Siglo 19


 
El siglo 19 fue netamente azucarero en Cuba. En 1817 se producían 43.000 toneladas de azúcar y en 1887 se llegaba a las 707.000. La población creció desde el medio millón de comienzos de siglo hasta los casi dos millones al final de la centuria. Durante este siglo, España había perdido el dominio político en la Tierra Firme y se había producido la independencia del resto de la América española, aunque Cuba y Puerto Rico seguían perteneciendo a la Corona española, que tenía en la isla una de sus posesiones más importantes. Millares de esclavos negros fueron introducidos durante este siglo y sólo en el año 1886 la esclavitud fue abolida definitivamente. Junto a la mano de obra negra acudieron, en condiciones muy duras, coolíes, chinos embarcados en Cantón y españoles de las islas Canarias, principalmente. Pero los plantadores supieron además introducir junto a esta mano de obra las más modernas innovaciones técnicas, y en 1836 ya funcionaba el ferrocarril; en 1856 aparecía el telégrafo y en 1868 había enlace alámbrico con España. Al mismo tiempo, las compañías comerciales de navegación ponían en servicio veloces trasatlánticos de vapor. En lo político, España, a través de sus gobernadores, alternó períodos de dureza con otros de liberalidad, de acuerdo también con las propias condiciones políticas e ideológicas que se manifestaban en su propio suelo. No obstante, el estado de insurgencia fue creciendo paulatinamente y en 1868 se produjo el grito de rebeldía de Carlos Manuel de Céspedes, que fue seguido en 1895 por el de José Martí.

La independencia de Cuba

Entretanto, los Estados Unidos, que nunca ocultaron su interés por Cuba, aprovecharon la ocasión que se les presentaba para intervenir en los asuntos de la isla, debilitada por los enfrentamientos entre españoles e insurgentes. Hasta aquel momento el expansionismo norteamericano había sido atemperado por los británicos, recelosos del gran poder que la nueva potencia estaba adquiriendo en la región. También los conflictos de la Guerra de Secesión sirvieron para frenar esta hegemonía, pero en 1898 decidieron utilizar la ocasión que se les presentaba: la explosión, fortuita o intencionada, del acorazado Maine les dio la justificación que necesitaban para destruir la flota española. De esta forma cesaba la soberanía española y se iniciaba la de Estados Unidos, cuyo gobierno militar duró hasta mayo de 1902, cuando el 20 de dicho mes se alzaba la bandera cubana sobre el Palacio del Gobierno. El Presidente, Estrada Palma, era formalmente su primer mandatario, si bien la vigilancia de los Estados Unidos no cesó, puesto que una enmienda constitucional propuesta por el senador Platt imponía severas condiciones al libre ejercicio de la plena soberanía, que quedaba subordinada a la autorización estadounidense tanto en política exterior como en lo relativo a la hacienda pública. Sobre la base de esta enmienda, tanto la marina como el ejército norteamericano intervinieron en al menos dos ocasiones, en 1906 y 1917, y Cuba cedió parte de la bahía de Guantánamo para que en ella se estableciera una gran base naval estadounidense. En lo económico, la historia republicana se caracterizó por un continuo crecimiento hasta la década de los años veinte, con fuertes maniobras especulativas en su primer año que fueron conocidas como la danza de los millones, cuando el azúcar pasó de valer dos centavos en la bolsa de Nueva York hasta los veinte centavos la libra. Se talaron bosques y se construyeron carreteras, ferrocarriles y centrales azucareras de dimensiones gigantescas. Sin embargo, cuando llegó la recesión del mercado se inició la catástrofe.

En la década siguiente la producción azucarera se redujo desde los seis millones que se habían alcanzado hasta menos de dos millones de toneladas por zafra, y el hambre y la miseria se enseñorearon de los campos. La Segunda Guerra Mundial destruyó la producción azucarera europea y Cuba volvió a recuperar sus altos niveles anteriores, pero esta bonanza no dio paso a una diversificación de la base económica, por lo cual el subdesarrollo y la pobreza continuaron afectando a gran parte de la población. Políticamente se alternaron períodos constitucionales con dictaduras. La reelección de los presidentes era el objetivo deseado con frecuencia por los primeros magistrados, y a ella se oponían los prohombres de los partidos contrarios. Las disputas se saldaban con luchas en los campos y en las calles de las ciudades. Los dictadores Machado y Fulgencio Batista fueron los políticos que más tiempo permanecieron con estos métodos en el poder.


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Siglo 19 (2ª parte)

La guerra de los diez años

Los anexionistas