Página de inicio Texto anterior
 CAMINANDO POR LA CALLE OBISPO
relato siguiente
Indice de materias

 

     Hace poco soñaba que me encontraba caminando por la calle Obispo, allí,  en la esquina con San Ignacio, se encuentra el edificio donde radicaba la  Empresa de Navegación Mambisa, para la cual trabajé durante unos  insignificantes 24 años de mi vida. Estaba parado en la entrada del hotel  Ambos Mundos, que antes de toda la hecatombe sucedida con la caída del  bloque socialista, perteneció al Ministerio de Educación, que se encontraba  en la acera opuesta al hotel, no se pudo resistir tampoco a las ventas que  se llevan en el país, para recaudar dólares, que salvarán a la patria, la  revolución y el socialismo. Ese hotelucho, que tal vez tuvo su significación  en la época de la colonia, servía de albergue a los dirigentes del  Ministerio de Educación, con residencia en las provincias del interior del  país en sus viajes a la capital, donde llegaban a resolver los problemas del  mundo. Cuando sus habitaciones estaban vacías, se podían obtener mediante  soborno, para ser utilizadas como posada.    Dicen que allí se hospedó Hemingway, no creo que este dato sea de gran  relevancia, tal vez lo hizo en algunas de sus aventuras amorosas, quizás  ebrio, la realidad es que poseyendo una hermosa casa en San Francisco de  Paula, el escritor no tenía necesidad de ese hotelito, puede ser también que  lo haya hecho, antes de adquirir esa casa. En resumen, a los cubanos no nos  interesan muchos estos detalles. En esto, no nos parecemos a los coreanos,  ni a los chinos, que cuando sus líderes montaban en una guagua, la sacaban  de circulación y la guardaban en un museo.    Parado en la entrada según mis sueños, veo que sale de ese hotelucho, un  viejo bien vestido, pero con la indudable figura de ser cubano, me vino a la  mente enseguida aquellos viejos oportunistas, que vivieron la época de  Batista y la de Fidel sin dificultades, el tipo que flota más que un corcho,  el prototipo del verdadero parlanchín. Llevaba prendido en el pecho, ese  plástico con la foto y credenciales, que en Cuba es conocido como "solapín",  identificándolo como invitado a la Cumbre Iberoamericana. Por el lugar donde  se encontraba hospedado, era fácil suponer, que este tipo no era nada  importante, era lo que nosotros conocemos como uno más de la tonga, de esos  que no se cansan de ser portavoces del régimen por pequeñas migajas.    El tipo tenía en la mano una agenda, donde hacía sus anotaciones que  consideraba importantes, yo no me separaba de su compañía. Dobló por la  misma acera en dirección a Monserrate y escribe :  " En realidad, uno se arrastra, porque la angustia pesa mucho sobre las  espaldas."     Aquello me llamó mucho la atención, porque en los años que recorrí  aquella bulliciosa calle, que con el tiempo convirtieron en peatonal, los  cubanos hemos caminado con la cabeza erguida, con nuestras virtudes y  defectos, siempre ha sido de esa manera. Para nosotros los que se arrastran,  los consideramos perros. Tampoco entiendo a cual angustia se refiere, será  que comienza a pesarle la conciencia, por toda la porquería que no se cansa  de defender. Esos blancos, negros y mulatos sentados en las aceras sin hacer  nada, relevaron a sus abuelos, y padres que tampoco hicieron nada, porque  sencillamente, viven en la nada desde hace cuarenta años, no creo, que este  viejo sea tan estúpido como para no darse cuenta de ello.    Pasó por la droguería contigua al hotel, pero, no le llamó la atención. Le  sigue una cafetería que se llamaba "La Luz", nosotros los marinos le  decíamos "El palacio de las moscas", no por gusto, pero ese viejo descarado  con la agenda en la mano, solo escribía lo que le convenía. Su atención se  fijó por segundos en la dulcería que está al lado de la cafetería, hizo unos  apuntes criticando la mala calidad de ellos y los precios, pero es tan sin  vergüenza, que continua defendiendo, que esto suceda.    En la esquina de Obispo y San Ignacio hay un kiosco de tabacos, pero él  prefiere comprarlos en la bolsa negra, allí son más baratos. Tuve la  intención de invitarlo a que doblara en San Ignacio a la izquierda, para que  viera lo que es realmente La Habana Vieja, pero, además de no verme, el  viejo es muy pendejo. Él sabe, que a solo tres cuadras del lugar que  decoraron para los turistas, lo pueden dejar encueros. Tampoco desea  escribir sobre edificios apuntalados donde la gente se hacina, ratas muertas  en la calle, gente vendiendo drogas, etc, solo quiere escribir a favor del  régimen, ese fue el objetivo de su viaje.    El vejete oportunista sube por todo Obispo, donde solo encuentra gente  sentada y sin hacer nada, dice; que ni la policía tiene nada que hacer, eso  se contradice con la subida de salarios que el régimen les otorgó, allí la  policía tiene mucho que hacer, cuidar a los turistas como él, porque aunque  no quiera comprenderlo, él es un turista, de esos que son dañinos al pueblo.    No escatima palabras para resaltar la figura de Eusebio Leal, un plumífero  maricón que pertenece al Comité Central y se enriquece diariamente, parece  que el viejo ignora, que el dinero para la restauración de La Habana Vieja,  sale de los fondos de la UNESCO, que ésta se viene llevando a cabo desde  hace muchos años, pero con dinero cubano y mano de obra cubana. Dice que  Eusebio es un poeta, parece que hablar de forma amanerada, ahora es hacer  poesía. Pido a los homosexuales me disculpen por estas líneas, en realidad  no tengo nada contra ellos, pero sí, contra los maricones comunistas. Todos  sabemos que en Comité Central hay varios desde hace mucho tiempo.    Este viejo estúpido, al que me he molestado en seguir durante esta  pesadilla de sueño, ha sido capaz de decir que Leal está inventando una  Habana Vieja, hay que ser anormal para escribir estas barrabasadas, se está  tratando de reparar todo el daño y destrucción llevada a cabo durante  cuarenta años de despotismo comunista en la isla, esto no es invento, ya  llevan más de diez años en esta tarea.    Sigue por Obispo y se encuentra con un infeliz, que para ganarse la vida  vende libros de uso, no todos los que venden libros, están obligados a  conocer las obras de todos los autores, pero este viejo es tan ruin y  tacaño, que es capaz de regatearle el precio a un muerto de hambre, qué  pensará?, que el día de su muerte le echarán el dinero mal habido dentro del  sarcófago, no cabe dudas que es un miserable. Tampoco vio muchas cosas de  las que vimos los cubanos durante muchos años en esa calle, es imposible que  las pueda haber visto, porque cuando nosotros estábamos allá tratando de  construir un falso país, él no ha renunciado a las comodidades del  capitalismo.    La Lonja del Comercio no fue destruida por los americanos, ni los del  régimen de Batista, a los cuales dedicara galones de tinta en sus escritos.  Fue destruida siendo la sede de la Empresa de Navegación Caribe durante  decenas de años, es una pena que no describiera todos los lugares que  existen en la calle Obispo, muy bien pudo haber llegado hasta el Floridita,  allí tienen en el bar un busto de Hemingway, pues a ese bar llegué un día,  con el bolsillo repleto de dinero cubano ganado en una misión  internacionalista, iba con ropa nueva y nada barata, cuando le pedí al  barman dos Daiquirí, el Capitán del bar me manifestó que no podía estar allí  de mangas cortas, sin embargo, en las mesas se encontraban extranjeros,  exhibiendo sus blancas y pálidas piernas, comprendí una vez más, que el  dólar era mucho más valioso, que todas las medallas y diplomas de porquería,  que me habían otorgado durante mi vida en aquel potrero. 
 
 
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
23-1-2000.