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Domingo 
2 de junio 
de 2002

  

  

 
 
 
 
 

 

ECONOMíA
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 El cese de suministro de petróleo de Venezuela después del golpe agrava la crisis de Cuba

El Gobierno de Castro decreta una fuerte subida de precios de los productos en dólares

 

 MAURICIO VICENT | La Habana
 
 

La crisis económica cubana se ha agravado en las últimas semanas debido al cese de los suministros de petróleo venezolano tras el reciente golpe de Estado contra el presidente, Hugo Chávez. El Gobierno cubano reconoció esta semana que, después del golpe, la isla no ha recibido 'ni un solo barril de petróleo' de Venezuela, lo que ha obligado a paralizar las operaciones de la refinería de Santiago de Cuba desde abril. Para que no se detuviese la producción, Cuba ha tenido que usar sus reservas y comprar petróleo en el mercado internacional a precios más elevados.

En virtud del acuerdo firmado en octubre de 2000 por Hugo Chávez y Fidel Castro, Venezuela suministra a la isla 53.000 barriles de petróleo diarios en condiciones preferenciales. Según las autoridades, esta cantidad equivale a un tercio de las necesidades de crudo de la isla, y hasta hace unos meses el acuerdo funcionó sin problemas. Sin embargo, éstos comenzaron con la gerencia de Petróleos de Venezuela (Pdvesa) tras el golpe, al exigir ésta que Cuba pagase los adeudos acumulados para seguir enviando petróleo a la isla.

El Gobierno de La Habana ha dicho que el reciente 'intercambio de comunicaciones' entre empresas estatales de los dos países 'indica cambios en las posiciones de la entidad venezolana y la posibilidad de acuerdos viables para reanudar las operaciones convenidas'.

En Cuba, donde el 90% de la economía es estatal, la mayor parte de la energía eléctrica se produce quemando petróleo. La isla produce el equivalente a 65.000 barriles diarios de crudo y gas natural. Este petróleo doméstico sólo alcanza para cubrir un 60% de las necesidades de electricidad nacionales.

Medidas de ahorro

 

Golpeado por la crisis y la falta de liquidez, el Gobierno cubano ha pedido severas medidas de ahorro a todas las empresas y entidades estatales y ha decretado una fuerte subida de precios de los productos en dólares, que se incrementan hasta en un 30% en el caso de la gasolina y los equipos eléctricos. Otros artículos, como la ropa, los perfumes y la carne de vaca, subirán entre un 10% y un 20%, mientras que algunos alimentos y productos de aseo personal que forman parte de la canasta básica bajan ligeramente. Los nuevos precios entran en vigor mañana.

'La filosofía es gravar los artículos suntuarios y rebajar los productos de primera necesidad', asegura un funcionario. En la calle, sin embargo, el comentario es otro: 'Hay que ver lo que se entiende por suntuario y tener en cuenta lo caro que estaba todo ya', dice ante un mostrador repleto de público la mulata Josefa, un ama de casa que, como muchos cubanos, ha salido esta semana a gastarse los ahorros del mes.

A ella no le afecta la subida de la gasolina súper, considerada un lujo en un país en el que sólo una pequeña parte de la población tiene coche particular; de 0,90 dólares pasa a 1,20 el litro, y el diésel de 0,45 a 0,70, la misma cantidad. Se eleva también el precio de los electrodomésticos (10%), los zapatos (10%) y el champú (20%), y bajan los artículos de tocador (10%), las compresas (10%) y algunos productos considerados de primera necesidad como el pollo y el jabón.

El decretazo no afecta a los alimentos que se expenden en pesos cubanos por la libreta de racionamiento, pero eso no es consuelo: la mayoría de la población recurre a las tiendas en dólares para llegar a fin de mes. Para entender lo que supone esta subida para un cubano de a pie, baste decir que el salario medio en la isla es de 225 pesos, equivalente a nueve dólares, y que un litro de aceite vegetal cuesta 2,25 dólares. Además, el propio Gobierno admite que sólo un 60% de los 11 millones de cubanos tiene acceso al dólar, la mayoría a cantidades muy exiguas. Anualmente entran en Cuba unos 800 millones de dólares en concepto de remesas familiares.

El argumento esgrimido por las autoridades es que es necesario que el dinero se redistribuya, y para ello los privilegiados que reciben divisas deben pagar más. Según el Ministerio de Economía y Hacienda, el 37% de las ventas en las tiendas de dólares corresponde a alimentos, y el 14% a artículos de aseo, así que los nuevos precios benefician a la mayoría. La opinión no es compartida por muchos clientes consultados estos días a pie de caja registradora.


'No sea tonto, señor W'

Fidel Castro arremetió ayer contra el presidente estadounidense, George W. Bush, y salió en defensa del sistema político unipartidista que rige en su país desde hace cuatro décadas, en un discurso leído ante una multitud de 400.000 personas en la ciudad oriental de Holguín. Castro comentó el discurso que Bush pronunció en Miami el pasado 20 de mayo, día de la independencia de Cuba, ocasión en la que el mandatario norteamericano pidió cambios democráticos y mayores márgenes para la propiedad privada en la isla. Castro aseguró que no sólo la propiedad privada existe en Cuba, sino que es la revolución la que ha encabezado el proceso que 'convirtió al pueblo cubano en dueño de de su propio país'. 'Lo que erradicó fue la propiedad de los medios fundamentales de producción, de las instituciones financieras y otros servicios vitales en manos de saqueadores y explotadores del pueblo', afirmó el presidente cubano. Castro habló durante 40 minutos bajo la lluvia y lo hizo aludiendo en todo momento a George W. Bush como 'señor W'. 'No sea tonto, señor W, respete la inteligencia de las personas capaces de pensar y no insulte a [José] Martí', héroe nacional de Cuba y prócer de las luchas independentistas. Se refería Castro a las citas de Martí hechas en su discurso por el presidente norteamericano, a quien pidió 'dejar de buscar frases de ocasión'. 'Respete y respétese a sí mismo. No invoque el sagrado nombre', afirmó. El gobernante cubano rechazó las acusaciones de Bush de que su país sea una 'tiranía' y consideró que 'la nostalgia que pueda sufrir un gobierno imperial podría saciarse al ver que, además de los campesinos, millones de familias en las ciudades son ahora dueñas de las viviendas que ocupan'.

 

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