América Latina y el futuro de Cuba |
Entrevista al escritor y periodista Carlos Alberto Montaner Considerado por los círculos especializados como el periodista más publicado en lengua española y por muchos de sus compatriotas como una de las figuras más destacadas de la oposición a Fidel Castro, Carlos Alberto Montaner escapó de una prisión cubana en la que cumplía una condena política, cuando era apenas un adolescente. Es un defensor de las libertades políticas y económicas, hecho que lo ha llevado a publicar varios libros sobre la pobreza y el desarrollo en América Latina. Nació en La Habana, Cuba, en 1943, y desde 1970 reside en Madrid. Es el director de Firmas Press, una agencia que produce y distribuye artículos periodísticos de opinión en América y Europa. Dirige también la casa Editorial Playor, y es el líder de la Unión Liberal Cubana, una organización que propone una sociedad democrática y se dispone a jugar un papel importante en la Cuba del futuro. Profesor universitario y agudo analista político, Montaner ha confrontado a los ideólogos de marxismo y a los amantes del populismo y la demogogia que han plagado a América Latina durante siglos. En un diálogo abierto, vía electrónica, Montaner expresa a CONTACTO Magazine sus puntos de vista sobre Cuba, México, Chile, la globalización y la izquierda latinoamericana. Carlos Alberto Montaner. P.- Por lo que sabemos, usted está terminando o ya tiene listo su próximo libro. ¿De qué se trata? C.A.M. _ El libro se llamará "Los latinoamericanos y la cultura occidental". En cierta forma antecede a "Las raíces torcidas de América Latina" que apareció en septiembre de este año. Los dos son producto de un curso dictado en varias universidades. En "Las raíces..." trato de explicar por qué América Latina es la región más pobre e inestable de Occidente. En "Los latinoamericanos..." indago sobre los elementos que le dan forma y sentido a nuestra identidad, búsqueda que inevitablemente nos conduce a la matriz occidental. P.- La oposición cubana exiliada ha trabajado arduamente desde el 11 de septiembre, con el fin de revelar los presuntos lazos de Castro con el terrorismo internacional. ¿Observa usted algún interés de Estados Unidos y el mundo occidental en asociar a Castro con actividades terroristas? C.A.M._ No demasiado. Observo lo contrario: una clara desgana en enfrentar a Castro con sus responsabilidades. Suele olvidarse que la primera internacional terrorista que ha conocido la humanidad se creó en La Habana en 1966. Fue la Tricontinental. Ahí se dieron cita todos los sicópatas del planeta, incluido Carlos Ilich Ramírez, el Chacal, hoy preso en París tras numerosos asesinatos, aunque protegido por el servicio diplomático de Hugo Chávez. P.- La ineficiencia administrativa, la caída del turismo y de las remesas de ayuda familiar, parecen haber provocado en Cuba un nuevo período especial, una nueva crisis económica. ¿Cuán profunda es esa crisis? ¿Es una amenaza seria para el castrismo? C.A.M. _ Es una crisis semejante a la de 1993-94, pero con una característica más siniestra: ya los cubanos conocen el limitadísimo alcance de las reformas que Castro acepta. Esta vez la drástica disminución del consumo, que se sentirá severamente a partir de enero o febrero, ni siquiera vendrá acompañada por la esperanza en una rectificación. Sencillamente, habrá más hambre, más desabastecimiento, más pobreza. P.- Fidel Castro se desmaya, olvida el hilo de sus discursos, es evidente que vive un detioro notable. Al final de "Viaje al Corazón de Cuba" usted describió un hipotético escenario político cubano sin Castro. ¿Cree de verás que el castrismo no sobrevivirá sin Castro? C.A.M._ Sí, creo firmemente que Castro se lleva su régimen a la tumba. Esa es una dictadura vertical en la que toda la autoridad está en las manos de un dictador que gobierna mediante la intimidación de sus subordinados. Fidel Castro traspasará el poder a su hermano Raúl, pero no la autoridad, algo totalmente intransferible. Mi impresión es que Raúl, o quien sea el primer sucesor, tendrá que ampliar los márgenes de participación de la sociedad, y en ese punto comenzará a deshacerse el régimen. Lo ideal es que la transición sea pacífica y ordenada. La mejor de todas ha sido la española, pero lo acontecido en Polonia, Checoslovaquia, Hungría y Eslovenia es también muy prometedor. P.- La mayoría de los 11 millones de cubanos que viven dentro de Cuba se han informado, durante décadas, a través del Granma y del resto de la prensa oficialista cubana. Esto ha contribuido de manera decisiva al aislamiento que vive la sociedad cubana respecto al resto del mundo, a la percepción que los cubanos tienen de su época. ¿Cuán compleja será la integración de la sociedad cubana a la comunidad internacional en el post-castrismo? C.A.M. _ Será una etapa muy difícil. La gran tarea de quienes dirijan la transición es de carácter pedagógico. El mayor fallo de las transiciones ha estado precisamente en la comunicación. Hay que saber explicar dónde estamos y el por qué de nuestra situación. A lo que debe agregarse cómo vamos a salir del atolladero y en qué plazo. Y todo eso hay que hacerlo de forma racional y convincente porque una de las características de las sociedades post totalitarias es su falta de entusiasmo. Los españoles tienen un refrán brutal que lo explica muy claramente: "el que vive desconfiado es señal de que lo han jodido". Eso es lo que les ha ocurrido a los cubanos durante más de cuatro décadas. Les han mentido, los han manipulado sin tregua, y ahora rechazan cualquier discurso que les llegue desde el poder. Pero ese escepticismo acaso no sea tan grave. Tal vez uno de los mayores errores de nuestra sociedad durante los primeros cincuenta y siete años de vida republicana haya sido correr confiadamente tras cada "líder carismático" que se aparecía en el vecindario. P.- Daniel Ortega ha sido derrotado otra vez en Nicaragua. Las FARC y el ELN de Colombia parecen haber abandonado la "mística revolucionaria" y se dedican al secuestro, al asesinato, la extorsión y el narcotráfico. En la misma Colombia el M-19 no ha logrado avanzar mucho a través de las urnas. En El Salvador el FMLN tampoco ha conseguido mucho por la vía electoral. ¿Qué le ocurre a esa izquierda particular, dentro de los procesos democráticos latinoamericanos? C.A.M._ Los comunistas latinoamericanos son indiferentes a la realidad. Es una especie autista que va retomando fuerzas en ese sanatorio del marxismo-leninismo que es el Foro de Sao Paulo. Aunque parezca asombroso, no renuncian a crear estados calcados del modelo cubano. Otra cosa muy distinta es lo que ha sucedido con el socialismo democrático. Se ha movido hacia el centro, se ha hecho vegetariano y gobierna dentro de las reglas del sentido común. Un caso transparente es el de Ricardo Lagos en Chile. Es más ortodoxo en materia económica que su rival liberal-conservador Joaquín Lavín. P.- El mundo avanza a pasos agigantados hacia la globalización. ¿Cómo ve el futuro de América Latina en este nuevo modelo mundial? C.A.M._ Lo veo como una oportunidad. Los países que mejor han entendido esto son México y, sobre todo, Chile. Con el TLC, que es una expresión regional de la globalización, México pasó de exportar treinta mil millones de dólares a más de cien mil. En 1976 Chile tenía 200 empresas exportadoras. Cuando hizo sus reformas y se abrió al mundo, los enemigos de la globalización y de la libertad económica predijeron la ruina del país. Hoy Chile tiene 2.500 empresas exportadoras y anualmente invierte en el extranjero sumas de varios miles de millones de dólares. El país ya tiene el per capita más alto de América Latina, muy cerca del de Grecia, y en una década, si no se desvía, formará parte del primer mundo. P.- Muchos cubanos creen que usted es una de las personas más calificadas dentro de la oposición a Castro para jugar un rol importante en el futuro de Cuba. ¿Cómo se ve a sí mismo en una Cuba democrática? ¿Le gustaría ser presidente de Cuba? C.A.M._ Me gustaría crear en Cuba un gran partido dedicado a la defensa de las libertades. Lo digo en plural porque incluyo las políticas y las económicas. Un partido que le confiera estabilidad al país, que sea capaz de crear proyectos de largo plazo y que me sobreviva. Algo de eso, con grandes dificultades, ya comenzamos a hacer dentro de Cuba. Naturalmente, ese partido intentará persuadir a los cubanos para que lo respalden en la lucha por llevar adelante nuestros programas. Si en ese camino surge la oportunidad de servir al país, trataré de hacerlo desde la posición en la que sea más útil. En todo caso, dentro de la Isla se van perfilando líderes muy prometedores. Osvaldo Payá y Osvaldo Alfonso son dos buenos ejemplos, pero seguramente hay otros muy valiosos. JESÚS HERNÁNDEZ CUÉLLAR © CONTACTO Magazine Publicado el 8 de diciembre de 2001 |