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Guayabita del Pinar |
Seca y dulce, fuerte y suave a la misma vez, la Guayabita del Pinar tiene un don que pocas bebidas conquistan: cautivar por igual a entendidos y profanos en gustos etílicos. El origen de este sabroso licor de Vueltabajo, como hoy se le conoce, no puede definirse con exactitud aunque se sabe que fueron familias provenientes de España asentadas a fines del siglo XVI en las márgenes del río Cuyaguateje, en la provincia de Pinar del Río, las que primero mezclaron el aguardiente y el azúcar con el fruto del guayabo de pequeño tamaño, el cual crecía silvestre en la zona. Sin embargo, la paternidad industrial de la Guayabita del Pinar quedó registrada para la historia a favor del vasco Lucio Garay Zabala, emprendedor hombre de negocios quien en 1892 montó una fábrica donde producir bebidas. Ya entonces conocía de los secretos, virtudes medicinales y digestivas del conocido licor a través de los propios vegueros de la zona. Los historiadores aseguran que en esta empresa, Garay Zabala aportó también de su ingenio y conocimientos, llevando la Guayabita a un punto máximo de exquisitez que le hizo ganar con el tiempo mercado e, incluso, premios internacionales. La exclusividad de la Guayabita del Pinar se mantiene hoy aunque con ventas que todavía no satisfacen la demanda. Sus productores conocen cuándo recoger el fruto del guayabo enano -endémico de la región- sólo en los meses de julio y agosto y el tiempo exacto de añejamiento en toneles de roble. Nuevas inversiones realiza su fábrica matriz, ahora en una vetusta casona de la capital pinareña, para incrementar la oferta que este año podría llegar a unas 10 000 cajas. Encontrar una botella de Guayabita del Pinar todavía hoy no resulta tan fácil si se está en la capital del país, sin embargo, un viaje a tierras de Vueltabajo asegura el placer de los mejores tabacos y también la garantía de poder llevarse el recuerdo de una exquisita bebida. |