Un bloqueo al gusto de Castro
El Gobierno cubano prohíbe el acceso a Internet,
considerado como un medio de alto riesgo
MAURICIO VICENT , La Habana
Trabajadoras del nuevo servidor de Internet
del Gobierno de La Habana (M. V.).
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Cuba entrará en el nuevo milenio sin que sus ciudadanos puedan conectarse
libremente a Internet. Desde el mismo instante en que la isla se enlazó
oficialmente a la red, hace seis años, las autoridades dictaron
normas estrictas para que la información obtenida del ciberespacio
estuviese "en correspondencia" con los "principios éticos" de la
revolución y no afectase "los intereses ni la seguridad del país".
Según admiten fuentes oficiales, hoy sólo 40.000 cubanos
-de una población de 11 millones- tiene acceso a Internet, y con
restricciones.
Paradójicamente, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba
(Minrex) quiso entrar al siglo XXI abriendo una página, cubaminrex.cu,
que invita a los internautas de todo el mundo a informarse de la realidad
de la isla a través de este sitio revolucionario. El sitio
fue presentado esta semana en La Habana por el canciller, Felipe Pérez
Roque, y entre sus objetivos declarados está "divulgar la realidad
cubana", apoyar las causas progresistas del Tercer Mundo y también
"acrecentar los esfuerzos" de la isla "contra la explotación y la
opresión de los pueblos".
En 1996, el Consejo de Ministros de Cuba aprobó el decreto-ley
209 sobre el "Acceso desde la República de Cuba a redes informáticas
de alcance global", que estableció "la política y estrategias"
gubernamentales "con relación a estas redes". El decreto señaló
que el acceso a Internet sería definido "en función de los
intereses de Cuba, priorizando en la conexión a las personas jurídicas
e instituciones de mayor relevancia para la vida y el desarrollo del país".
Esta política, en vigor en la actualidad, tiene como pilar fundamental
el siguiente principio: "Asegurar que la información que se difunda
sea fidedigna, y la que se obtenga esté en correspondencia con nuestra
ética y no afecte ni a los principios ni a la seguridad del país".
Asimismo, la ley creó una comisión intergubernamental para
atender los asuntos relacionados con Internet. Ésta es la única
autorizada para aprobar la conexión a la red y "regular su uso",
y está integrada por altos cargos de los ministerios que tienen
que ver la informática.
"Hasta los talibán en Afganistán tienen acceso a Internet,
pero los cubanos no, para nosotros está vedado", ha dicho en alguna
ocasión el disidente Elizardo Sánchez. Según Sánchez,
el férreo control a los accesos y las comunicaciones a través
de la red cibernética es parte consustancial de la censura ideológica
y política que el Gobierno mantiene en el país. Según
la organización Reporteros Sin Fronteras, Cuba es uno de los 20
países del mundo que, bajo el pretexto de proteger al público
contra ideas subversivas o de garantizar la unidad del país, impide
el acceso de sus ciudadanos a Internet.
Para las autoridades de la isla, la razón del bloqueo
a Internet es más económica que política. El país
está en crisis y las computadoras son un artículo de lujo
-sólo el 60 % de las que existen en la isla tenían hace cinco
años capacidad de conectarse a la red-; además las líneas
telefónicas son escasas y de mala calidad. "Antes que pensar en
Internet hay que garantizarle la salud y la educación a la población",
es uno de los argumentos manejados por los dirigentes cubanos.
"Hoy en día vivir de espaldas a Internet significa vivir de espaldas
al mundo y a la modernidad", afirma Vladimir, un estudiante de la Universidad
de La Habana que como muchos otros estudiantes de la capital paga unos
cuantos dólares por debajo de la manga para conectarse clandestinamente
a la red.
Pese a las reticencias ideológicas, el Gobierno es consciente
de que Internet representa un factor de desarrollo y que no puede quedarse
al margen del intercambio de información técnica y científica.
En los últimos tres años las autoridades han hecho una cuantiosa
inversión en la modernización de las redes telefónicas
y en la compra de computadoras y equipos informáticos de alta tecnología
para equipar empresas y centros de investigaciones, y planea crear una
decena de cibercafés en la isla el próximo año (ya
se han inaugurado dos). También se han creado redes locales para
algunos sectores profesionales, pero con accesos limitados y numerosas
páginas vedadas.
"En los centros de trabajo sólo tienen clave para conectarse
algunas personas, no se puede entrar a las páginas de contenido
político y a direcciones de diarios como el Miami Herald
y a los cubanos de a pie no se nos permite tener una cuenta privada, ni
pagándola en dólares", explica Vladimir. Pero, ya se sabe,
los cubanos están acostumbrados a inventar y eludir los más
diversos bloqueos.
Mañana, 1 de enero de 2001, comenzará el "Año de
la Revolución Victoriosa en el Nuevo Milenio". Así ha sido
bautizado oficialmente el nuevo año siguiendo una vieja tradición
revolucionaria, y los internautas de todo el mundo, aunque pocos de la
isla, podrán ver ésta y otras informaciones de interés
si pinchan la página cubaminrex.cu. La .cu es de Cuba.
Alternativas piratas
Los cubanos están acostumbrados a inventar para resolver sus
necesidades informativas y lúdicas por vías alternativas
a las del Estado. En los años noventa, jóvenes ingenieros
cubanos piratearon con antenas parabólicas caseras los 10 canales
de televisión extranjeros que emitía el hotel Habana Libre
a todas las instalaciones turísticas de la capital. Cuando las autoridades
se percataron y codificaron la señal, en menos de una semana los
técnicos ya habían encontrado una solución para eludir
el bloqueo.
De la misma forma, miles de cubanos, sobre todo científicos y
estudiantes, se conectan cada noche a Internet. El sistema más común
es el robo de password. Muchas empresas cubanas y extranjeras tienen
contratado un servicio de Internet a tiempo completo, pero sólo
lo utilizan en horario laborable. Los piratas compran a un dealer
una de estas claves para usarla por las noches. La tarifa por horario oscila
entre 10 y 30 dólares mensuales y el único impedimento es
no abrir el correo de la víctima, pues el operativo sería
detectado.
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