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La política actual del régimen de La Habana no hay quien la entienda, mejor dicho, la entendemos solo los cubanos. Hoy el gran líder de los comunistas latinoamericanos llora la muerte de dos jóvenes que trataron de escapar de ese infierno en el tren de aterrizaje de un avión inglés. Pero es muy rara la actitud de ese líder, tal parece que su senilidad está llegando a su máxima expresión. Movilizó a todo ese pueblo que se deja movilizar, para llorar a quienes un tiempecito atrás serían considerados como traidores, ese tiempecito es muy corto, tan solo unas horas, las necesarias para preparar esta nueva comedia con el dolor de dos familias. Lloremos todos entonces porque eran solo unos muchachos de aproximadamente dieciséis años, olvidamos llorar por todos aquellos que perdieron sus vidas mientras abandonaban ese paraíso alentados por el mismo gobierno que hoy declara el luto, qué pueblo para tener mala memoria, se olvidaron los muertos ocurridos en estos cuarenta años, los de aquella gran cruzada del 94, los que fueron embestidos por las lanchas patrulleras del gobierno o tiroteadas por aviones de su ejército. ¡Lloremos coño! Por todos los muertos en el cruce a la base de Guantánamo, éstos los tenía olvidado, me está fallando también la memoria, no puedo negar que soy parte de ese pueblo que hoy marcha para convertir a dos traidores en héroes, porque el comandante los necesita. ¿Héroes? Claro que si, lloremos por ellos que lo son a partir de ahora, así lo ordenó el jefe. <<¡Pero carajo! Si hasta ayer se consideraban traidores>> Eso fue hasta ayer hombre, el problema es que al tipo no le había caído ninguno hasta entonces y cualquier muerto es útil, solo hay que saber usarlo. Ahora resulta que son considerados niños, sin embargo, cuando a esa edad son llamados al Servicio Militar Obligatorio y después de entrenados son ubicados como guardafronteras, dejan de ser esos llorados niños y se llaman combatientes que reciben la orden de disparar a matar. De niños como estos están llenas las cárceles de Cuba, lloremos por ellos. Más pequeños que ellos fueron hundidos a bordo de un remolcador, buscaban el mismo destino que estos muchachos, en aquel entonces nadie lloró, nadie salió a marchar con banderitas, no se acusó al imperialismo, ni a la Ley de Ajuste, menos aún a sus verdaderos asesinos. ¡Carajo que mala memoria tiene ese pueblo! Disculpen, no la tiene mala, sencillamente la perdió. Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
19-1-2001. |