Jineteras del verano |
Con la llegada de las vacaciones y el aumento de los turistas, crece el número de prostitutas a los largo de la isla. Sara López, 14, terminó el noveno grado. Y aunque es una niña todavía, no lo aparenta. De piel indiada, ojos claros y figura de ensueño, a su paso provoca las miradas masculinas. Pero le saca mal provecho a su belleza. Hace un par de años su hermana mayor, Mayelín, 19, le enseñó algunos secretos del viejo oficio de la prostitución. Ropa provocativa, tacones altos y cara inocente. Con 12 años Sara se buscaba hasta 200 dólares diarios: cuatro hombres por noche, a razón de 50 dólares cada uno. Ahora, con más experiencia, no se entrega por menos de 100 dólares. Eso sí: sólo trabaja durante sus vacaciones escolares. Su padre le exige que, al menos, alcance una carrera universitaria. En otros países es normal encontrar jóvenes y niños que en su época vacacional laboran en McDonalds, en jardinería y otros oficios. En Cuba, en este caliente verano, muchos adolescentes se prostituyen para buscar los urgentes dólares. En su casa falta la comida, el aseo y pretenden vestirse a la moda. Entonces niñas como Sara López con un minúsculo bikini, van a la caza de extranjeros por las playas del este habanero. Cierto que la policía ha redoblado la vigilancia, "pero yo no tengo la culpa de que se me acerquen turistas y me inviten a tomarme una cerveza o a comer. Ahí aprovecho y ligo", dice Sara con ironía. Tiene sólo 14 años, pero se toma un promedio de diez cervezas diarias o medio litro de güisqui, se fuma dos cigarrillos de marihuana o inhala dos gramos de cocaína. Es una mujer presa en su cuerpo de niña. Como otros de su edad, Sara no piensa en ver TV, ir al cine o a fiestas. Sus aspiraciones son vestir ropa de marca, tener perfumes caros y mucho dinero en su cartera. Su gran sueño es irse del país y convertirse en una modelo famosa. Tiene varios pretendientes foráneos, pero por el momento sus padres no le permiten salir de Cuba. "Con desespero espero los 16 (edad que en la isla se considera mayor de edad) para marcharme de este infierno y poder llegar a ser como Giselle, la modelo brasileña", expresa. Y por vez primera sus ojos y el mohín que hace con sus labios denotan que es una niña. Mientras, un ejército de prostitutas temporales o fijas inundan la parte vieja de La Habana y sus playas en las afueras. En el verano del tercer milenio el gobierno de Castro, abocado en una gran "batalla de ideas" y en la propaganda -algo irracional- de convertir a cinco espías en héroes nacionales, los medios ocultan y pretenden desconocer el alto grado de deterioro moral y espiritual de la población cubana. Sobre todo entre la niñez y la juventud. "Solemos tener una careta, portamos un carnet de la juventud comunista, pero suspiramos por irnos del país", confiesa Sonia Morales, 15, quien a pesar de todo no ha pensado en prostituirse. "No tengo cuerpo para ello", dice risueña. En Cuba no se conocen cifras oficiales sobre el número de jóvenes de uno y otro sexo que se van a la cama por dinero, un poco de comida, ropa y perfumes o simplemente un par de tenis Nike. Si existen son secretas. Pero solamente las calles habaneras "informan" que son varios miles. Algunos cargan con el fracaso a cuestas. Es el caso de Luisa Díaz, 26, quien en un sanatorio al sur de la capital espera la muerte. Con el rostro desfigurado y 30 kilos de pesos, consecuencia del paso arrollador del SIDA. A otras, como Sara López, la chica bonita de una barriada capitalina, les sonríe el éxito. Y viven soñando con la mirada puesta hacia Norteamérica, nación donde Sara aspira a convertirse en una nueva Giselle". Iván García http://cuba.sipiapa.org/Havana/garcia2_16julio2001.htm 16 de julio de 2001 |