Los sucesos de la embajada mexicana |
Veinte cubanos entran a la fuerza en la embajada de México y piden asilo político El ministro de Exteriores exige que abandonen la sede y culpa a los anticastristas de Miami LA HABANA. El fantasma del éxodo cubano resucitó ayer en el barrio habanero de Miramar. Un centenar de jóvenes, como si respondieran a una cita acordada, comenzaron a rondar por la avenida cercana a la embajada de México desde las primeras horas de la noche con la evidente intención de pedir asilo. Cerca de la medianoche, un autobús de transporte público que circulaba por la zona, según la versión oficial de las autoridades de la isla, fue secuestrado por unas 20 personas que lo estrellaron contra la reja de la embajada mexicana. Los ocupantes del vehículo, ya en el interior del recinto diplomático, gritaron "¡Abajo Fidel Castro!", y anunciaron que no abandonarían la misión diplomática hasta que les permitieran salir de la isla. En el momento de empotrar el autobús contra la verja, un grupo de los jóvenes reunidos en el lugar corrió hacia la citada embajada y fue rechazado a golpes por la policía. El productor de Reuters TV Alfredo Tedechi, que estaba filmando la escena, fue también apaleado por las fuerzas policiales, que además le requisaron la cámara. A menos de 100 metros de la legación mexicana, en el cruce de la avenida 31 y calle 10, la policía con perros comenzó a dispersar a gritos y golpes a los jóvenes que permanecían en el lugar.Mientras retrocedían, los jóvenes vociferaron todo tipo de insultos contra los agentes del orden. En ese instante, el presidente Fidel Castro, sentado en el parte delantero de un jeep militar ruso, se dirigió hacia la muchedumbre. Al descender del vehículo miró reposadamente a los jóvenes manifestantes. Ese gesto fue suficiente para que se estableciera un silencio sepulcral. Castro, acompañado por el ministro de Exteriores, Felipe Pérez Roque, y Carlos Lage, vicepresidente del Gobierno, se dirigió posteriormente hacia la asaltada embajada mexicana. Cuando los grupos de jóvenes comenzaban a dispersarse, la avenida 31 se llenó de camiones repletos con obreros de los llamados contingentes, una especie de tropas de elite de trabajadores de la construcción, que portaban largos tubos de metal. Al llegar, esta singular tropa de choque, agitando sus tubos de metal, comenzó a gritar "¡Váyanse gusanos [contrarrevolucionarios], que la calle es de los revolucionarios!". Luego cercaron todas las calles aledañas a la sede diplomática. Esta nueva resurrección del fantasma del éxodo fue alentada desde Miami. Todo comenzó cuando, el pasado día 26, el ministro de Exteriores de México, Jorge Castañeda, al inaugurar la Casa de la Cultura en Miami, dijo, según los medios de comunicación anticastristas, que "las puertas de la embajada [de México en la isla] están abiertas a todos los cubanos, al igual que lo está México", lo que fue interpretado como una invitación a salir de la isla. El propio Castañeda dijo ayer que la ocupación de la embajada era una "pequeña provocación" inspirada por grupos radicales de Miami y advirtió de que su país no iba a caer en una "cruzada anticastrista". El ministro pidió a los ocupantes que abandonaran la sede diplomática. ANGEL TOMAS GONZALEZ. Especial para EL MUNDO 1° de marzo de 2002 |