Récord de ventas y de público en la Feria
del Libro de La Habana
MAURICIO VICENT, La Habana
La X Feria Internacional del Libro de La Habana terminó el sábado
en la fortaleza de San Carlos de La Cabaña después de ocho
días de polémicas extraliterarias y jornadas maratonianas
en las que se celebraron un promedio de 25 actividades al día. Las
controversias -cómo no, políticas- surgieron en España
antes de la feria... y continuaron hasta ayer mismo. Pese a éstas,
para el Instituto Cubano del Libro (ICL) y el Ministerio de Cultura, el
encuentro editorial fue un éxito: 200.000 personas visitaron La
Cabaña, más de lo previsto, y se vendieron medio millón
de ejemplares a bajo precio.
En realidad, no hubo una Feria del Libro de La Habana, sino dos. La
primera, la cubana, fue concebida dentro del actual proceso de "batalla
de ideas" y "masificación de la cultura" que se vive en la isla.
El nuevo director del ICL, Iroel Sánchez, se propuso que la feria
lo fuese en toda la extensión de la palabra: libros a dólar,
riadas de familias con niños, puestos donde se vendía pan
con lechón y refresco en pesos cubanos, librerías populares
donde miles de cubanos ávidos hicieron cola diariamente para comprar
cinco, diez, quince ejemplares de una tacada -de títulos infantiles,
principalmente, pero también alguna que otra novedad-.
Polémica
La otra Feria del Libro, la segunda, fue la española. A España
estaba dedicada esta décima edición del encuentro y desde
un principio se sabía que polémicas iba a haber muchas: comenzó
con el fuego graneado de conocidos exiliados, como Cabrera Infante o Zoe
Valdés. El primer dilema era: ¿ir o no ir a Cuba? Las cargas
de profundidad surtieron su efecto y el Gobierno español limitó
la presencia oficial al embajador y al subdirector de Promoción
del Libro, Luis González. Importantes editoriales españolas,
como Santillana, RBA, Planeta y Grup 62, eligieron no acudir por motivos
diversos, desde que algunas de ellas tienen en su catálogo a autores
prohibidos en la isla hasta el escaso interés que despierta de momento
el mercado cubano.
Algunos de los autores que debían haber viajado a La Habana finalmente
no viajaron; otros, para distanciarse del Ministerio de Cultura de Cuba,
o del de España, lo hicieron bajo el paraguas de una comunidad autónoma
-Luis Landero, de Extremadura; Felipe Benítez Reyes, de Andalucía-;
y otros, aunque hicieron el esfuerzo por estar en La Habana, no pudieron
siquiera participar, bien porque a última hora "se canceló
la actividad" -le pasó a Luis García Montero y a Pablo García
Baena- o porque, por problemas de organización, a la conferencia
programada no fue ni un alma -el caso de Landero-.
Pero no todo fue negativo. Se consolidó un hábito que
los cubanos agradecen: la coedición de libros y la decisión
de algunos autores españoles de ceder los derechos de sus obras
para que éstas sean publicadas en Cuba. Aitana Alberti presentó,
por ejemplo, una antología de José Hierro, coeditada con
España, y Almudena Grandes publicó su primer libro en la
isla, Malena es nombre de tango.
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