Publicado el lunes, 27 de marzo de 2000
en El Nuevo Herald
La comunidad judía de Cuba guarda su fe
TATIANA ASIS reza durante un servicio religioso en una sinagoga
en La
Habana. La comunidad judía de Cuba ha tenido un
renacer, tras mantener
sus creencias durante 40 años.
STEVEN GUTKIN / AP
LA HABANA
Meciendo sus cuerpos sumidos en oración, varios
judíos se extienden
para besar los rollos de pergamino con escrituras sagradas,
conocidos
como la Torá, envueltos en ropajes de terciopelo.
Después, olfatean
especias para señalar el fin del Sabat.
Sin embargo, la mayoría de los feligreses en la
envejecida sinagoga
ortodoxa ubicada en el corazón de la Habana Vieja
no saben leer hebreo
y ni siquiera conocen las oraciones. Asisten a los servicios
para
acercarse al culto del dios de Abraham en la tierra de
Fidel Castro y,
algunos, para comer gratis.
Con todo, la asistencia a la sinagoga representa un triunfo
para la
otrora pujante comunidad judía, que preservó
su fe sin verse borrada
por la revolución comunista y su consecuente imposición
del ateísmo.
Hace más de tres décadas la mayoría
de los judíos cubanos emigraron,
pero ahora el judaísmo en Cuba experimenta un
renacimiento.
La principal sinagoga de La Habana está siendo
reconstruida, una nueva
abrió sus puertas en la tercera ciudad cubana,
se creó una escuela
religiosa, los jóvenes han formado una compañía
de danzas israelíes y
los santuarios de oración ya no están vacíos.
``Somos parte del renacer de esta comunidad'', dijo Augusto
Kohan, de
27 años, al frente de un grupo juvenil judío
en La Habana.
El renacimiento es uno de los productos de la tolerancia
religiosa que
reina luego de la caída del bloque soviético
a principios de los años
90. Antes de eso, la afiliación religiosa era
considerada sospechosa o,
en el mejor de los casos, algo extraño.
Pero a pesar del incipiente renacimiento, la comunidad
judía cubana es
pobre comparada a las de otros países de América
Latina.
La población judía de la isla se redujo
de 15.000 miembros antes de la
revolución comunista de 1959, a apenas 1.500 hoy.
La mayoría de los
judíos se fueron de la isla después de
que el gobierno de Castro
expropió sus negocios en la década de 1960.
Los pocos que se quedaron
eran principalmente médicos, arquitectos o ingenieros,
muchos de ellos
miembros del Partido Comunista.
La falta de religiosidad era lo único que tenían
en común.
En Cuba no hay rabinos ni clérigos judíos
autorizados para realizar
circuncisiones rituales, conocidos como ``mohel''. Hay
un solo
carnicero kasher. Es difícil encontrar un matrimonio
joven judío en que
ambos cónyuges sean de religión hebrea.
Las organizaciones judías de Cuba le deben su supervivencia
al apoyo de
hebreos de otros países, principalmente Canadá
y Estados Unidos.
``Ninguna institución judía en Cuba puede
vivir de sus miembros'', dijo
José Miller, presidente del Centro de la Comunidad
Hebrea de Cuba. Sin
embargo, sus miembros viven a menudo de esas instituciones.
Todos los años, la comunidad judía canadiense
envía las galletas matzá,
el vino ritual y otras comidas tradicionales para la
Pascua hebrea, un
lujo para los judíos cubanos que apenas tienen
suficiente para vivir.
Los líderes de la sinagoga de La Habana Vieja
se jactan de poder
convocar dos veces al día al grupo mínimo
de 10 hombres requerido para
los rezos, conocido como ``minyán''. Pero es que
al final del servicio
se ofrece una comida, lo que parece ser una gran atracción
en un país
donde el salario promedio equivale a 10 dólares
al mes.
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