¡Cucaaaaa…… llegaron los “pollo americano”! |
Los tres años que pasé en el Servicio Militar Obligatorio desde 1964 hasta 1967, permanecí en el polígono de tiro antiaéreo que se encuentra entre las playitas de Banes y el río El Mosquito. Fui calificador de tiro durante todo ese tiempo y gracias a ello, padezco de una leve hipo acucia en el oído izquierdo, que supe disimular muy bien en los exámenes médicos realizados a los oficiales de la marina en Cuba (tal vez sea la razón por la cual no simpatice con la izquierda). Recuerdo, que en una de esas visitas hechas por Raúl Castro a las prácticas que allí se realizaban todo el año con las baterías antiaéreas de Pinar del Río, La Habana y Matanza. Dirigiéndose a los artilleros de una batería de 100 mm les expresó: ¡Tienen que derribar al blanco, cada una de esas balas (de aproximadamente 70 libras) vale lo que cuesta un ternero!. Gasté tres años de mi vida viendo explotar terneritos en el aire, es muy probable que sea ésta una de las razones por las cuales los cubanos apenas comen carne. Frente a nuestra Unidad Militar se encontraba el caserío perteneciente a la granja Menelao Mora, para hacer honor a la verdad, eran unas confortables casitas de bloques y hormigón que sustituyeron los viejos bohíos y transformaron prontamente el paisaje campesino. No calificaba como pueblo porque solo poseía una tienda del pueblo y un infuncional Círculo Social. Allí en ese caserío tuve a mi primera novia pedida a los 15 años de edad. Haciendo un breve paréntesis en esto, los otros días nos visitó una amiga de mis hijos con su hijo de 14 años nacido aquí en Canadá, yo lo miraba constantemente, ni yo mismo podía creer que a esa edad fuera miembro del ejército, ni que a los 15 tuviera una relación formalizada con una hermosa chica. Les aclaro que fue una trampa tendida por su madre, poco tiempo después ya tenía asignada una puerquita para iniciar mi familia. Clarita era una linda guajirita de ojos verdes, delgada, pelo rizado que no llegaba a rubio ni a castaño, eso si, muy trabajadora. Si rompí aquellas juveniles relaciones impuestas por su madre lo hice en contra de mi voluntad porque la chica me gustaba y llegué a quererla. De haber continuado con ella era muy probable que a estas alturas no estuviera escribiendo, estaría cargado de vejigos y probablemente ordeñando vacas. Mi mundo era diferente, bueno, ustedes se preguntarán; ¿Qué rayos tiene que ver toda esta historia con el título de este trabajo? Yo diría que poco o mucho. En aquella llamada granja solo existían dos fuentes de trabajo, una vaquería donde trabajaba su padre y una granja de pollo donde laboraba ella y una de sus hermanas. No fueron pocas las oportunidades en las que realizamos "trabajo voluntario" en aquella granja o simplemente guardias nocturnas para evitar los robos que se producían a menudo. Les hablo del año 1965 exactamente, fecha en la cual se dio rienda suelta al desarrollo de la avicultura en nuestro país. No tengo idea aproximada de la creación del Combinado Avícola Nacional pero creo que fue en tempranas horas de la década de los sesenta. No puede negarse que el trabajo desarrollado fuera exitoso, se satisfacían las necesidades nacionales para el consumo de pollos y huevos. Durante varios años el cubano tenía garantizada la cuota asignada de esa carne y el huevo sobrepasaba los límites del consumo nacional. El pollo nunca estuvo fuera del control de la libreta de racionamiento pero podía consumirse en escuelas, hospitales, restaurantes, aquella cadena llamada Pío Pío y hasta en la tienda Centro (la única en todo el país) que vendía productos nacionales de forma no controlada por dicha libreta a precios no aptos para simples trabajadores. En el mejor de los casos, una sola compra realizada con moderación en aquella tienda significaba un enorme sacrificio para la gente de salarios bajos, en ese caso la mayoría de la población. Hablemos de pollos si lo desean, antes de la mal nacida "revolución", La Habana contaba con grandes mercados dedicados a la venta de todo tipo de producto alimenticio de origen nacional, mencionemos solo tres de ellos, la Plaza de Cuatro Caminos, la Plaza de Carlos III y la Plaza de Marianao. A esos lugares asistían los habitantes de la capital para comprar sus productos muy frescos y a precios bastantes bajos. Para un cubano cualquiera de la época (les aclaro que de niño visité esos lugares de un intenso movimiento mercantil) era preferible ir a comprar pollos criollos en esas plazas, no solo eso, los huevos producidos por las gallinas criadas por los campesinos son de un color, textura y sabor superior a los de granjas, lo mismo sucede con la carne de esos animales. No existía entonces libreta de racionamiento alguna y allí se encontraban todos esos productos al alcance del consumidor. Existió pobreza como en todos los países del mundo, pero no a los límites experimentados actualmente en nuestra nación. Regresando ahora unas líneas, el éxito alcanzado por el Combinado Avícola Nacional y muchas veces exagerado por la prensa oficialista (como toda información que ellos ofrecen) era innegable. Estando de misión en Angola llegó en una oportunidad el buque refrigerado de la Flota Pesquera "Océano Pacífico" con un cargamento de huevos cubanos para ese país. ¿Qué ha pasado entonces? ¿Qué sucedió con el Combinado Avícola Nacional? ¿Qué pasó con las gallinas criollas? ¿Por qué no hay pollos ni huevos en Cuba? Digamos que se convirtieron gusanas las gallinas y se marcharon de la isla cuando el Mariel, que se fueron detrás del Totí que siempre cargaba la culpa, que no había maíz para alimentarlas. Bueno, como no sabemos la respuesta podemos echarle la culpa al bloqueo americano. Ello se llevaron todas nuestras gallinas y son responsables de que el maíz no se produzca en nuestra tierra donde cualquier grano que se arroje accidentalmente germina. Toda esta historia iniciada con el trabajo de aquella linda guajirita cubana tiene su objetivo, hoy, el huevo ha desaparecido de la cuota del cubano. No hablemos de la época donde constituía el principal plato de los cubanos en la ausencia de carnes de todo tipo y pescados a pesar de ser un país rodeado de mar, no digamos nada de los huevos empleados en contra de las personas que desearon marcharse del país cuando el Mariel y hoy son recibidos como "señores" No mencionemos ese tiempo donde solo esperábamos nuestra ración de pollo cada nueve días y donde el huevo se mantenía liberado, llegando a ser reconocido por el cubano simple como "salvavidas". La situación de austeridad conoce hoy límites que no se vivieron en etapas anteriores, sencillamente no existe ese escape que tenía el simple trabajador para llevarse un plato de arroz al estómago acompañado del inseparable huevo. Hoy se anuncia a bombos y platillos la arribada de un buque cargado de maíz y otro con pollo desde los Estados Unidos, más que un embarque dispuesto a resolver la hambruna sufrida durante cuatro décadas, me inclino a pensar por un embarque de pollos políticos. Para el simple ciudadano que no conoce nada de transportación marítima, creerá que aquel enorme barco con el cargamento de unas 500 toneladas de esa carne resolverá el hambre de un país. Permítanme decirles que se encuentran equivocados. En primer lugar, ese barco que es un modelo Roll on- Roll of conocido comúnmente como Ro-Ro, es dedicado a la carga de vehículos, cuando abrieron su compuerta de popa pude observar en su interior, lo que muy bien serían contenedores de 40 pies refrigerados con sus trailes de transportación o simplemente trailes refrigerados de dimensiones algo similares. ¿Qué significa esto? Que el gobierno cubano además de tener que pagar el precio correspondiente a la libra de carne de pollo, tuvo que pagar por el flete de ese buque y de los trailes o contenedores donde se transportó la mercancía. Sería necesario saber también, ¿qué tipo de contrato de se estableció para dicha transportación, me refiero a los términos FOB (Free on board) donde el transportista asume la responsabilidad una vez a bordo la carga o FAS (Free along side) donde la responsabilidad del transportista es en el muelle. Los costos entre ambos términos difieren bastante porque el FAS incluye gastos de almacenaje y operaciones portuarias. ¿Por qué hago mención de estos detalles? Por unas razones muy simples, luego que el éxito obtenido por el Combinado Avícola Nacional y sus superproducciones de pollos y huevos se vino abajo (nada que ver con eso que llaman bloqueo). Cuba comenzó a importar pollos congelados de varios países de nuestro continente, esa mercancía era transportada por nuestros buques refrigerados, digamos pues, que el pueblo cubano ha saboreado los pollos que produce Brasil, Venezuela, Argentina y por último los de Canadá. Preguntémonos entonces; ¿No saldrían más baratos esos pollos comprándolos en Canadá donde solo incurren en los gastos del combustible en su transportación, teniendo en cuenta que el pago de la tripulación es solo dos dólares diarios? En fin, caben infinidad de interrogantes relacionados con este sospechoso negocio que en modesta opinión, solo tiene un interés político en ese constante coqueteo o culipandeo que ha existido entre americanos y Castro. Cada día me convenzo más de que los americanos necesitan la existencia de Castro en la isla o se someten al chantaje de nuevos éxodos de balseros y para Castro es indispensable la existencia de ese enemigo tan cercano. Como quiera que sea, estos últimos pasos dados por el viejo dinosaurio cubano, iguales a los realizados por los guajiros cuando querían enamorar a una guajirita con el tradicional tiradito de piedras, nos acercan más a pensar que el final de este pichón de gallego se parece mucho al de Franco, solo faltará que en el final de sus días llame a su lecho de muerte a los americanos o a los descendientes de Batista. ¡Cucaaaa........ Llegaron los "pollo americano"! Le gritará Chichi a Juanita, ésta a Maricucha, la otra a Pepa, la última a Muma y así hasta que se entere todo el edificio y el barrio. Cada una de ellas saldrá corriendo hacia el mercado con una jabita de yute en la mano a reclamar la ración, que ya tienen atrasada desde hace varias semanas. Para muchos será el primer contacto con un enemigo que le inculcaron desde que nacieron, leerán como buenos cubanos todo lo que reza en el envase (si fue establecido en el contrato) y luego, se sentarán a comerse un pedacito de pollo insípido como los producidos en Brasil, Venezuela, Argentina, Canadá y hasta los propios del Combinado Avícola Nacional, porque hablando en plata, no hay nada más sabroso que un pollo criollo y eso lo saben lo viejos que guardan silencio. Clarita era uno de esos pollos, guajirita, de ojos verdes y con el pelo rizado que no era rubio ni llegaba a castaño, yo no probé aquel pollo porque era muy chamaco. Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
21-12-2001.
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