EL MILICIANO
Lo malo no es el arma que te han dado,
para cuidar la sombra construida,
ni tus manos de nervios puntiagudos,
ni tu exacto dolor con uniforme.
Lo malo es la actitud de tu ceguera,
tus ojos,
que no alcanzan
hasta donde no sabes lo que cuidas.
No me refiero
al hambre de tus hijos
(aunque ello es importante),
ni al inútil sudor de tus axilas,
ni a los callos que llevas en el alma,
ni al miedo que le das a tu familia.
Que no es el pan la libertad del hombre.
Me refiero
a la voz que se limita,
al aire que no tienen los pulmones,
a los pulsos de sangre que te cercan,
hechos con el acero de tu nombre.
Porque no ves lo que tus ojos miran,
cordero con la piel de tu tamaño,
esclavo con un yugo de ti mismo
que cuidas tu redil y tu rebaño.
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