavio
Justiz Casariego, quién fuera compañero de estudios, en el
Moncada se encontraba otro Oficial de nuestra escuela, quién es
amigo mío y se encuentra en estos momentos en el exilio aquí
en Montreal, la noche de la llegada, los médicos se encontraban
bebiendo en mi camarote, cuando llegaron por ellos con urgencia, en la
ciudad le habían dado un tiro a boca de jarro a un guardia en el
abdomen, quedaba un solo galeno portugués en todo el pueblo y la
suerte fue que los nuestros no habían marchado al frente, salieron
precipitadamente en un jeep que los esperaba en el portalón, cebolla
y yo continuamos conversando y los esperamos hasta tarde en la madrugada,
afortunadamente pudieron salvar al hombre. En la mañana
el barco estaba casi vacío y vimos a la caravana alejarse lentamente
mientras los soldados nos decían adiós con las manos, otros
silbaban y en ese momento me dio por salir corriendo hasta el puente y
despedirlos con una larga pitada. Cuando dejamos de ver al último
vehículo, fue que nos dimos cuenta de la montaña de madera
que había en un espacio del muelle, eran las literas de los soldados
desarmadas en pedazos y aun así aquella madera acumulada de otros
barcos junta con las del nuestro, formaban esa inmensa loma. Nos preparamos
para partir, allí los guardias nos habían suministrado de
víveres, cuatro chivas vivas y cinco racimos de plátanos,
en la gambuza solo quedaban dos sacos de arroz y unas cuantas latas de
carne rusa, eso era todo para poder llegar a las Islas Canarias.
El silencio nos invadió nuevamente, el barco parecía tripulado
por fantasmas y no nos dábamos cuenta que esa era nuestra vida,
solo había sido rota esa tranquilidad por una guerra, detrás
de nuestra estela quedaban hombres de los que olvidaríamos sus nombres
y rostros, hombres a los que no veríamos mas nunca, hombres que
no existieron en nuestras vidas. -Compadre,
por qué no dejas un poco esta monotonía y nos vamos a tirar
un poco de tiritos?- -Porque yo no soy guardia ni me interesan las armas.-
Le contesté a un telegrafista de la Flota Pesquera que estaba trabajando
en la base que tenían en Lobito. -Oye viejo, vámonos a dar
una vuelta por ahí aunque sea.- Dijo Lazarito el Sobrecargo para
apoyar la invitación del Tele. -Coño no jodan!, si tienen
tantos deseos de salir arranquen de una vez y no insistan tanto.- Respondí
algo molesto. -Mira!, esto está empezando ahora y tienes que tomarlo
con espíritu deportivo, embúllate compadre, en el carro tengo
un AKM y una Pepechá, con cual de las dos quieres tirar?- Volvía
a la carga el telegrafista. -Bueno qué, nos vamos?-Preguntó
Lazarito. -Donde vamos a tirar?-Pregunté. -Coño!, al fin
se entusiasmó el tipo.- -Es fácil, nos llegamos hasta una
represa que está en las afueras del pueblo de Catumbela, es mas,
si quieres después nos llegamos a un central azucarero que hay en
ese pueblo, allí trabajan unos cubanos buena gente.- -Mejor nos
vamos a los tiros, no quiero saber mucho de los cubanos de acá,
los tiros nos vendrían bien para cualquier eventualidad.- -Entonces
andando se quita el frío.- Dijo Lázaro mientras se levantaba
del sofá. El telegrafista nos mostró antes de
montar en el auto, las armas que guardaba en el maletero, las sacó
y las llevamos con nosotros, pasamos por Catumbela y seguimos de largo
por la carretera, luego de recorrido un corto trayecto, el Tele se desvió
a la izquierda tomando un sendero o guardarraya, era un camino de tierra
como los de cualquier campo cubano, a la izquierda nuestra nos quedaba
un río durante todo el viaje, mas o menos a la mitad de la distancia
entre la carretera y la represa, nos encontramos con un quimbo (casa de
campesinos con paredes de barro y techo de paja), como estaba situado al
lado de un arroyo, la familia completa se estaba dando un delicioso baño
en él, todos estaban desnudos, mujeres y niños.
Llegamos a aquel afrodisiaco paraje y a los pocos segundos todos los pájaros
que se encontraban en el área, salieron disparados como balas por
nuestras detonaciones, unas veces en ráfagas y otras tiro a tiro,
cuando agotamos casi todas las municiones, emprendimos el regreso. -Los
voy a llevar al cementerio de Catumbela, para que vean las tumbas de los
cubanos.- Dijo el telegrafista mientras conducía a bastante velocidad
por aquel terraplén. -Coño compadre, no se te ocurre una
mejor idea?- Protestó Lazarito. -Creo que es una magnífica
idea.- Le dije. -Mira quién habla ahora, el que no quería
salir del barco.- -Vamos para allá tele, con mirar no se pierde
nada.- -Oka, está en el mismo pueblo.- Parece que el
telegrafista se conocía aquella región, de la misma manera
que yo dominaba La Habana, no existía un hueco en el área,
que aquel bicho no se conociera, ni lugar donde no lo conocieran a él.
-Miren!, todas esas crucecitas con numeritos corresponden a los cubanos.-
-Carajo!, pero hay demasiadas, habrán caído tanta gente en
esa guerra?- -No son solamente los de la guerra, súmales los que
caen constantemente en emboscadas, minas, enfermedades, etc.- -Está
bien lo que me dices, pero hay muchas cruces para solo un año, cuantas
habrán cuando termine esta aventura?- -Eso te lo puede responder
solo Dios.- Lazarito permanecía en silencio como impresionado. -Pensar
que nosotros podemos formar parte de esas filas.- Expreso cuando salió
del mutismo en que se encontraba, nos sentamos a la sombra de un árbol
a fumarnos unos cigarros. -Caballeros, que será de esas pobres familias?,
cuando podrán enterrar a sus muertos y llorarlos en su tierra?-
Preguntó el Tele. -Cuando le salga de los cojones a patillas, ese
será el día.- -Afloja mi socio.-Sugirió Lazarito.
-Afloja por qué?, nada mas estamos nosotros aquí.- Le respondí
-Te lo digo porque siempre te explotas y esto lo puedes soltar donde quiera.-
-Lo mas triste de todo esto es que; cada pueblo tiene su cementerio, a
saber cuantos infelices andan enterrados por ahí.- Agregó
el telegrafista. -Saben una cosa?, muchas de esta gente murieron porque
tenían que morir, estaban condenados a muerte desde que salieron
de Cuba.- -Oye mi hermano, ahora si que me has dejado botado.- Intervino
Lazarito. -Ahora les explico, cuando yo traje a las tropas a bordo del
Renato Guitart, momentos antes de salir la tripulación fue reunida
en el comedor de tripulantes, allí se presentó un Mayor del
MINFAR, para leernos un comunicado que enviara Fidel y Raúl, después
de toda la trova sabida del honor de la misión que salíamos
a cumplir, se nos ordenó: que en caso de que el buque fuera detectado
por fuerzas navales norteamericanas, nosotros teníamos que encerrar
a los soldados en las bodegas y proceder a hundir el buque con ellos adentro,
que en ningún momento podíamos caer en manos del enemigo
y que la palabra rendición estaba borrada del diccionario cubano.-
-Rayos! eso sería un genocidio.- Dijo el Tele. -Ven acá!,
y de la vida de la tripulación qué?- -Se supone que nos teníamos
que inmolar con ellos.- Le respondí. -Compadre!, me has puesto los
pelos de punta, tu le has contado esto a alguien?- -A nadie, solo a ustedes,
pero eso lo saben todos los tripulantes que viajaron cuando la guerra con
las tropas.- -La vida de nosotros no vale nada, ese tipo puede hacer con
ella lo que quiera.- -Ya tu lo dijiste, por favor, no comenten nada, algún
día se sabrá toda la verdad. Al telegrafista
no lo volví a ver mas nunca en la vida, Lazarito no terminó
su misión por problemas de borracheras, a mi llegada a La Habana
lo visité en un horrible cuartucho de un solar en La Habana Vieja,
su niñito tendría apenas un año, hoy debe tener veintidós,
Lázaro se fue cuando el Mariel y poco después lo mataron,
al parecer se vinculó a la droga, era de la generación del
hombre nuevo que soñara el Che y militante de la Juventud Comunista.
Yo visité varios cementerios en mi estancia en ese país,
me cansé de contar crucecitas con números, crucecitas que
bien serían de Miguel, José,
Cheo, Mongo, Nicolás, Andrés, Pedro, Jesús, quienes
nunca debieron morir tan lejos, pero que murieron al fin, hoy mas que nunca
caben las preguntas, por qué?, para qué?, por quién
murieron? Algunos de los infelices que viajaron en nuestros
barcos, todavía se estarán colgando esas viejas y oxidadas
medallas en sus pechos, los días de celebraciones castristas en
nuestra patria, los pobres desconocen todo esto que hoy les cuento, podrán
aparecer marionetas sin pudor a tratar de desmentirlo, ellos serán
dignos de lástima y morirán como siempre han vivido, se llevarán
a la tumba su silencio para así permitir que pueda repetirse la
historia, porque esa revolución necesita de los muertos para alimentarse.
Dios es mi testigo, testigos también son los muertos, ellos pueden
hablar ahora como yo lo hago, porque somos libres, porque queremos que
se acabe esta historia. Aquel perro tenía mucha razón
para mirarme de esa manera, fijo a los ojos, sin pestañear, sin
mendigar en el estado en que se encontraba, pude ver en sus ojos un rayo
de piedad, él sentía pena por mi, de verdad que es el único
amigo que tiene el hombre, el hombre no tiene amigos, el maldito y sucio
perro me miraba con lástima y tenía mucha razón, él
solo tenía enfermo el cuerpo y este era curable, yo era un desgraciado
que tenía enferma el alma. Con mucho amor
a los hijos de todos aquellos que tenían números en sus cruces,
a las madres que solo pudieron llorarlos cuando lo quiso un canalla, a
las esposas y hermanos, esto que les brindo es solo una pequeña
parte de aquella larga historia, que han tratado de borrar con el tiempo.
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.
02-09-1999
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