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Asesinando al futuro 

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 Siempre he amado al mar, creo que la mayoría de los cubanos sean como yo, esa cercanía a él desde que nacemos ejerce una mágica influencia en nosotros, si hay algo por lo que siento una profunda nostalgia, es por ese azúl embriagador que nos regalaba. Recuerdo que de niño viví en Cojímar, permanecí mucho tiempo también en la Beneficencia y por último pasé el Servicio Militar en la costa que se encuentra entre la playita de Banes y el río Mosquito, digo por último, porque después del año 1967 viví en el mar y no me aparté de él hasta 1991, eso lo sufro.

Durante el período de tres años en el Servicio Militar, gastaba mi tiempo libre pescando en la costa, no fueron pocas las veces que llevaba para la casa buenas ensartas de Rabirrubias, Caballerotes, Pargos, alguno que otro Cochino y esas coloridas Viejaloras que no saben a mucho, todo venía muy bien en un lugar donde la comida siempre fue la preocupación del mañana o quizás nuestro reducido futuro.

Muy joven aún y acompañado de esos sueños que nunca me han abandonado, ingresé en la marina mercante cubana, creo ser una de aquellas escasas excepciones dentro de ese notable grupo al que pertenecí, yo llevaba salitre en las venas y no sentía aquella mórbida atracción por lo material, nunca me consideré un marino de pacotilla, era sencillamente eso desde mi infancia, un verdadero hombre de mar.

Luego de pasar aquellas olímpicas eliminatorias logré mi único objetivo de entonces, montarme en la "plancha", como decimos los marinos cubanos a la acción de montarse en un barco. Durante el período de adiestramiento trabajamos en barcos muy viejos, de aquellos sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial, todos eran de vapor y hoy forman parte de nuestra historia naval, la que un día se escribirá. En este tiempo que les narro y encontrándonos en el año 68, me tocó un día trabajar en un barquito un poco más moderno, se llamaba Tania en honor a aquella guerrillera que estuviera en Bolivia, era un barco de uso y arribó en muy malas condiciones de mantenimiento. La usanza era bautizar a los barcos con nombres de mártires, provincias, batallas revolucionarias, ríos de Cuba, etc. Siempre al finalizar nuestras faenas, el grupo de entusiastas jóvenes al que pertenecía, nos dábamos un chapuzón en las aguas de la bahía, todavía algo limpia y poblada aún por enormes sábalos, sardinas, gallegos entre otras especies, y sobrevoladas por aquellas escandalosas gaviotas que animaban el ambiente marino de nuestro principal puerto. Yo fui también parte de aquellos seres aficionados a la pesca que, gastaban la noche junto al muro que bordea el canal de entrada a la bahía habanera, debo confesar que nunca tuve mucha suerte en ese lugar, solo algunas pequeñas Biajaibas y Roncos, sin embargo, mis hijos se alimentaron de pequeños con mis capturas realizadas en los arrecifes del Morro y tirando el cordel al norte.

Cuando comencé a navegar el tiempo libre era muy pequeño y abandoné un poco esas costumbres de tierra, ya me convertía poco a poco en un lobo de mar, diría mas bien en un cachorro, porque ser marinero solamente te convierte en un ser que no ve más allá del horizonte. No fueron necesarios muchos años para notar el creciente deterioro de nuestra bahía, no solo de ella, porque puedo hablar sin temor de casi todos los puertos cubanos, me faltaron muy poquitos de los que tenían actividad marítima en conocerlos, desde Santa Lucía hasta Moa y desde Moa hasta Nueva Gerona donde fui de visita en varias oportunidades.

En la década de los setenta se podía observar grandes manchas de crudo flotando en La Habana, para el simple marino tal vez pase inadvertido cuando un buque se encuentre achicando las aguas contaminadas de la sentina de máquinas, para un Oficial, sea de cubierta o máquinas esa posibilidad es casi nula, aunque para muchos simples marineros también. Son conocedores de la posición de los imbornales (especie de huecos experimentados en el casco de los barcos), algunos de ellos despidiendo un chorro constante de agua, estos son los dedicados a los sistemas de refresco de las plantas, equipos de refrigeración, etc. Los otros, los que se usan esporádicamente, son imbornales para la expulsión de los servicios sanitarios y las del sistema de achique de máquinas y bodegas, eso lo sabemos todos, pero se adquiere conciencia de los delitos y daños que se ocasionan solo cuando se tiene pleno conocimiento de las acciones que se realizan.

Todos, absolutamente todos los barcos que se encontraron surtos en el puerto habanero, y en los del interior de la república a partir de esta fecha narrada, achicaban sus aguas contaminadas dentro de las radas. ¿A qué se debió esto? Sencillamente a que Cuba nunca dispuso un sistema de vigilancia en el interior de sus puertos, como sucede en muchos países del mundo, no solamente nuestro país, la mayoría de los países pobres carecen de ello y es una oportunidad aprovechada por criminales (por llamarlos de alguna manera) para cometer esos impunes delitos en contra de la tierra y las futuras generaciones.

En el caso de los barcos cubanos, esa operación se realizaba sin necesidad de notificación al Oficial encargado de todos los cálculos de estabilidad del buque, algo, que como mencioné anteriormente, era cometido en cualquiera de las bahías cubanas, cabe recordar que si en La Habana, capital del país con muchos más recursos económicos que las provincias, esa acción se realizaba descaradamente, ¿qué no pudo suceder en puertos donde ni los Prácticos tenían lanchas para operar? Es sumamente difícil de contestar esta pregunta, eso si, yo declaro que en todos los buques mercantes cubanos donde desarrollé la función de Primer Oficial, se achicaban sentinas y bodegas sin ningún tipo de discriminación, limpiábamos bodegas después de descargar productos químicos y esas aguas eran descargadas dentro de la bahía habanera.

Un ejemplo de esa contaminación y peligrosidad dentro de la rada de la capital, se exponen en el accidente donde se perdió una de nuestras naves, me refiero al incendio del buque "Coral Island", el cual tuvo que ser remorcado fuera del puerto y varado en el área de la "Playa del Chivo", muy próximo a la salida del túnel yendo hacía La Habana del Este.

Santiago era uno de los "socios" que tuve en la marina, navegó conmigo como Ayudante de Máquinas a bordo del buque "Frank País", donde me contó toda la historia de aquella tragedia y de la que él fuera su autor. Resulta que estando un día de guardia en el puerto y sin darse cuenta de ello, arrojó un cigarro que no se había apagado totalmente en el cesto de la basura de su camarote, el cesto se incendió y su reacción inmediata fue lanzarlo por la portilla (ventana). En esos momentos su barco se encontraba abarloado (amarrado junto a otro barco), operación muy normal en La Habana cuando se encontraba repleto de barcos fondeados, resultó entonces que, entre los dos barcos existía acumulada gran cantidad de combustible grueso flotando, dando origen a ese incendio que, fuera imposible apagar con los escasos recursos con que cuenta el puerto de la capital. Como consecuencias se pasó más de un mes preso en Villa Marista, hasta que se comprobó su inocencia.

Luego que me hiciera Primer Oficial, tomaba conciencia de que las acciones realizadas por mí atentaban contra la vida no solo en la rada habanera, transportábamos la muerte hacia otros puertos del país, eso solo es de conocimiento del alto mando de cualquier buque, me refiero al Primer Oficial, Capitán y Jefe de Máquinas, lo hacíamos conscientemente y cumpliendo órdenes que en Cuba siempre vienen de arriba, nunca se puede estar averiguando de donde pero suponemos que debe ser del cosmo. Por tal razón confirmo que, nosotros éramos una parte muy importante de esa destrucción paulatina que se desarrollaba en la isla en contra de su fauna, flora y el futuro.

No fueron pocas las oportunidades en las que tuve que ordenar limpiar las bodegas dentro del puerto de La Habana, cuando menciono esto parecerá algo inocente, pero cuando se analisa con detenimiento se llega a la conclusión de que cometíamos crímenes impunemente, casi todos los barcos que transportan carga general, pueden llevar en sus bodegas más de cien tipos diferentes de cargamentos, entre ellos se distinguen productos químicos, peligrosos, corrosivos, explosivos, venenosos, etc. Como los medios utilizados para la estiba en el país hasta el año 91 eran muy anticuados, era de suponer la cantidad de averías y derrames que se producían en las operaciones de descarga, todo iba a parar en el infeliz mar. Peor aún, en varias ocasiones me vi obligado a lastrar el barco dentro de la bahía y posteriormente soltar todo su veneno en otros puertos menos contaminados como Cienfuegos, Puerto Padre, Nuevitas, Júcaro, Matanzas, etc.

Los barcos modelos San Mamés de fabricación española y arrendados a Cuba con opción de compra, requerían inundar la bodega número tres para poder navegar en lastre, esa operación no se podía llevar a cabo sin antes lastrar (llenar) todos los tanques de lastre disponibles del barco para formar una sólida viga, en resumen, llenaba esos tanques con más de dos mil toneladas de agua contaminada y finalmente inundaba la bodega nr.3 con 3675 tm. de esa misma agua. Esta operación debía realizarla en aguas tranquilas, porque al menor movimiento y debido a la superficie libre creada en la bodega, el barco podía dar la vuelta de campana y naufragar. En varias oportunidades realicé esta operación con el buque "Bahía de Cienfuegos", y esas aguas envenenadas las largaba en los puertos mencionados. Lo más triste de todo esto es que, luego esa bodega era lavada solamente con agua de mar y se disponía de ella inmediatamente para la carga de azúcar a granel.

Se habla de la limpieza de bodegas en altamar, en muy pocas y luego nulas oportunidades un barco salió del puerto para limpiar sus bodegas, esa operación debía realizarse a una distancia no inferior a las cinco millas náuticas, eso se hacía para que todo el desecho fuera arrastrado por la corriente del golfo, sin embargo, esas pocas oportunidades que salimos del puerto y que no se repitieran en la década de los ochenta, se limpiaba a cualquier distancia de la costa. No olvido las ocasiones en la que estando disfrutando de vacaciones en las playas del este, salí del mar embarrado de petroleo o arribaban a las playas desechos de esas limpiezas realizadas.

No recuerdo exactamente la fecha en la que la IMO (Organización Marítima Intergubernamental) acordara mediante firma de todos los países participantes, la confección de un libro de registro de hidrocarburos para limitar la polución, a partir de ese acuerdo todos los barcos se encontraban obligados a tener un equipo llamado "separador de sentinas", este equipo procesaba las aguas contaminadas de la sentina en el depártamento de máquinas, separándo el petroleo y aceites producidos por derrames de plantas, etc., hasta un nivel permisible para ser arrojados al mar. Esos achiques debían reflejarse en un libro y señalando entre otros detalles, la posición geográfica donde se produjo el achique. No fue hasta después del año 1986 que navegué en barcos que poseían este separador, en todos los anteriores y puedo nombrar al "Aracelio Iglesias", Frank País", "Casablanca", "Otto Parellada" entre otros, no tenían ese equipo y los que lo poseían era solo un adorno para engañar a los inspectores, por tal razón era muy frecuente ver en el puente al Jefe de Máquinas consultando una posición geográfica de conveniencia para llenar ese libro. Debo destacar que encontrándome de Primer Ofiicial a bordo del "Aracelio Iglesias", el Jefe de Máquinas llamado Pascual achicó los tanques de lastre, y la sentina de máquinas en Enero del 1983 en el puerto de Amberes una noche. Encontrándome de Primer Oficial del buque "Casablanca" achicamos sentinas y lavado de bodegas en el interior del puerto de Wampoa en China en el año 1985 y así sucesivamente en todos los barcos donde navegué antes del 86. La razón era muy sencilla, debido a la aguda crisis económica, no existían las posibilidades de solicitar los servicios de una patana o vehículos donde depositar esos contaminantes desechos.

De haber continuado toda la vida como un simple marinero, nunca me hubiera enterado de este horrendo crimen que se cometía contra la humanidad, no nos bastaba destruir nuestra isla, nuestro poder destrucctivo se extendía mucho más allá de nuestras fronteras.

A la destrucción de la fauna marina en los diferentes puertos cubanos hay que agregar, la ineficiencia demostrada en sus operaciones, durante muchos años pudo observarse la estiba de miles de toneladas de abonos químicos, estibados en grandes montañas a la interperie, a merced del viento y las lluvias que lo transportaban con suma facilidad hasta las aguas de las bahías, ejemplo de esto que digo sucedió en La Habana, Matanzas y Santiago de Cuba, Felton, y Bahía Honda entre otros, en esas condiciones se pasaban meses sin ser retirados del puerto, aquellos que llegaban estibados en sacos de polietileno se deterioraban y su contenido tenía el mismo final.

Recuerdo que en el año 1968 visité por primera vez el puerto de Bahía Honda, solo disponía de un espigón muy cercano al central azucarero de donde se exportaba azúcar en sacos, en el año 1976 inauguramos con el buque "Renato Guitart" el espigón aún sin concluir que, se encontraba frente a la cooperativa pesquera y a la entrada del puerto, el jefe de los trabajadores en esa obra era un negro de nombre Richard, un tipo que era excombatiente de la Sierra y trabajaba normalmente en el puerto de La Habana, nadie sabía de operaciones portuarias y las averías diarías por mala manipulación de la carga eran la orden del día, creo, que ese fue el inicio de la contaminación en quella pequeña pero hermosa bahía, años más tarde se utilizó para el desguaze de buques fuera de servicio y vender su acero. Cuba no poseía experiencia ni los equipos necesarios para estas operaciones, así que me imagino todos los contratiempos a la hora de desguazar, cuando se llegaba al área de un barco dedicado a los tanques de combustible. Si puedo afirmar que la limpieza de la cubierta se realizaba diariamente con mangueras y todo ese abono derramado paraba en el mar. Por último y para redundar en el poder destructivo sobre la naturaleza, desarrollado por aquello que un día llamaron "revolución", debo agregar el lanzamiento de explosivos al mar donde se producían embarques militares, esto se extendió a todos los puertos angolanos y nicas según mis conocimientos, pero deben haberse realizados en Mozambique, Congo, Etiopía, Somalia y todos aquellos puertos donde los embarques eran militarmente importantes. Hoy, siento vergüenza cuando oigo decir que el dinero de millones de contribuyentes en el mundo, son destinados a la descontaminación por los daños ocasionados por criminales, porque no puede recibir otro nombre el que haya actuado de la manera descrita en contra de la naturaleza y el futuro de esta tierra.

Cuando ya tenía un hijo y continuando con mi amor por la pesca, lo llevé un día a pescar en la costa de la playa "El Salado", disfruté mucho con la compañía de él, mi esposa y varios amigos, llegamos muy temprano en la mañana, a las seis de la tarde no habíamos pescado nada.

Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
10-6-2001.