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Qué otro nombre se le pudiera dar a esta
vida dentro de un barco, donde gastas meses y años de tu vida, rodeado
de gentes a los que crees tus amigos, con los que compartes un trago, las
risas de las mujeres en cualquier puerto, los malos momentos durante una
travesía cargadas de peligros, sufres la misma hambre, esa que en
el mar se siente doblemente, porque cuando te asomas a cualquier banda
solo ves eso, agua y cielo, nunca donde mitigarla, causa extremados desvelos
y rugen las tripas como si fueran leones. Pasas con ellos el miedo que
sienten y el que sientes ante un huracán o una galerna, temes más
por sus vidas que por la propia y nunca sabes cuando desaparecieron, porque
en un solo minuto de esa perra vida, te das cuenta que no había
amigos a tu alrededor, solo máscaras falsas que esquivan la mirada.
Así es la vida del marino cubano, muchas veces traicionado por gente por la que luchaste un día, por gente que comió de tu mano y luego la muerde, por eso, hoy desde tan lejos no siento mucho sus desgracias, escribo, porque hay quienes de verdad se lo merecen, necesitan que se conozcan de sus sufrimientos y alguien que hable por ellos. No es fácil vivir en esa situación y es muy dura soportarla, salir de Cuba sin saber si regresas, pasar hambre continuamente, la alimentación en un barco cubano se reduce a las tres campanadas conocidas por nuestros marinos, desayuno, almuerzo y comida. En la mayoría de los casos mal confeccionada y escasa, hasta los extremos de llegar a vaciarse la gambuza a miles de millas de la isla, entonces, el dinero de la comida nunca llega, tampoco el del pago de la tripulación, solo se recibe el del combustible y agua, mas la orden de continuar viaje, como si los barcos fueran tripulados por robots. Meses de abstinencia sexual por carecer de unos centavos, para invitar a una muchacha a un refresco, tampoco te puedes masturbar a gusto, porque una revista porno te puede llevar a la cárcel o en el menor de los casos a la expulsión. Aunque ahora se ha relajado un poco, tener una amiga o mujer en el extranjero era un pecado, ella podía ser de la CIA o bien te podían acusar de desviaciones ideológicas, no puedo comprender como soporté tanto aquella angustia. Vivir rodeado de gente que estaba atento a tus palabras, para luego analizarlas en las reuniones del Partido, cada hombre simple, teníamos a un militante encargado de trabajar con nosotros, muchos fueron tan hijos de puta, que se encargaban de iniciar conversaciones comprometedoras, con el objetivo de destruir al hombre, se debía vivir en un estado de alerta constante, gracias a Dios, existieron hombres buenos que nos filtraban todas esas informaciones. Capitanes que por encima de las desgracias de los marinos, ponían su grano de arena para aumentarla, compraban por debajo de la cantidad autorizada, robaban del dinero de la comida de los tripulantes y para colmo de todo esto, llegaban a La Habana con un informe de viaje donde reflejaban ahorros en los gastos, sometiendo a sus tripulaciones a inmerecidos sacrificios, por ambiciones personales de méritos, que luego eran aplaudido por la dirección de la empresa y el partido, aprobados también por el silencio cómplice, que produce el miedo de los hombres a reclamar sus derechos. Todas estas y muchas más increíbles situaciones, repetidas durante muchos años, acompañadas del deterioro progresivo de la sociedad cubana, téngase en cuenta que los marinos actuales, corresponden a generaciones nacidas dentro del período revolucionario, dieron origen a climas de una invisible violencia y actos que nunca se habían observado entre los hombres de mar, quienes por tradición siempre fueron gente solidaria. Sucedieron hechos aislados que hablan de ello, como lo fue el asesinato de la camarera, la desaparición misteriosa del Segundo Oficial de apellido Coto, ocurrida en aguas del Pacífico a solo unos días por arribar a Panamá, hecho que quedó inconcluso y donde hubo señales que indican, se trataron de borrar evidencias. La agresión de que fue objeto el Capitán Miguel Haidar, quien estuvo en condiciones gravísimas y a punto de perder un ojo. La muerte de otro Oficial en un barco surto en Viet Nam, cuando trataba de descender por el pequeño elevador, utilizado para subir las fuentes de comida desde la cocina al comedor de Oficiales, en procura de algo que comer, casos aislados de puñaladas entre tripulantes. Varios muertos producidos por ingerir alcohol metílico, solamente en el barco “Renato Guitart” ocurrieron tres de manera simultanea, etc., etc. La lista sería interminable y allí, donde una vez se compartió como una verdadera familia, todo se derrumbó de la noche a la mañana, cada vez que finalizaba un viaje, no se podía ocultar el odio reinante dentro de cualquier nave, solo se oye decir; “ Viste, tal barco llegó en candela”, los hombres se volvían cada vez más fieras. Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.
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