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Granma, 14 de julio de 2003

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Compay Segundo: Fallece una leyenda de la música cubana

POR VICTORIO M. COPA (dpa)

CON la muerte de Compay Segundo, la música cubana perdió a uno de sus más singulares intérpretes, un hombre que conoció la fama ya de anciano y que, aunque se acercó, no pudo cumplir su deseo de sobrepasar los 115 años. 

Máximo Francisco Repilado, nacido en la oriental Seboney el 18 de noviembre de 1907, fue en los últimos tiempos el músico en activo de más edad en el mundo y, con más de 90 años, paseó sus sones y guarachas por numerosos escenarios, sin abandonar su sonrisa ni su habano.

 Con una historia musical que comenzó desde niño, este mulato simpático y cubanísimo de profunda voz de barítono, se codeó en la Isla con lo mejor de su generación, incluido el conjunto Matamoros, "padres" del son, y el dúo Los Compadres, del cual fue fundador y del que le viene su nombre artístico, por hacer ahí la voz segunda.

 Compositor de más de cien piezas, Compay Segundo estudió el clarinete, instrumento que tocó durante varios años, aunque desde que fundó su grupo acompañante fue visto tocando el armónico, una especie de guitarra de ocho cuerdas de creación propia.

 Aunque conocido en la Isla desde principios del pasado siglo, sobre todo en su región oriental, su fama mundial le llega con 90 años, principalmente en Europa, afianzada con su inclusión en el Buena Vista Social Club, ganador de un premio Grammy.

 Por las ventas logradas obtuvo discos de diamante, de oro, de plata y de platino y sus composiciones se mantuvieron semanas en los primeros lugares de las listas de preferencia en España, Francia y Colombia, entre otros países.

 Uno de sus CD más elogiado por la crítica fue "Duetos", lanzado en el 2002, en el que canta a dúo con figuras reconocidas de la música cubana como Omara Portuondo, Eliades Ochoa y Silvio Rodríguez, y con intérpretes extranjeros de la talla de la caboverdiana Cesaria Evora y del francés Charles Aznavour.

 En los últimos años no faltó nunca a las "Fiestas del Habano", en Cuba, donde se subastó su sombrero y donde entre humidores (conservadores de puros) y hojas aromáticas recordó sus tiempos de torcedor (confeccionador de habanos).

 En una de esas fiestas le cantó al presidente Fidel Castro, quien le tomó el pulso y bromeó sobre su vitalidad, a pesar de los noventa y tantos años.

 ¿“Quién me lo iba a decir?", se preguntó cuando se vio en el Vaticano, interpretando su mundialmente conocido "Chan Chan" frente al papa Juan Pablo II. Poco después, en Estados Unidos, las estrellas de Hollywood, Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones, lo aplaudieron hasta el delirio.

 Su longevidad la explicaba con sencillez: consomé de carnero y un traguito de ron. Cuando le preguntaban hasta cuándo pensaba vivir, recordaba que su abuela murió a los 115 años. 

   "Cuando llegue a esa edad pediré prórroga", decía. La muerte, sin embargo, no lo escuchó.