Domingo
28 de octubre de 2001
Retrato de un escritor canario que estuvo siempre
enamorado de Cuba
ENTREVISTA
CON EL NOVELISTA ESPAÑOL JUAN JESUS ARMAS MARCELO
Visitó la isla del
Caribe veintidós veces · A pesar de eso, es un anticastrista furioso y se
define a sí mismo como "políticamente incorrecto" · Llegó para
presentar su novela "El Niño de Luto y el cocinero del Papa"
Se ríe. Juan Jesús Armas Marcelo es un hombre que
se ríe, que tiene una voz fuerte, que se para en medio de una frase porque su
cuerpo también habla. Se podría decir que Juan Jesús Armas Marcelo es un
escritor español que vino a Buenos Aires a presentar una novela y sería
verdad, pero una verdad mentirosa: Juan Jesús Armas Marcelo es un escritor
canario y Las Canarias son, como él dice "geográficamente Africa, políticamente
España, culturalmente el Caribe".
Se lo ve cómodo en el saloncito del hotel bueno de Retiro. Armas Marcelo, se
ve, no se siente extranjero nunca. Eso empieza a notarse cuando se hojea la
novela que está presentando: El Niño del Luto y el cocinero del Papa,
cuya historia ocurre en Cuba, a partir del viaje del Papa, y, lo que es más
difícil, tiene como narrador a un cubano.
No lo asombra que le pregunten por qué un español se mete a cubano: "Yo
soy hispanoamericano. Soy un español raro porque soy canario, es decir, soy
mitad venezolano y mitad cubano". Lo dice así, rápido y enseguida lo
explica, por si acaso: "La única épica del archipiélago canario es la
emigración. Y la emigración fue principalmente a Cuba y a Venezuela."
Armas Marcelo dice que su sangre anduvo también por el Río de la Plata:
"Canarias fue central en algún tiempo porque por allí pasaban todos los
barcos. Mi apellido, Marcelo, tiene procedencia argentina. Mi abuelo era hijo
de un italiano que decidió volver a Europa porque le fue mal en Buenos Aires
y terminó en Canarias. Yo aprendí a leer en casa de mi tía Juana, con el Billiken
que llegaba de Argentina".
Todos los lugares, pero especialmente Cuba: "En mi casa escuchaba hablar
de Cuba todos los días, mi abuela tenía dos hermanos en Cuba". Este
hombre rubio, tan blanco que bajo el sol uno lo imagina camarón, fue a Cuba
una vez y otra, hasta contar 22.
Nunca estuvo más de 15 días en la isla, pero no cree que tenga que pedir permiso
para escribir como si estuviera adentro. "A mí, eso de las
naciones...", dice y suspira, se enoja con un adversario que no está en
el salón: "Cuando veo a un tipo que anda con eso de ''la patria'' es que
se está robando el país, usted lo sabe, no vale la pena que me
extienda", dice, queriendo contenerse. Pero el dique falla, su caudal se
suelta: "No soy patriota, no tengo interés en ser nacional de
nada. España se convirtió en un país importante desde que murió Franco y
dejó de ser España. No soy políticamente correcto, ¿y qué?"
Todo esto, dicho con gracia y un acento difícil de definir. Un
latinoamericano de alguna parte, más cerca del Caribe que de los Andes. Cuba
y la Gran Canaria —donde nació en 1946— tienen la insularidad en común.
No es poco: es distinto saber que se tiene la inmensidad al alcance de los
pies y pensarse una mancha sólida en el agua. "Un cubano, Heberto
Padilla, decía que el mejor momento de la isla es el avión. La isla aísla.
Pero hay dos tipos de isleños, el que mira hacia adentro y el que mira al
horizonte".
Como al pasar, Armas Marcelo ha dicho "Heberto Padilla" pero sabe
que el nombre será pescado para la conversación. Padilla fue un escritor que
estuvo con la Revolución hasta que la Unión Nacional de Escritores y
Artistas Cubanos (UNEAC) desaprobó su libro Fuera de juego, en 1968.
El libro fue publicado, pero en 1971 Padilla fue acusado de
contrarrevolucionario y lo metieron preso. Después de una autocrítica lo
soltaron y en 1980 tuvo permiso de salida. El "caso Padilla" provocó
la solidaridad de escritores de todo el mundo y su nombre se asoció con la libertad
de expresión en Cuba. Armas Marcelo ha dedicado esta novela a Padilla,
que murió el año pasado en EE. UU.: "No se puede hablar en Cuba, yo no
voy a ver a disidentes. A mí las historias me las cuenta gente aceptada por
el sistema, como Natalia Bolívar, descendiente de Simón".
Casi cubano, enamorado de las culturas negras de la isla, declarado
anticastrista: "Cuba tiene una dictadura galopante que utiliza las peores
falacias del totalitarismo. Fidel Castro está mejor mientras hay hambre, está
mejor con el terror, con el miedo." ¿Es anticomunista? "¡Vamos!,
no hubo comunismo en Cuba, hubo castrismo, es decir: la utilización de un
sistema político por un dictador nacionalista"
Al saloncito entra una persona de la editorial y le dice que ya es hora, que
lo esperan, pero él no está preocupado por irse sino por decir algo más
sobre los cubanos: "Es el pueblo más preparado de la zona. Cuando
Fidel Castro desaparezca, estará a la cabeza del Caribe, lo que no es muy difícil,
porque el Caribe está muy pobre."
Dice que va a cambiarse antes de salir. Tarda un ratito. Su mujer comenta que
es coqueto. Le queda un rencor: "Yo entro a Cuba legalmente, mis libros
no".
PATRICIA
KOLESNICOV
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