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 Brecha generacional
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 A casi 40 años de la revolución, el futuro incierto de la nación está en manos de una juventud desilusionada

 LA HABANA - Lillian Ojeda, una astuta jovencita de 16 años que porta un anillo en la naríz y el pelo al raso, no aparenta ser un peligro para la revolución de Fidel Castro. Pero sí lo es.
 Muy adentro del destartalado teatro Karl Marx de La Habana, la Srta. Ojeda baila al ritmo de rock del grupo Garage H, la versión cubana de los Red Hot Chili Peppers.
 "¡Queremos una revolución . . . una que realmente sea revolucionaria, no como la de Fidel!" grita para hacerse oir por encima de la música que pulsa a través del mar de jóvenes vestidos de negro y ebrios de mariguana o ron, que bailan hasta el amanecer.
 Esta desilusión con los frutos de la revolución de 1959 y la sociedad que creó es común entre los jóvenes de Cuba, los mismo que el Sr. Castro exhortó a que transmitan el "virus comunista" a través de Latinoamérica y el mundo.
 Al contrario de sus abuelos, los jóvenes cubanos como la Srta. Ojeda no están dispuestos a empuñar un fusil para forzar el cambio. Pero su desilusión y menguante fe en la sociedad socialista que les será heredada podría ser el ácido que disuelva la revolución desde dentro, dicen los científicos políticos.

 Si el Sr. Castro pierde a la juventud, dicen, perderá el futuro.

 "La mayoría de los jóvenes cubanos hoy en día están más preocupados por salir adelante que por reproducir un sistema socialista que les ha fallado", dijo Mauricio Font, director del Proyecto Cubano en el City University de New York. "Existe un problema de credibilidad".
 El gobierno cubano desenfatiza las señas del descontento. Se lo achaca a la falta de bienes materiales causada por un embargo de 38 años y el llamado Período Especial - las medidas de austeridad diseñadas para enfrentar el caos económico causado por la caída de la Unión Soviética y el fin de sus subsidios.
 Pero para muchos de los que se divertían en el teatro Karl Marx, los proble mas tienen sus raíces mucho más allá de la economía. Durante la mayor parte de los fines de semana, el teatro, una enorme estructura soviética, recibe a grupos de rock o salsa pagados por el gobierno para entretener a miles de jóvenes ansiosos de encontrar una válvula de escape para sus frustraciones.
 En esta noche, la Srta. Ojeda y su amiga Marianela están más interesadas en el movido rítmo de rock que en salvar la revolución socialista del Sr. Castro.
 "¿Qué vamos a salvar?" preguntó Marianela. "¿La miseria, la falta de libertad de expresión o la carencia de un futuro? ¿Qué vamos a salvar?"
 Y no son sólo los adolescentes los que dudan de los beneficios sel socialismo. Muchos de los miembros de la generación "media" de la revolución, los cubanos que tienen entre 30 y 40 años de edad, tampoco quieren un sistema que no les puede ofrecer más que carne soviética enlatada. Las generaciones equivalentes a la de la posguerra y la X estadounidenses han canjeado su admiración por el Sr. Castro y el héroe revolucionario Ernesto "Che" Guevara por nuevos símbolos: el Papa Juan Pablo II, la música rock y el omnipotente dólar estadounidense.

Diferencias de edad

 Los sociólogos dividen a Cuba en tres generaciones posrevolucionarias: la "generación de sacrificio" de los años 50 y 60 que peleó por el fin de la dictadura de Batista; la "generación de los sueños" que se convirtió en médicos y artistas gracias a los enormes subsidios soviéticos en los años 70 y 80; y ahora la "generación perdida".
 Es esta última la que presenta preocupantes dudas acerca del futuro de Cuba. Casi la mitad de los jóvenes que participaron en una encuesta del gobierno dicen que quieren salir de la isla, dijo un funcionario del gobierno cubano que salió en 1996. El 56 por ciento de ellos no tiene empleo, y casi el 80 por ciento de la población de las cárceles cubanas tiene menos de 30 años de edad, una señal de que la juventud tiene más problemas que sus mayores.
 Mientras que Cuba se enorgullece de su sistema de educación universal, casi 250,000 jóvenes nunca han asistido a la escuela debido a presiones económicas, especulan los intelectuales estadounidenses. Y la membresía en la Unión de Jóvenes Comunistas, alguna vez la clave para salir adelante, ha estado declinando los últimos tres años, aún cuando el Partido Comunista ha relajado los requerimientos.
 "La vida como una colonia soviética era fácil para nosotros", dijo un actor de 25 años en Camagüey, una comunidad rural en el centro de Cuba donde en enero el Papa Juan Pablo II dio un sermón dirigido a la juventud cubana. "La revolución fue necesaria porque Batista era terrible. Pero este es un país que ahora está fallando".
 Las autoridades gubernamentales, dándose cuenta de la creciente desilusión de la juventud, insite que se trata más bien de una economía que disminuyó en un 35 por ciento entre 1989 y 1991 que de un cambio ideológico.
 La mayoría de los cubanos, dicen, entiende la necesidad de una revolución y los beneficios que ha producido en la educación universal, los cuidados médicos y la igualdad social. Y en Latinoamérica, una región asediada a veces por movimientos revolucionarios y descontento civil, los jóvenes cubanos siguen siendo poco violentos y calmados, señalan las autoridades.
 "Estamos hablando de jóvenes que están abrumados con tanto cambio y quieren más bienes materiales", dijo Jonathan Quiros Santos, director del Centro de Estudios Juveniles de Cuba. "Es un problema del que estamos conscientes, pero es también un problema que estamos abordando".

El juego de poder

 El Sr. Castro ha nombrado a su gabinete a burócratas relativamente jóvenes y colocado a funcionarios jóvenes por todo el país en un intento de ganarse los corazones de los menores de 40 años, dicen sus seguidores.
 Dos de los más prominentes miembros de esta nueva generación de líderes son el Ministro de Relaciones Exteriores Roberto Robaina, de 44 años, un guapo exlíder de la Juventud Comunista que tiene un imágen sofisticada, y el Ministro de Cultura Abel Prieto, de 50 años.
 "¿En manos de quién está el país?" preguntó Ariel Ricardo, un funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba. "Está en manos de los jóvenes. Esta es la gente con poder. Personas como Robaina. No son solamente títeres representativos. Tiene verdadero poder".
 Sin embargo, los críticos responden que estos funcionarios han hecho muy poco por cambiar un sistema que está basado casi por completo en un sólo hombre.
 Durante una convención de jóvenes el año pasado, por ejemplo, el Sr. Prieto dio una extraordinaria explicación de por qué el cubano promedio no puede utilizar el Internet: Los podría poner en contra de la revolución. Este razonamiento, se quejan muchos cubanos, sonó más como la retórica anticuada del Sr. Castro que como las palabras de un jóven líder visionario seguro de sí mismo.
 "Se puede observar una gran frustración en los más jóvenes", dice un diplomático occidental de las autoridades cubanas que luchan  por cambios internos. "No les va a ir muy bien cuando esto se acabe, pero no han acumulado el poder necesario para arrollar a los viejos líderes".
 Mientras que algunos intelectuales admiten que los problemas económicos pueden estar a la raíz de la crisis juvenil, también dicen que hay razones más complicadas.
 "El fin de la Unión Soviética tuvo un impacto que no sólo fue económico, sino también ideológico y sicológico", dijo Gloria León, una científica política cuaban independeiente. "La gente simplemente dejó de creer".
 Un estudio realizado recientemente por la Universidad de La Habana, regida por el gobierno, colocó a los jóvenes en tres grupos: los que apoyan la revolución, los que utilizan el sistema para su beneficio personal, y los que han adoptado una serie de alternativas para ganar dólares como los empleos en el sector turístico, la prostitución y las activades antigobierno. El estudio previno que el gobierno ya no satisface las necesidades y deseos de la juventud y sugiere una campaña propagandista para convencer a los jóvenes cubanos de que no pueden aspirar a tener mejores condiciones de vida porque su país es demasiado pobre.
 Los líderes comunistas señalan con orgullo a los adolescentes como Yadisney Vidal Sardinas, quien a los 15 años es la presidenta del Comité para la Defensa de la Revolución, o CDR, de su colonia en La Habana, el cual hace las veces de oídos y ojos del gobierno.
 Pero al preguntársele qué es lo que el CDR puede hacer para generar más entusiasmo en la juventud, la Srta. Vidal sugiere confiada, "¿Organizar una fiesta?"

Dinero, dinero, dinero

 Ante sus asombrados chaperones del CDR, añadió, "Los jóvenes de ahora están más tentados por el materialismo - el dinero, el dinero, el dinero. Los jóvenes cubanos están un poco perdidos".
 Muchos jóvenes dicen que ven al Sr. Castro, de 72 años, y  comparan sus vidas diarias con la ferviente retórica comunista. Ven los resultados del experimento capitalista que ha implementado a regañadientes y la búsqueda del dólar. Pocos tienen una idea clara de a dónde dirige la nación. Pero algunos ya han están convencidos.
 "No hay futuro alguno en Cuba", dice Betty Pérez, una estdianta de derecho de 27 años de edad. "La Palabra Ofuturo' ha sido tachada en mi diccionario".
 Este nivel de frustración ha llevado a muchos jóvenes cubanos a encontrar respuestas dentro de sí mismos. La moda es que un grupo de amigos se reuna para conmiserar juntos en sesiones de "terapia personal".
 En la colonia de Vedado de La Habana, dos amigos se reunen regularmente a tomar café y asegurarse el uno al otro de que vendrán tiempos mejores. Recuerdan los días en que estudiaban en la Unión Soviética y soñaban con construir la sociedad perfecta en su país. A mitad de una de sus reuniones, la hija de 6 años de la anfitriona arruinó el día cuando preguntó, "¿Mamá, por qué no me puedes comprar un vestido nuevo y muñecas coma las de mi amiga?"
 Intrigada, la madre le respondió, "¿En qué trabaja su mamá?"
 "Es jinetera", respondió la niña refiriendose a una prostituta. "¿Qué es eso?"
 Cuando la madre se cubrió el rostro con las manos y gritó frsutrada, su amigo dicidió que la sesión de terapia había terminado y salió calladamente.

Descontento creciente

 Muchos jóvenes cubanos critican al gobierno abiertamente, demostrando una altanera indiferencia hacia el aparato de seguridad que hasta hace unos años metía a la gente en la cárcel simplemente por vender cerveza en el mercado negro o por tener dólares estadounidenses en sus bolsillos.
 Muchos conseguían productos del gobierno para vender en las calles. Algunos se han convertido en capitalistas de un día para otro, presumiendo con confianza de sus dólares en la cara de los una vez temidos miembros del CDR. Unos cuantos jóvenes, como la Srta Ojeda en el teatro Karl Marx, critican abiertamente a Fidel Castro utilizando su nombre en lugar de pasarse la mano por la barbilla simulando una barba, una referencia velada.
 "Fidel sigue en el poder por nosotros", dice Minerva una prostituta de 21 años en una popular discoteca en la playa de Veradero. "Sin nostros, Cuba no tiene economía. Tendría que honrarnos con respecto".
 Algunos cuestionan el poder omnipotente de un estado que a duras penas puede ofrecerle a sus ciudadanos una ración mensual de media docena o menos de huevos.
 "¿Quién puede sobrevivir con seis huevos al mes y un pollo flaco?" preguntó un portero de hotel mientras que ensartaba con su tenedor un pedazo de langosta comprado con los dólares que gana de los turistas.
 La imágen de una juventud inquieta en busca de una sociedad mejor siempre ha estado presente en la historia cubana. Después de todo, fue un grupo de jóvenes rebeldes quienes en los años 50 se levantaron en contra de la opresiva dictadura de Batista. Culpaban a Batista de haber tornado a Cuba en un paraíso para los negociantes extranjeros y un lugar de recreo para los mafiosos y los juagadores, al tiempo que ignoraba las necesidades del pueblo cubano.
 Algunos de los más valientes jóvenes críticos del gobierno ven paralelismos entre la era de Batista y el auge en la prostitución de hoy en día y la creciente brecha entre los que tienen dólares y los que no.
 El Sr. Castro, quien llegó al poder hace 33 años, comenzó su carrera de rebelde a una temprana edad. A los 12 años organizó una huelga para pedir mejores condiciones de trabajo en el rancho de su padre, una antiguo soldado español que se quedó en el noreste de Cuba al final de siglo pasado.
 Como estudiante de derecho, Fidel Castro pasó gran parte de su tiempo organizando a las masas en lugar de estudiar, finalmente participando en el ataque del cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, en lo que serviría como una práctica para revolución de 1959.
 Una vez en el poder, asumió el papel de padre de la nación y volcó su atención sobre la juventud cubana, nombrando el períodico dominical Juventud Rebelde. Enfocó su atención en la gente joven, que esperaba se convertiría en el modelo comunista y convencería a sus padres, quienes habían vivido bajo el capitalismo, de que el socialismo era una mejor opción.
 Al tratar de cerrarse a las influencias occidentales, el Sr. Castro prhibió la música de los Beatles a favor de los rítmos africanos de países como Mozambique en un intento de acercar a la juventud cubana a sus raíces ancestrales.
 Pero a pesar de miles de horas de entrenamiento y clases de doctrina comunista, muchos de los hijos "adoptivos" del Sr. Castro no son los defensores disciplinados del socialimso que él hubiera querido.

Sueños de riqueza

 En el impresionante balneario de la playa de Cayo de Coco repleto de turistas, Horacio, un portero de hotel de 24 años, sueña con el día en que el embargo estadounidense termine y pueda ir al centro comercial Mall of the Americas en Miami a South Beach a "comprar, comprar, comprar".
 "Estoy guardano una parte de mis propinas para ese día", dijo. La filosofía del "nuevo hombre" del Che Guevara, que alentó a los cubanos a cambiar el materialismo por la senda revolucionaria, ya no tiene peso, explicó.
 "Fidel creció con un padre rico, y el Che recorrió Lationamérica en motocicleta y conoció el mundo", dijo Horacio, limpiando la playa que a sus compatriotas les está prohibido frecuentar. "¿Qué saben ellos de las carencias que vivimos?"
 Algunos jóvenes están preocupados por los vicios y el creciente materialismo que están siendo introducidos por los turistas extranjeros y la apertura de la economía.
 Adam, de 22 años, es un ex líder de la Juventud Comunista en su preparatoria de La Habana. Pero dice que la revolución lo ha dejado a él y a sus amigos con un vacío espiritual al igual que material. Así que alaba a Jesús, no a Fidel.
 Adam se preocupa de la cantidad de adolscentes sexualmente activos. Dice que ahora quiere ser sacerdote para "recobrar los valores que hemos perdido tanto con el fracaso de la revolución como con la llegada de los vicios capitalistas".
 Aún muchos de los jóvenes cubanos que todavía creen en la revolución luchan por imaginarse un país donde les gustaría criar a sus hijos.
 Mariano, de 32 años, y Pablo, de 33, una vez jugaron béisbol juntos, y hasta salieron con la misma mujer en la preparatoria. Siguen siendo buenos amigos, nacionalistas y patriotas. Sin embargo, los dos hombres están en desacuerdo acerca de la dirección que se debe tomar en Cuba.
 Mariano está convencido de que una mayor apertura de la economía es esencial y que las reformas políticas son necesarias para restaurar la fe de sus jóvenes compatriotas. Mariano, quien trabaja para el gobierno, admite que le da algunos beneficios adicionales a sus empleados "para que tengan más incentivo".
 Pablo, mientras tanto, permanece siendo un buen burócrata y aferrado marxista. Está convencido que los pequeños problemas" de la juventud cubana "pueden ser sobrellevados con el tiempo, la paciencia y el trabajo".
 Mariano rompe el tenso silencio: "Respetuosamente estamos en desacuerdo".
 Otros debates son más emotivos, especialmente aquellos entre padres e hijos.
 Una noche no hace mucho en la colonia de Miramar de La Habana, José Julián Díaz, de 24 años, y su padre, José Julián Díaz Sr., de 51 años, cenaron huachinango y ron, en una especie de despedida.
 Alguna vez un prometedor estudiante de filosofía la carrera del joven Sr. Díaz se vino abajo cuando comparó, durante una clase de literatura, la Cuba del Sr. Castro con el libro de George Orwell, "1984", que describe a un gobierno opresor como el Hermano Mayor. También cuestionó el papel de Cuba en Angola - el equivalente a la guerra de Vietnam para Cuba- donde murieron por lo menos 2,000 cubanos.
 Frotándose la frente, el Sr. Díaz padre se quejó, "Tal vez la filosofía fue la carrera equivocada para tí. Piensas demasiado".
 El joven José Julián ahora se gana la vida haciendo trabajos variados en el mercado negor, pintando casas, en la plomería, reparando techos por hasta a veces $20 a la semana, más que el salario de un médico. Pero aún anhela tener más libertad política y económica.
 Recientemente su suerte cambió dramáticamente cuando fue seleccionado como uno de los 20,000 cubanos a los que se les permitirá emigrar legalmente a los Estados Unidos como parte de un acuerdo binacional de inmigración. El joven Sr. Díaz no quiere involucrarse en los problemas políticos de Miami. Le gustaría ir al noreste, el suroeste o hasta a Alaska, lugares que no puede identificar en el mapa, pero de los que ha oído a través del cine o lo libros.
 "Lo único que pido es no oir la palabra OFidel' por el resto de mi vida", dijo. "Sólo quiero vivir mi vida, y no sacrificarme por una loca utopía totalitaria".
 El Sr. Díaz padre vendió su Plymouth 1949 por $500 para ayudar a pagar por la visa de su hijo y un boleto de avión a los Estados Unidos. Pero aún así previno a su hijo de los demonios que lo esperan en los Estados Unidos.
 "Puede ser que los Estados Unidos no sea la tierra prometida que tú piensas", dijo el padre. "Hay mucho crimen".
 "Papi", respondió el hijo, "por lo menos ahí puedes luchar. Aquí, ni siquiera puedo hacerme oir . . . pertenezco a la generación perdida".
 Días después, mientras que su padre lloraba, el joven Sr. Díaz abordó el avión y salió de Cuba para siempre.

Mira : http://dmnweb.dallasnews.com/cuba/spgeneration.asp
 


 
Ver también :
Una vergüenza cubana