[El Cardenal Jaime Ortega Alamino, Arzobispo
de La Habana, ha querido hacer pública en el día de hoy,
2 de noviembre de 1999, la siguiente notaaclaratoria]
En una especie de informe leído por
el Presidente Fidel Castro, en sucomparecencia del lunes 1 de noviembre
en la Televisión Cubana, me sorprendió ver el nombre del
Arzobispo de Santiago de Cuba, Monseñor Pedro Meurice, asociado
a ciertos intentos de manipulación de la Iglesia Católicaen
Cuba que alguna organización de exiliados cubanos, específicamente
la Fundación Nacional Cubano Americana, trataría de lograr
con respecto a la celebración de la próxima Cumbre Iberoamericana
de Jefes de Estado a celebrarse en La Habana.
Los que somos Pastores de la Iglesia en
Cuba desde hace muchos años sabemos de todo tipo de intento de manipulación
de la Iglesia con fines políticos, no sólo por parte de estos
grupos mencionados, sino durante las décadas de florecimiento de
la llamada teología de la liberación y de los cristianos
por el socialismo, quienes a su paso frecuente por La Habana,intentaban
alinear a la Iglesia de Cuba en corrientes que creaban división
en el seno de la Iglesia Latinoamericana. Los Obispos de Cuba nunca hemos
cedido a éstas ni a otras presiones. En esto no solamente mi hermano,
el Arzobispo de Santiago de Cuba, no ha sido excepción, sino ejemplo.
Las palabras, homilías o declaraciones públicas del Arzobispo
de Santiago de Cuba, en cualquier ocasión, no han sido el fruto
de ninguna manipulación, y esto me consta de modo muy personal,
sino que han sido dictadas por su conciencia de Pastor solícito,
que ha sentido como algo muy propio de su deber pastoral, expresar cuál
es su pensamiento sobre los temas que preocupan a la Iglesia y al pueblo
cubano.
La unidad de criterios, de acción
y de afecto colegial entre los Obispos cubanos y con el Santo Padre, es
un don precioso que Jesucristo, Buen Pastor, ha dado a la Iglesia de Cuba,
y los Obispos cubanos seremos capaces de defenderla al precio que sea.
Ni antes de la Cumbre Iberoamericana, ni
después de ella, la Iglesia en Cuba servirá como instrumento
para otros fines que no sean los que su Señor le fijó: anunciar
el Evangelio y procurar la reconciliación y la paz que nacen del
amor cristiano.
Cardenal Jaime Ortega
Arzobispo de La Habana
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