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 ESTA ES TU CASA FIDEL
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     Yo era un chamaco y no recuerdo cual fue el cabrón comerciante que se
dedicó a vender unas chapillas metálicas con esas consignas que decían;
"Patria o Muerte Venceremos" y otras que expresaban; "Esta es tu casa Fidel"
.
  Se vendieron por millones y cada cubano las clavó en las puertas de su
casa, se demostraba con eso la simpatía que se sentía por el nuevo líder y
la causa que les había vendido a una población al borde de la desesperación.
Algunos las pusieron por miedo a sentirse fuera de las nuevas corrientes que
dominaron el ambiente de la isla.
  Hace solo unos días conversaba con el mejor amigo que he tenido en todos
los tiempos, sobre él escribí en mi relato "Apuntes para mi entierro",
estudiamos juntos y llegamos a ser como hermanos. Hoy se encuentra en España
invitado por su hijo, pero ésta es una historia extremadamente larga para
contarla.
  Eduardo entre la emoción que sentíamos por poder hablar libremente, lo
cual nos fue imposible mientras se encontraba en Cuba, me dio noticias muy
desagradables de nuestros antiguos compañeros de estudio, yo no podía
separar el oído del audífono.
-¡Oye! Amancio se murió, a Carlitos cantina le dio un infarto por África,
Bismarck Corella falleció también, el Pichicoqui  se dio candela en el
malecón de La Habana, Gilberto es un ancianito.................- Yo lo
escuchaba y en la medida que hablaba se me partía el alma, Eduardo no me
estaba hablando de ancianos, se refería a gente de unos cincuenta y tantos
años, entonces me llegaba a la mente toda esa propaganda que se refería a la
longevidad de los cubanos, no se me ocurrió preguntarle por su estado, yo
sabía que estaba calvo y arrugado, de una vejes prematura producida por
todas las involuntarias visitas que realizó a distintos penales cubanos, no
quise profundizar su herida.
-De la gente de Cubierta quedan muy pocas en Cuba.- Se refería a los que
estudiamos la misma especialidad. -Los que no han muerto se encuentran en el
exilio, de nuestra generación solo quedan unos pocos de máquinas.-
-Tu sabes que ellos eran más carneros.- Le respondí sin temor a cometer un
error.
-Ven acá Eduardo, antes de salir, ¿vivías con tu hija menor?.-
-¡No hombre! Estaba viviendo en el cuarto que perteneció a la vieja, en el
solar que se encuentra en Jesús Peregrino e Infanta, ¿te acuerdas?- Cómo no
iba a recordarlo si cuando andábamos de estudios, no fueron pocas las
oportunidades en las cuales nos llegábamos hasta allá para pegar la gorra
(comer), entonces la vieja Anita comenzaba a desmenuzar los pedacitos de
carne o pollo cuando los había con las manos, como si fuéramos niños
chiquitos, la vieja nos mimaba como a niños pequeños y éramos par de
huevones. Anita vivía allí desde tiempos inmemoriables, tal vez ocurridos
después de liberada la colonia. Era un solar de madera como pocos en La
Habana, y en su reino había construido una barbacoa donde vivía su hijo Cuzo
con la esposa. El servicio sanitario era público y toda su propiedad se
reducía a ese cuarto limitado en la altura, mas una reducida cocinita donde
preparar los alimentos. Sentados en aquel micro espacio, se podía observar
todos los movimientos de los vecinos y visitantes a cualquier hora del día,
me imagino, que hacer el amor en esas condiciones requería todas las
virtudes de un mudo acompañado de los defectos de un sordo, nada de gemidos
involuntarios, ayes accidentales, ni orgasmos vulgares, solo eso, el silente
intercambio de esperma evitando preñar a la mujer del vecino, templar
conspirando.
-No jodas viejo, yo pensaba que estabas en Aldabó.-
-Nada de eso, y lo más asombroso de todo fueron las dificultades que tuve
con ese dichoso cuarto.-
-¿Cómo es eso?-
-Tu sabes que al fallecer la vieja eso pasó a manos de Cuzo, tuvo que
pagarlo como si nunca hubiera vivido allí hasta que un día murió también,
entonces, para no perderlo lo pusimos a nombre de la hija de mi hermana, ¿te
acuerdas de ella?, ¿la que vivía en Camaguey? Pero qué pasó, la chamaca se
fue a vivir en Venezuela y no hicimos ningún cambio en los papeles.-
-¿Entonces?-
-¡Muchacho! Que varias veces se aparecieron la gente de la Reforma Urbana
con la policía para sacarme de la casa de la vieja.-
-¡No jodas Eduardo! ¿A quién se le ocurriría reclamar la propiedad de esa
mierda que habían pagado con creces?-
-¿A quién? Al gobierno cubano.-
-Pero esa mierda, eso es ridículo.-
-Compadre, tu sabes como es aquello.-
  Claro que sabía como era aquello, no por placer me encuentro en este país
y por esa aventura han pasado millones de cubanos, cuando abandoné la isla
mi señora tuvo que pagar la casa como si nunca hubiera vivido en ella, tuvo
que pagar sus pertenencias, sus muebles, los que yo había comprado con mi
sudor de muchos años. Luego, al salir mi esposa al extranjero, le
correspondió a mi hijo pagarlo todo desde cero, como si nunca se hubiera
hecho un hombre en ese apartamento, como si mis propiedades yo se las
hubiera alquilado al gobierno.
"Esta es tu casa Fidel" decían aquellas malditas chapitas, se equivocaron
los comerciantes, tenían que haberles puesto; "Esta es tu finca", "Estos son
tus esclavos", "Estas son tus propiedades".
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
5-11-2000.