Los ministros de Asuntos Exteriores
de los 21 países latinoamericanos que participan, junto a España y Portugal,
en la XI Cumbre Iberoamericana alcanzaron ayer el compromiso sin precedentes de
'no prestar ayuda ni refugio a los autores, promotores o participantes de
actividades terroristas'. El acuerdo, que incluye también la voluntad común de
perseguir por todos los medios esos delitos y sus fuentes financieras, será
aprobado hoy por los jefes de Estado y Gobierno, en ausencia del líder cubano,
Fidel Castro, que faltará por primera vez a una Cumbre Iberoamericana.
Cuba no planteó ayer, sin embargo,
ninguna objeción a la declaración contra el terrorismo y demostró "una
postura constructiva" en el debate de la misma, según diplomáticos españoles.
Los compromisos de la cumbre en este campo son especialmente importantes para
España, dada la importancia que tiene para el entorno de ETA contar con apoyos
en países de fuerte emigración vasca, especialmente en México, Venezuela y
Uruguay.
Fidel Castro fue el año pasado, en
la cumbre de Panamá, el único líder que se opuso a la aprobación de una
declaración de condena a ETA. Probablemente, nunca el presidente cubano se vio
tan aislado en una reunión internacional, ni sus intervenciones fueron tan
contestadas, en presencia de la prensa, por dirigentes más jóvenes, como el
presidente de El Salvador, Carlos Flores, que incluso le conminó a que se
callara. De ahí que la noticia inesperada de que no asistiría a la cumbre de
hoy causara expectación ayer en Lima. Estas cumbres son una de las pocas
ocasiones anuales que tiene Castro para hacer imagen fuera de casa.
La explicación oficial, reiterada
ayer por el ministro cubano de Exteriores, Felipe Roque, de que las graves
consecuencias del huracán Michelle aconsejaban la presencia del líder en Cuba
encontró problemas circunstanciales de credibilidad. El huracán, ciertamente
grave, que azotó la isla hace tres semanas parece, en efecto, un motivo
demasiado remoto para explicar una cancelación de ultimísima hora.
Sobre las once de la noche del jueves
(cinco de la mañana de ayer en España), el ministro peruano de Exteriores,
Diego García-Gayán, seguía convencido de que Castro llegaría ayer a Lima.
Fue por esa misma hora cuando el presidente peruano, Alejandro Toledo, recibió
una carta del líder cubano informándole de la cancelación de su visita y del
motivo oficial de la misma.
Relaciones maltrechas
El ministro español de Exteriores,
Josep Piqué, estimó ayer que la ausencia de Castro no restaba importancia a la
reunión, aunque evidentemente impediría que la cumbre sirviera de ocasión
para enderezar las maltrechas relaciones hispano-cubanas. Piqué destacó, además,
que la posición de Cuba en los debates sobre terrorismo había sido "seria
y constructiva". También afirmó que la declaración resultante era
"totalmente satisfactoria" para España.
La declaración contra el terrorismo,
una de las cinco que emitirá la cumbre de Lima, reitera "la más enérgica
condena a todos los actos de terrorismo", y en especial de los
"execrables" atentados ocurridos el 11 de septiembre en EE UU. El
objeto de la declaración es el "terrorismo en todas sus formas y
manifestaciones donde quiera que se produzcan y por quien quiera que los
cometa", fórmula que satisface tanto la consideración española de que no
se debe distinguir entre clases de terrorismo como la aspiración cubana a que
se tachen de terroristas los actos de sabotaje y agresiones externas registradas
en la isla. Serán sujetos de la persecución, además de los organizadores y
autores materiales, quienes "apoyen, encubran o financien" los
delitos.
Los países firmantes de la declaración
no sólo descartan prestar ayuda o refugio a esas personas, sino que asumen el
compromiso positivo de "fortalecer sus legislaciones nacionales" para
combatir tales conductas y garantizan el "juicio o la extradición" de
los detenidos.