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 LA DUDOSA ECONOMÍA CUBANA
Indice de materias

 

 "Con el tiempo todo se sabe" y los años transcurridos desde el fusilamiento de los Generales Ochoa y De la Guardia en Cuba se han encargado de demostrar los vínculos del régimen totalitario de Cuba con el narcotráfico. Más y más testimonios se suceden unos tras otros procedentes de personalidades cubanas cada vez más encumbradas en el sucio y cruel quehacer del castrismo que, por alguna razón u otra terminan rompiendo con el dictador vitalicio para alejarse de esa senda de corrupción y de maldad. Pero los indicios no se limitan a testimonios sino también a serios estudios de la economía cubana que despiertan grandes interrogantes que sólo pueden tener una ominosa respuesta.

 Entre los testimonios más recientes tenemos los de Norberto Fuentes y Jorge Massetti, aparecidos en sendos libros voluminosos y detallados, para sumarse a los muchos otros que han ido surgiendo desde el tan tristemente célebre "Caso Ochoa". El propio General Ochoa le confía a Norberto Fuentes que su negocio no es de 500.000 dólares sino de más de 900 millones, pero Castro, su policía política, su servicio de inteligencia, sus Comités de Defensa, sus militares y sus compinches, "no supieron" de esto sino hasta el momento preciso en que los servicios antidrogas de los Estados Unidos se prestaban para armar un escándalo internacional, con pruebas y señales, del tráfico de drogas a través de Cuba con encubrimiento oficial. Ochoa y los otros fueron entonces utilizados como cabezas de turco.

 Ochoa no podía creer que su vida peligrara por este motivo. A fin de cuentas, había cumplido órdenes. ¡Y era un "héroe" aclamado de la revolución! Iba a ser una tormenta en un vaso de agua. Un poco de teatro. Nadie sabe lo que Castro le dijo en su entrevista privada antes de su ajusticiamiento, pero es fácil sospecharlo. Ochoa estaba seguro de que no lo iban a fusilar. No era para menos. Massetti nos cuenta de un plumazo su historial: "Había comenzado a combatir muy joven en la Sierra Maestra, bajo las órdenes de Camilo Cienfuegos [con el que] participó en la invasión de oriente a occidente y en la batalla que coronó el triunfo de Fidel Castro en enero de 1959. Más tarde se sumó a la guerrilla venezolana. Reapareció luego como jefe victorioso de las tropas cubanas en Etiopía [tanto en el Ogadén como en Eritrea]. También había intervenido junto a los sandinistas en la guerra contra la contra. Por último había obligado a los sudafricanos a sentarse a la mesa de negociaciones ..."

 Norberto Fuentes reconoce que el apoyo a la guerrilla colombiana y al narcotráfico seguía originalmente un propósito de minar el imperio capitalista. Posteriormente, sin embargo, va saliendo a la luz que hay motivos más pragmáticos y que la alta cúpula del poder en Cuba funciona ni más ni menos que como una clásica familia de la Mafia siciliana, con un Padrino todopoderoso que liquida a voluntad a capos y subalternos que se equivocan o se descarrilan. La motivación no es otra que el lucro y en el fondo de la riqueza que este lucro origina, ni más ni menos que el poder de la impunidad y de la actuación por encima de toda ley. Por eso es que Castro no puede de ningún modo entregar el poder.

 Después de estudios realizados en años anteriores, la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana (conocida como ASCE por sus siglas en inglés), ha culminado en su décimo Congreso este año con diversos estudios académicos sobre la balanza de pagos, el comercio exterior y los insumos por concepto de remesas de los exiliados y por concepto del turismo, para coincidir en una sola conclusión, como lo señala ayer domingo en El Nuevo Herald nuestro amigo Pablo Alfonso: "La cuenta de Castro no cuadra".

 Estos estudios concienzudos tienen decenas de páginas, pero el resultado es muy sencillo: el déficit de la balanza de pagos, dentro de lo muy poco que se sabe sobre gastos reales no declarados (tales como aquellos que surgen de las misteriosas "reservas del Comandante"), sobrepasan ampliamente los 10.000 millones de dólares en los primeros ocho años desde el derrumbe de 1990. Si se añade que ya es sabido que el déficit de la balanza comercial para 1999 es quizás el más alto desde 1990, ya podemos imaginar por dónde van las cuentas de Castro.  Simultáneamente, se ha observado la desconcertante facilidad como el gobierno cubano olvidó su rencor por el exilio al suministrar a la CEPAL alagüeñas cifras que indicaban insumos procedentes del exilio de más de 800 millones de dólares anuales. Asimismo, se ha preocupado por dar cifras maravillosas sobre los ingresos del turismo, mientras que no hace esfuerzo alguno por proporcionar estadísticas a derechas sobre otras industrias deficitarias. De esta manera, los déficit de la balanza de pagos se reducen en importancia y no resalta tanto lo que no puede explicarse. Con esas generosas remesas del exilio se cubrirían casi las tres cuartas partes de la brecha y con las "ganancias" del turismo una buena parte del resto.

 Un análisis más a fondo demuestra, sin embargo, que las cifras oficiales del turismo no tienen en cuenta los gastos que generan, sobre todo en importaciones, ni las utilidades que los inversionistas extranjeros se encargan de exportar rápidamente. Sólo esto reduce en más de un 30% tales cálculos. Por otra parte, atando cabos de otros datos, también oficiales, y de encuestas realizadas en el exilio acerca de las remesas, se llega a la conclusión de que éstas no pueden haber pasado en los últimos tres años de más de 200 a 300 millones de dólares anuales. Esta cifra ya de por sí es muy generosa, teniendo en cuenta que requiere que por lo menos 200 ó 300 mil familias del exilio estén remitiendo un promedio de mil dólares anuales a amigos y parientes en Cuba.

 En estas circunstancias, la brecha de la balanza de pagos se mantiene en varios cientos de millones de dólares anuales. Al mismo tiempo, el gobierno castrista es un alto riesgo de crédito y sólo puede obtenerlo a tasas altísimas de dos dígitos y a muy corto plazo. ¿Cómo paga entonces por el déficit permanente que se extiende a todo un decenio, con una moneda que no se cotiza en ninguna parte y que no puedo por lo tanto siquiera depreciar? ¿Cómo paga con una economía dolarizada en la que entran (aparentemente) menos dólares de los que salen?

 Salvo que fuésemos a creer que Castro tiene autoridad para imprimir dólares en Cuba, es fácil dejarse llevar por la sospecha de que sigue involucrado en el muy lucrativo negocio del narcotráfico y que la industria turística y la inflada cifra de las remesas del exterior son un truco de lavado de dinero. Es curioso que hasta el mismo Presidente de Colombia cuente en todo con él (a quien sabe responsable) para apaciguar a las guerrillas y para contener un narcotráfico que amenaza con tomar el poder mediante la fuerza de las armas y el pesado lastre de la corrupción en nuestro vapuleado vecino sudamericano.

 

 

:::Gerardo E. Martínez-Solanas