El buque “Jiguaní” me reservó
buenas sorpresas durante mi estadía en él , a bordo de esta
magnífica nave posiblemente desaparecida para siempre, conocí
varios paises de sumo interés para mí, fué en él
donde choqué por primera vez con el terreno que debía seguir
el pueblo cubano, sin embargo, aquello no me convenció para nada,
nosotros estábamos muy lejos de parecernos en lo absoluto a los
asiáticos, quienes pecan en exceso por el culto a la personalidad,
además de ser una cultura muy distinta a la nuestra. Pero fué
a bordo de esta nave, donde llegué por primera vez a América,
un continente casi desconocido y vedado hasta ese momento, gracias a los
aportes de la política, que en casi todo momento a tenido la virtud
de dividir a los pueblos. El “Jiguaní”me llevó a Chile y
después a Venezuela, donde viví hermosas aventuras cuando
ya conocía de varias culturas.
Después de reparar en
Hong Kong, el buque fué asignado para cargar en Corea del Norte,
malamente llamada Democrática, transcurrida nuestra nevegación,
arribamos al puerto de Hunnang, creo que es el principal de Corea, el paisaje
que brinda al visitante es bastante triste y los colores que reinan, solo
los observé en pocos lugares, desde el gris sucio al negro que producen
el abandono, la falta de mantenimiento y un buen toque de pintura, similares
colores los encontrará en La Habana Vieja y Birmania, desde el mismo
momento de nuestro atraque, se instalaron bocinas a lo largo de toda nuestra
eslora, de una forma similar a como hicieron en China y a los pocos minutos
iniciaron un concierto que no terminó hasta nuestra salida, durante
las veinticuatro horas de forma ininterrumpida, por suerte para nosotros
las portillas (ventanas) de nuestros camarotes se cerraban herméticamente.
Bajo la escala del buque fué
puesto un guardia, al que debíamos mostrar el pasaporte cuando bajábamos
a leer los calados en la entrega de nuestras guardias, el aspecto de los
estibadores era mas lamentable que el de los chinos, sus ropas estaban
en mas mal estado y mas sucias. El puerto estaba en las cercanias de una
pequeña loma, donde se observaba la presencia de una bateria anti-aerea,
cuyos cañones se mantuvieron en la misma posición durante
todo el tiempo que permanecimos allí. La carga era llevada hasta
el costado del buque por unas locomotoras de vapor adornadas de banderas
rojas, fotos de Kim Il Sung, y en la misma proa de ésta, por un
caballo alado llamado de Chullima.
No podíamos salir a la calle
y el mayor recorrido que estaba permitido era hasta el Club de los Marinos,
situado dentro del area del puerto, cualquier intento de contacto con los
coreanos era nulo, por varias razones y entre ellas la principal debe haber
sido el temor a ser delatados por sus compañeros y la perenne presencia
de los represivos comisarios politicos, otra era, que en este país,
excepto la gente destinada para ciertas labores del gobierno, nadie habla
otra lengua que no sea la materna.
Ya pertenecía a la Union de
Jovenes Comunistas, habia sido atrapado por esta máquina devoradora
de jóvenes y en esta condición fuí invitado a una
cena con los miembros del mando y el Nucleo del PCC, junto al Embajador
de Cuba y las autoridades políticas del puerto, en la sede del Club
de los Marinos. La cena fué abundante y muy aburrida, era demasiado
protocolar para mí, pero no puedo negar que disfruté de excelentes
platos coreanos.
En aquellos tiempos, se acostumbraba
invitar a las tripulaciones a diferentes excursiones en muchos paises,
pagadas por las embajadas, parece que habia dinero ya que todavía
no nos habíamos involucrados en guerras de gran envergadura como
la de Angola y Etiopía, a partir de éstas ya el dinero no
aparecía ni para garantizar la comida a bordo. Fué así,
como partí al dia siguiente rumbo a Pyongyang, capital de la República
Popular y Democrática de Corea. Salimos de noche desde el barco
después de pasar varios controles, que superamos sin dificultad
auxiliados por personal de la embajada cubana, y a bordo de una minivan
fuimos trasladados hasta la terminal de trenes de Hunnang, nos pasaron
a un salón preparado solo para extranjeros en espera de nuestra
salida, teníamos prohibido llevar cámaras fotográficas.
Abordamos nuestro coche litera púlcramente
limpio, iríamos dos por cabinas y en ese coche no viajaba coreano
alguno, solo nosotros que éramos un grupito de ocho personas, en
la mesita encontramos un agua gaseosa que ellos conocen como saida o algo
así, mas un termo de té sin azúcar, bueno, como no
se veia nada para el exterior y no teníamos mucho tema del que hablar,
nos acostamos temprano. Cuando amaneció entrábamos en la
Capital, una vez allí nos llevaron directamente al hotel, este era
uno de los mejores en aquel entonces y tenía el mismo nombre de
la ciudad, quedaba frente al teatro de la ópera, durante nuestro
recorrido pude observar una ciudad muy limpia y mucho mas joven que La
Habana, pero padecía de un mal común en casi todo el campo
Socialista, la monotonía arquitectónica.
Después de asignadas las habitaciones,
dos por cada una de ellas, con dos camas separadas por un gran cuadro a
relieve del Camarada Kim, mi compañero y yo decidimos no hablar
nada dentro de ella que fuera comprometedor, por la duda de que existiera
algún micrófono oculto, paranoia del que conoce este sistema,agravado
por el rigor aplicado en Corea, desayunamos y comenzó nuestro recorrido
dirigido, años después cuando veia a los turistas en Cuba
guiados como ovejitas, me acordaba de este viaje.
Primero nos llevaron a un bello parque
situado en lo alto de una colina junto a un rio, ahora no puedo recordar
su nombre porque han transcurrido muchos años, fué donde
nacio el Camarada Kim Il Sung, en toda su área estaba prohibido
fumar, aparte de nuestro traductor fuimos acompañados por una guía
del lugar, cuando pasamos junto a un árbol rodeado por una pequeña
cerca que bloqueaba la proximidad al mismo, la guia nos dijo que allí
la mama de Kim lo columpiaba cuando era niño, después pasamos
por un area de cesped cercado tambien y nuestra guia con mucha devoción
nos manifestó, que en ese lugar Kim se habia peleado con un niño
japones, luego nos condujeron al lugar o santuario donde habia nacido el
camarada Kim, yo sé que muchos no lo creerán era un pesebre
igualito que el que nosotros construimos para adornar nuestro árbol
de navidad, el camarada Kim habia nacido en las mismas condiciones que
el niño Jesús, bueno, para que cansarlos con este recorrido
por aquel santo lugar, alli todo estaba prohibido, nada se podia tocar,
no se podía hablar en vos alta, etc, etc, etc.
De allá fuimos a almorzar al
hotel y teníamos unas horas de descanso hasta la noche en que nos
llevarian a una Opera, pregunté si podia caminar por la calle y
como me dijeron que sí lo traté de hacer, pero al salir del
hotel, fuímos seguidos por dos agentes que al acelerar nuestro
paso ellos lo hacian y viceversa, consideramos que lo mejor era regresar
al lugar de origen. La cena fué magnifica, en el restaurant solo
estaban ocupadas dos o tres mesas de extranjeros, el hotel estaba casi
vacio y el tiempo hasta la tarde lo gastamos en el loby del mismo, donde
no habia mucho tránsito de personas.
Serian las seis de la tarde o las
siete cuando nos llevaron al Gran Teatro de la Opera de Pyongyang, solo
teniamos que cruzar la calle, allí fuimos conducidos a un salon
de recepcion para extranjeros, donde nos ofrecieron un té de bienvenida
en lo que esperábamos el inicio de la obra, iniciada esta nos llevaron
al gran salón, un magnífico teatro con capacidad para centenas
de personas, la orquesta sinfónica sería de unos cien músicos
y el coro sobrepasaba esta cantidad, situado a ambos lados de la orquesta,
nos llevaron hasta las primeras filas de asientos y una vez allí,
levantaron a los coreanos que ocupaban los asientos para sentarnos a nosotros,
aquello me produjo verguenza y me asombró la mansedumbre de las
personas que fueron perjudicadas por nuestra presencia, sin manifestar
la mas mínima protesta se levantaron y se marcharon.
La ópera se titulaba “La Florista”,
era traducida al inglés y francés por medio de unas pantallas
ubicadas a ambos lados del escenario, de verdad que era una bellísima
obra, la música era excelente y durante un pasaje de ésta
muy triste, todos los coreanos comenzaron a llorar, en eso, el traductor
nos preguntó por qué no llorábamos tambien, y le respondí
que no encontraba la razón pués aquello no dejaba de ser
una obra, y creo que el tipo nos interpretó como una gente sin sentimientos
o algo así, ya que en el intermedio insistia acerca de lo mismo.
Al dia siguiente nos llevaron al Museo
de la Revolución, un gigantesca obra con mas de cien salas de exposición,
fué imposible recorrerlo en el dia, este se encuentra en lo alto
de una loma que domina parte de la ciudad, pero sobre ella resalta una
enorme estatua del camarada Kim, escoltada por dos columnas escultóricas
a ambos lados, de mas de cien metros de longitud, donde se reflejaba la
historia de Corea, desde los simios hasta los obreros que enarbolaban las
banderas rojas. Todo lo mostrado en el museo, era gracias a la iniciativa
del gran camarada, incluyendo su construccion, y es bueno destacar que
si el camarada se montaba en un autobús, este era sacado inmediatamente
de circulación para ser expuesto después en algún
museo, todo lo que el camarada tocaba o miraba, se conservaba como algo
sagrado.
El tercer dia nos llevaron al parque
zoológico de la ciudad, construido por iniciativa y bajo la dirección
del camarada Kim, no puedo negar que era realmente excepcional, muy grande
y verdaderamente hermoso, pero me molestaba que tambien los animales estuvieran
vinculados a la historia del Camarada Kim, al extremo de ser casi parientes
de él. Uno de los elefantes fué un regalo de Ho Chi Min,
un cocodrilo era un regalo de Fidel, y así cada animal tenia su
historia guerrillera como la del elefante que combatió en la batalla
de Diem Biem Phu( no sé si está bien escrito), después
en la tarde nos dieron una cena de despedida y el retorno a Hunnang se
hizo de noche también.
Nos pasamos mas de un mes en las operaciones
de carga, tiempo muy aburrido y en que solo nos entreteníamos jugando
beisbol dentro del área del puerto, ya que no se permitía
pescar tampoco. Corea tenia en ese entonces un solo canal de televisión,
con muy pocas horas de transmisión dedicadas por entero a proyectar
la figura del gran camarada Kim, escenas del pueblo rindiendole tributo
en todo momento, etc.
Partí de Corea con muchas mas
interrogantes sobre el futuro de mi pais y también sobre el sistema
socialista, hasta ese momento solo habia visitado a China y Viet Nam en
plena guerra, con el cual me solidaricé por la destrucción
que ví, pero en la medida que me documentaba sobre el sistema en
sí, crecia dentro de mí una apatía y descontento que
se reafirmó años después cuando conocí a casi
todo el campo socialista, siendo mi gran desilusion el primer contacto
con la extinta URSS.
Mientras tanto, nuestro pueblo solo
podia consumir la información y propaganda que le ofrecía
el régimen, presentando a estos paises como ejemplos a seguir y
muchos ingenuos lo creian todo, trabajaron con fé sometidos a innumerables
sacrificios en aras de un futuro incierto y de un pais que nunca existió.
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.
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