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con todos cuando voy a Miami es casi imposible, entre semana la gente se
encuentra ganándose la vida, y cuando llegan los días de descanso todos desean
acapararme. No es que sea importante, es que son demasiados los familiares y
amigos, siempre se queda alguien con esos deseos y al partir siento pena. Ese
sábado ya había cumplido un compromiso y quise pasar unas horas en casa de mi
prima Cuca, la llamé por teléfono y me dijo que enviaría a su marido por mí.
A ella no le decían así en Cuba, mi abuelo le ponía apodo a todos sus nietos
y en su caso le tocó el de “Negra”, debió haberlo hecho por el color de su
piel canela. Yo le puse Cuca desde la primera vez que nos encontramos en Miami
en el 95, fue por aquella obra de teatro llamada “Cuca la balsera”, porque
mi prima era eso, una balsera, lo es, digo yo. Fue
en casa de otra prima por parte de padre cuando la vi por primera vez desde hacía
un millón de años, era así en la isla, nos pasábamos muchos años sin vernos
y coincidíamos solamente en los velorios, la última ocasión fue en la
funeraria de Guanabacoa en el velorio del tío Fausto. Cuca
conservaba mucho de la belleza que siempre la había acompañado, pero sobresalía
ese carácter jodedor que poseyó desde pequeña. Debo decirles que por donde
ella pasaba paralizaba el tráfico, no era una mujer alta, más bien pequeña
pero todo cronometradamente distribuido. Su carita era la de una muñeca, una
perfecta dentadura que invitaba a ser admirada en cada sonrisa. Su pelo negro
como el azabache y largo hasta la cintura, era la locura de todos los hombres
que la miraban, le llegaba hasta las mismas nalgas, lacio y suelto a voluntad
del viento. Su cuerpo podía despertar el apetito de cualquiera, era bella mi
prima. Ese
día llegaron en un cacharrito que le habían regalado, hacía solo unos meses
que se encontraban en Miami, yo estaba en el patio compartiendo con varios de
mis primos por parte de padre, era la primera vez que los veía y yo era el único
primo que conocían, los demás están en la isla, yo era el homenajeado. -¡Coño
qué viejo te has puesto!- Fue su saludo en pequeña ráfaga disparada a boca de
jarro mientras me abrazaba, saludé a su marido y al niño que no conocía. -Los
años no pasan por gusto, pero no olvides que yo soy más viejo que tú.- Le
contesté y me dispuse a presentarles a toda la familia. Al rato le dediqué
toda mi atención y me interesé por su salida de la isla. Mis otros primos le
prestaron la misma atención, y es ahí donde nace Cuca la balsera. -Ay
mi primo, no es fácil, tú debes saber que tuve varios intentos de salida
ilegal del país, siempre nos agarraron y nos metían presos, me salvó la
campana el último intento.- Fue una introducción mientras rebuscaba recientes
recuerdos en su memoria. -No
creo que haya sido fácil lanzarse al mar en una balsa con un niño de nueve años.-
Le manifesté para darle aliento a continuar. -Mira
muchacho, yo no sé ni cómo carajo construimos aquella balsa y menos aún cómo
flotaba. Nos pusimos de acuerdo un grupo y tú sabes como es eso en la isla, no
hay materiales para nada, unos traían clavos, otros una tabla, una cámara de
camión que se robaban, en fin, cuanta mierda aparecía tenía un valor increíble,
hasta que estuvo armada nuestra nave. No quiero narrarte el trabajo que pasamos
para transportarla desde el Cotorro hasta la playa del Chivo, pero eso no fue lo
peor, lo más difícil fue lanzarla al agua y para eso nos ayudaron mucha gente.
Por suerte estaba autorizado largarse al carajo y los policías no se metían en
nada, eso si, los hombres tuvieron que ponerse duros porque mucha gente
intentaba embarcar y no había espacio para tantos, suerte que mi marido llevaba
un machete por si las moscas. Así logramos hacernos a la mar después de
arrojar al agua varios trabajitos de santería para que nos diera suerte. Hizo
una pausa y bebió algo de la cerveza de su marido que permanecía en silencio a
su lado. -Y
tú, ¿no tuviste miedo?- Le pregunté al chamaco que estaba a mi lado, me
respondió con un movimiento negativo de cabeza, se mantenía tranquilo
siguiendo el ritmo de la historia. -¿Miedo?
Hay mijo, ni te imaginas las cosas de este cabrón.- Respondió mi prima. -Lo
que no puedo explicarme es, ¿cómo rayos lo dejaron embarcar en una balsa?, es
un niño, ¿nó?- -Mi
primo, él es un hombre, yo los vi embarcar de brazos y la policía no decía
nada, eso era lo que tenían orientado me imagino, sabe Dios cuántos quedaron
en el camino.- -¿Y
no tuvo miedo?- -¿Miedo?
Mira muchacho, cuando ya la costa estaba perdiéndose de nuestras vistas, se
desató una marejada que ni te cuento, la que sintió terror fui yo. En eso, un
médico que iba con nosotros se pone a vomitar el pobre, no paraba de hacerlo y
temí lo peor. Bueno, en una de esas dice el médico << ¡Caballeros vamos
patrás,no aguanto más! >> ¿Qué
tú piensas se le ocurrió decir a este cabrón?- -Ni
me imagino, tal vez tenía deseos de regresar también.- -Que
poco lo conoces, se paró en medio de aquel bamboleo intenso y gritó con todas
sus fuerzas, <<¡Patrás ni cojones, pa la yuma coño!>>, de verdad
que me asusté. Todos los que seguían la narración se echaron a reír y el niño
se sintió héroe, lo era, no lo dudo, y hoy el médico debe estar acordándose
de él. -Compadre
eres un caballo.- Fue todo lo que se me ocurrió decirle mientras le pasaba el
brazo sobre el hombro. -Pues
eso no fue todo mi primo, la situación del mar empeoró, en eso y atacada por
los nervios quién te dice que me baja la regla, creo que se me adelantó la
fecha.- -Ya
sé lo que viene detrás, pero cuéntalo para que la gente lo sepa.- -La
balsa se rodeó de tiburones, eran unos diez, imagínate el agua que embarcaba y
la sangre que salía con esa agua los tenía alborotados, cundió el pánico y
alguien hizo referencia a lanzar a uno al agua para salvar a los demás, fue ahí
que mi marido sacó el machete y echó cuatro cojones para calmar a la gente.
Aquellas horas con la balsa rodeada de escualos fueron infinitas y el silencio
nos invadió, no creo haber rezado tanto en mi vida.- -Y
no calculaste más o menos la fecha antes de dar ese paso.- Preguntó una
argentina que se encontraba entre nosotros. Tuve deseos de mandarla más allá
del carajo y decirle de paso comemierda. Pero bueno, es la ingenuidad del que no
conoce aquello y el desespero por abandonarlo. Tal vez pensó que era un evento
parecido a la Luna de Miel o un viaje en un crucero, creo que para ambas
situaciones las mujeres se tomen el trabajo se hacer sus cálculos. Pero coño,
para lanzarse a una aventura como aquella no se piensa dos veces, solo hay dos
alternativas, se llega o no se llega. Todos la miraron y Cuca la ignoró. -Cuando
apareció el barco americano nos vino el alma al cuerpo, solo entonces dejé de
rezar. Nos llevaron para Guantánamo.- -Bueno,
a partir de ese momento supe de tu existencia en la base por Tere.- -Mi
primo, en la base habían cantidad de marinos mercantes que te conocían.- -No
tenía ideas de que marinos se habían lanzado al mar en balsas, tienen que
haber sido aquellos que dejaron fuera de la flota.- -Al
menos conocí a unos diez aproximadamente.- Sentado
en el portal de casa de Sonia y pensando en estas cosas mientras esperaba al
marido de Cuca, veo que se parquea un minivan a la entrada de la casa y
reconozco al marido de mi prima. Cruzamos los saludos de rigor y estuvimos un
ratico más conversando con mi familia. La última vez que lo había visto fue
el primero de Enero del 2000, corría el verano del 2002. Con él venían el
chamaquito que tenía nueve años cuando la escapada, ya era todo un hombre por
la estatura y aunque el padre era alto el fiñe prometía superarlo. Era como si
le hubieran echado abono de crecimiento en las comidas. Me presentaron a otro
muchacho que vino con ellos, siempre supuse que era el traficante y no me
equivoqué. Era
un muchachón bastante fuerte y solo llevaba pocas semanas en Miami, muy
silencioso y serio para su edad, esperaría a tener un poco más de confianza
para hacerle unas preguntas. Nos despedimos de aquella casa y al sentarme en el
carro fue el traficante el que se sentó al volante y me preocupé un poco. El
marido de mi prima le iba dando instrucciones y llegamos bien al edificio donde
vivían, comprendí que lo estaba preparando para la lucha y en Miami es tan
importante tener un auto como un teléfono aquí. El saludo de Cuca fue el mismo
de años anteriores, creo que se empeñaba en hacerme más viejo o deseaba ahora
ocultar un poco la obesidad que comenzaba a invadir aquel bonito cuerpo, sin
embargo, su rostro conservaba mucho de la frescura de su juventud. La casa se
encontraba inundada de un agradable olor a comida, esa debe haber sido una de
las herencias de su madre, mi tía era una excelente cocinera. -¡Coño
qué viejo estás!- Fue todo lo que me dijo mientras nos dábamos un beso. -Chica,
mira que jodes con lo mismo cada vez que me encuentras.- Me tomó de la mano y
me llevó hasta el refrigerador. -Aquí
están, es asunto tuyo servirte, yo sigo en lo mío de la cocina.- Agarré una
cerveza y abrí otra para el marido. -Ven,
te voy a enseñar el apartamento.- Me fue pasando por cada uno de los cuartos y
cuando llegamos al baño me mostró la lavadora recién comprada y la secadora. -Mijo,
ya no tenemos que ir al “londri”, sabes el alivio que se siente.- Yo la
premié con una sonrisa por la palabrita en inglés que me había soltado. Tal
vez no sabe hablar ni cojones pensé, pero que sea feliz y mezcle la lengua como
le de la gana, para eso lucha, para ser como ella siempre quiso serlo. Nos
fuimos para la sala y en una mesita me puso varias cosas de saladito, entre
ellos unos deliciosos camarones que yo bañaba en una salsa picante. Su marido y
yo hablábamos de música mientras me ponía uno que otro disco, y aunque el
aire acondicionado se encontraba puesto yo no lo sentía, aún estando en
camiseta. Empeoraba la situación unos muebles de estilo tapizados con un
terciopelo muy fuerte que me obligaba a estar separado del espaldar, era como si
estuviera sentado como un fakir en un asiento de clavos o agujas. En un momento
llegó ella nuevamente. -Mi
primo, nos mudamos para un “guarejaus” más grande.- Me dijo ella y fingí
no saber nada. -¡No
jodas! ¡Qué bien carajo! Entonces las cosas van marchando.- Dije haciéndome
el bobo. -Si,
el lío es que en el otro teníamos una campana para pintar y estaba prohibido
en la zona.- Intervino su marido y yo me dije, << Así que campana,
pintura y zona, ¿no habrá sido que a media cuadra había un Gogó donde las
mujeres bailan encueras?>> Me reí interiormente y sabía de los celos que
se manda Cuca. -Si,
las cosas van marchando gracias a Dios.- Intervino mi prima, pero se me había
olvidado contarles que ellos estuvieron trabajando muy duro en una fábrica, se
dedicaron a un oficio que nunca en sus vidas habían trabajado y lo aprendieron
muy bien con la vista puesta en un futuro que ya comenzaba a brindar sus frutos.
En la isla vivían del invento como todos los cubanos y siempre con el miedo
latente a caer presos. Un día se llenaron de valor y se independizaron,
arrancaron como todos, con la incertidumbre de perder o triufar. Hace solo unos
minutos y mientras escribo estas líneas he hablado con ellos, puedo asegurarles
que triunfaron aquellos balseros. -Cuanto
me alegro mi prima, ustedes se lo merecen.- Me viene a la mente cuántos
sacrificios fueron necesarios para llegar hasta esto, cuánto les costaría
sacar a los dos muchachos restantes de aquel infierno, esto lo conozco en carne
propia y por eso lo valoro. En lo que busqué dos cervezas más entró el mayor
con su noviecita, una chica cubanita también y muy agradable. Tengo que
aclararles que ninguno de los tres hijos son del mismo padre, pero eso no los
impide de llevarse como buenos hermanos y que sean una hermosa familia. En este
aspecto mi prima me recuerda a las molinesias y me río cuando pienso en ello.
Los que tienen pecera saben de lo que hablo, una molinesia tiene relación con
un molinés y si en lo que está en período de gestación mantiene relación
con otro u otros le pare a cada uno de ellos en el mismo parto. ¡Vaya! Que no
es el caso de mi prima ni ocho cuartos, ella parió uno de cada esposo que tuvo,
pero por esos caprichos de la mente jodedora de los cubanos, le encuentro ese
parecido y lo escribo, pero solo por joderla. En uno de esos instantes que
quedamos solos en la sala el traficante y yo, me lancé al ataque. Debo confesar
que aún conservaba rasgos de esa “rutina” que se vive en los barrios
populares de La Habana, bueno, tal vez mucha gente no me entienda. La
“rutina” es el “ambiente”, el “aguaje”, el “avance”, pero con
esas palabras tampoco entenderán nada, digamos mejor “guapería”. No
era algo muy desarrollado en él para haber vivido en el Cotorro, pero se le salía
a flor de piel involuntariamente, esto no lo podrán detectar aquellos que no
nacieron y vivieron en la isla. Se descubre por la manera de sentarse, mirar,
gesticular, hablar, peinarse, etc. Y como ya les dije, esos síntomas eran leves
y los perdería rápidamente en Miami, pero en aquellos momentos no se podían
ocultar. -¡Ven
acá mi socio! ¿Cómo fue aquello cuando te agarraron preso por traficante?-
Levantó su mirada y me regaló una maliciosa sonrisa, yo sabía la historia,
pero deseaba oírla de su boca. -Ná,
ya sabes como es aquello, te agarran por cualquier cosa.- Fue su respuesta. -Si,
pero coño, tu madre te mandaba dinero todos los meses, creo que el suficiente y
un poco más.- -Yo
lo sé, pero entonces te pones pa las cosas y quieres vivir del invento, llega
el momento en el cual sacas cuentas y dices, bueno, si invierto un dólar y le
puedo sacar tres gano algo.- Se toma una pausa y le doy la razón, yo pensaba
igual que él cuando era marinero, pero el asunto es que lo suyo venía de muy
lejos, era una herencia familiar porque el padre de Cuca era igual. Trabajaba de
carrero en las galletas Gilda y tenía un puesto de fritas en el emboque de
Regla, siempre inventaba algo que le diera unos pesos de más, hoy está muerto
el viejo y lo veo sentado frente a mí en la figura del nieto. -Como
te digo, cuando separaba la plata para tirar el mes comiendo decentemente, el
resto lo dedicaba a los negocios.- -Pero
bueno, ¿en qué te agarraron?- -Mira,
andaba yo por la calzada de San Miguel del Padrón en mi bicicleta, nervioso
como es de suponer, pues en la parrilla llevaba una enorme jaba repleta. Yo no sé
de dónde carajo salió aquel policía que con un silbatazo me hizo señas para
que me detuviera. De verdad que lo hice por comemierda traicionado por el
nerviosismo y ahí mismo caí. Era un hijputa nagüito y sabes que no hay
arreglos con ellos, me pidió el carné de identidad y me dijo que abriera la
jaba que llevaba. Al ver el contenido solicitó un carro patrullero y me dijo
que estaba detenido por traficante.- -¿Te
cagarías entonces?- -Imagínate
tú, la cosa estaba en candela, llegó el carro y cargaron conmigo, la bicicleta
la metieron en el maletero y no me la devolvieron nunca más. Me llevaron en
cana y la vieja tuvo que mandar la plata para pagar la fianza. -¿Por
qué la vieja tuvo que mandar la plata?- -Porque
la fianza la pusieron en dólares.- -Bueno,
¿y qué rayos cargabas en la jaba?- -Papel
sanitario.- -No
jodas chico, ¿tú me quieres agarrar pal trajín?- -Que
no compadre, me llevaron preso por traficante de papel sanitario.- Por poco me
orino de la risa. -Yo
te hubiera llevado por contrarrevolucionario.- -¿Cómo
es eso?- -Por
sabotear las ventas del periódico Granma.- Ambos nos reímos y fui por otra
cerveza. Como
les dije hace un ratico, hoy hablé con Cuca, pero no fue nada fácil empatarme
con ella, cada vez que llamas no hay nadie en la casa, ha cambiado el número
telefónico varias veces, en fin, cuando llamé me salió el mismísimo
traficante. -Oye
muchachón, pásame a la vieja.- Sentí cuando le dijo que era el primo. -Mi
primo, te he dejado un millón de mensajes en la máquina.- -No
seas hija de puta, para empatarse contigo es del carajo y no eres capaz de
agarrar el cabrón teléfono, hasta Tere está con tremendo encabronamiento.- -Primo,
es que no paramos de trabajar.- -Yo
lo sé, oye, te llamaba para decirte que puedes comprar mi libro en Miami, ya
estoy preparando el segundo.- -No
jodas mi primo, ¿y no hablas de nosotros?- -No
vieja, ahora me voy a sentar a escribir una historia sobre ustedes que saldrán
en el segundo, ¿cómo va el negocio?- -Primo
marcha muy bien y te tengo una noticia para cuando vengas.- -¿Cuál?- -Nos
compramos una casa en un buen barrio con “suiminpul” y todo.- -¡Coño!
Hay plata entonces.- -Ya
este año tuve unas ganancias por encima de los 250 de los grandes y vamos a
abrir otro negocio.- -Me
alegro mucho porque de verdad que han trabajado muy duro.- Continuamos hablando
de cosas familiares. Cuca ya formaba parte de la mafia de Miami. Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
26-4-2003.
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