Fidel Castro no dejó que los rumores sobre su mal estado de salud se
disparasen. Sólo seis horas después del breve desmayo que sufrió el sábado
cuando pronunciaba un discurso, el líder comunista, que el próximo 13 de
agosto cumplirá 75 años, compareció en televisión y dijo que se sentía
bien, que tenía 'la presión entre 70 y 110, como cuando era un muchacho de 30
años'. Por si acaso, Castro recomendó a 'aquellos que se alegrarían' si
muriese mañana que no alberguen falsas esperanzas. 'El relevo revolucionario
está asegurado', afirmó.
El presidente cubano participó en un programa en televisión el mismo sábado
por la tarde acompañado de la plana mayor de su Gobierno, incluido su hermano,
el ministro de Defensa Raúl Castro, y los jóvenes dirigentes que desde hace
tiempo trabajan a su lado: el vicepresidente, Carlos Lage; el ministro de
Relaciones Exteriores, Felipe Pérez Roque, y su secretario personal, Carlos
Valenciaga. También estaba en el estudio de televisión Juan Miguel González,
el padre del famoso niño balsero Elián González.
Su presencia allí no era casual. A Castro le dio la lipotimia justo cuando
anunciaba el inicio de una nueva campaña político-ideológica de la magnitud y
el talante de la convocada el año pasado por la liberación de Elián. Pero
esta vez para denunciar la 'injusticia' de la reciente condena por espionaje de
cinco agentes de la seguridad cubana que se infiltraron en los grupos del exilio
de Miami, y que calificó de 'patriotas'. Castro afirmó que sabe desde hace
tiempo que la 'mafia terrorista de Miami' especula con rumores sobre su mal
estado de salud y dijo que ya el año pasado advirtió a George W. Bush cuando aún
era candidato a la presidencia de EE UU que no pensase que con su muerte,
'natural' o por 'un atentado', se iba a acabar la revolución cubana. Castro
dijo que hay millones de jóvenes que continuarán con la 'obra revolucionaria'
y que tendrían que morir todos para acabar con el sistema socialista vigente.
'Lo del sábado se quedó en un susto, pero fue un susto que puso en
evidencia qué ocurriría si de pronto faltase Fidel Castro', opinó ayer un
diplomático. Durante los 15 minutos escasos en que Castro permaneció ausente y
nadie sabía lo que había ocurrido, se vivieron momentos de angustia e
incertidumbre. Ayer el diario Juventud Rebelde se refería en un
editorial a esos 15 minutos como 'instantes de conmoción'. 'Nada pudo poner
bridas a la angustia de esta isla cuando nuestro comandante en jefe hizo un alto
inesperado en la tribuna', dijo el periódico.
Llamó la atención también que fuese el joven canciller cubano quien se
dirigiera a la multitud para pedir calma. Durante breves segundos, tras el
desvanecimiento de Castro, se vio a Lage y Pérez Roque hablar con semblante
preocupado en la tribuna antes de que el segundo tomase la palabra para
solicitar firmeza y tranquilidad a los asistentes al acto. Tampoco escapó a los
observadores la consigna con la que Roque terminó su improvisada intervención:
'¡Viva Raúl! ¡Viva Fidel!'. En los estudios de televisión, el sábado por la
noche, Raúl Castro, Lage y Roque escucharon al mandatario cubano durante las
casi tres horas que habló ya repuesto del sofocón y del susto.