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 A paso de bastón : chica sin sostenes

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LA HABANA, agosto - Ocurrió mientras miles de bañistas cubanos y extranjeros se soleaban en las playas del este de La Habana, libres por ahora de los ataques de tiburones reportados en aguas de La Florida. Una joven isleña, escoltada por su novio, se despojó de la parte superior de su bikini y paseó por las arenas de Guanabo un par de pechos absolutamente soberbios. Nadie la molestó, excepto una bandada de niños alegres, que tomaron la aparente impudicia por un juego.

No llega a veinte años la muchacha, pero motivos tiene para sentir orgullo de sus pomas retadoras. Varios de los presentes opinaron que tuvo suerte: si hubiera sido vista por alguno de los policías de guardia en las playas, seguramente habría sido multada. Tanto adultos cubanos como extranjeros expresaron su rechazo a la acción nudista, al punto que la pareja hubo de abandonar el lugar.

Casi todos los testigos manifestaron -es lo curioso- más rechazo a la acción realizada fuera de contexto, que al hecho en sí del acto exhibitorio. Es decir, el repudio tuvo más origen en haber mostrado los senos en lugar donde no existe convención de hacerlo, que en negar derecho a gozar de las playas con las tetas al aire. No hubo agresividad por parte de los críticos, sólo rechazo en términos de opinión.

Quienes no quieren que se hable de nudismo entre cubanos prefieren obviar una práctica juvenil de los años 70 del siglo pasado. Entre varios de mi generación era costumbre ir a las playas y nadar hasta aguas relativamente poco profundas y más bien solidarias, para allí despojarse de los trajes de baño y gozar de las corrientes "encueritos y en pelota". Llamábase entre los implicados "cámara del secreto" a la balsa de neumático de goma donde se aseguraban los trajes de baño, y una de las bromas de ocasión era ocultarle la ropa a uno de los participantes. Hombres y mujeres en la fiestecita, pero en general juego sano.

El ejemplo de esta chica ansiosa de disfrutes trajo a mi memoria aquellas aventuras y me hizo preguntarme qué hay contra el nudismo entre cubanos, sobre todo cuando los turistas extranjeros disponen de playas para su ejercicio, debidamente publicitadas en el Internet. ¿Por qué los nacionales no, y los extranjeros sí? Guste a quien guste, pese a quien pese, esa muchacha atrevida indica la existencia de un germen de nudismo entre cubanos, que no sale a la luz pública porque está prisionero de una conciencia social dominada por la censura de Estado. "La libertad sólo hace posible que se manifieste lo que ya existe", escribió Carlos Marx, y parece demostrarlo no sólo la exhibición de unas pomas coronadas por botones de rosa, sino el modo civilizado con que los testigos del episodio reaccionaron ante lo que, desde el punto de vista de las autoridades isleñas, califica como delito de exhibición impúdica. Nadie sabe, de entre esos testigos, cuántas hubieran deseado hacer lo mismo.

Tendencia normal en las playas de la Cuba de hoy es la de una creciente desnudez, cada vez los trajes de baño de hombres y mujeres ocultan menos. Sobre todo en las segundas, sin importar edades o bellezas. Puede verse a una jamona lucir una tanga brasileña, puede admirarse la insinuación de una Afrodita negra cuyo traje enterizo al estilo de los cincuenta parece discreto... en sus transparencias.

La chica que soleó sus pechos en las arenas de Guanabo avisa, sin saberlo, de un anhelo de libertades. Hasta la opinión de sus críticos reclamó espacio para ella. Tal, el dato, y allá los puritanos de las prohibiciones. Los hechos, siempre son tercos.

Manuel David Orrio, CPI

29 de agosto de 2001