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 EL CAKE DEL COMANDANTE
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La anulación de la voluntad y el libre albedrío en la población es algo que aún puede sorprender al pensar en la dictadura. "Es un pueblo infantilizado", comentó Gabilondo. "Es lo que debe ocurrir en Cuba o en Corea, donde un ser supremo confiere dignidad a todo lo que toca", observó el autor. "La dictadura es la abdicación de la responsabilidad"
De una conversación que sostuvieron Mario Vargas Llosa e Iñaki Gabilondo, el 7 de marzo de 2000, en La Casa de América, en Madrid, como presentación de la novela La fiesta del Chivo (El País 8.3.2000).
  
 
 
  Si hay cosas en la vida que detesto con toda mi alma, entre ellas se encuentra el culto a la personalidad, este sentimiento nació en mí con mucha fuerza, después de mis viajes a la China de Mao Tsé Tung y a la Corea de Kim Il Sung, también a la del hijito Kim Yong Il, la Rumania de Ceausescu y por fortuna no llegué a visitar Albania, todo un verdadero infierno europeo del estilo chino. Solo los que han podido vivirla de cerca, pueden tener una idea exacta de este fenómeno (por llamarlo de alguna manera), donde sus pueblos son reducidos a seres que actúan bajo un programa y a los cuales se les ha borrado todo lo que contiene la cavidad craneana. Sinceramente es doloroso, en esos lugares, la gente no es capaz de crear nada, carecen de la inteligencia con la cual fue dotado el hombre, no tienen criterios, iniciativas, poder de decisiones, son en extremo timoratos, no son dueños de sus destinos y menos aún de sus vidas. Todo lo que allí ocurre y se genera, es debido a la gracia de un solo hombre, el cual posee la inteligencia de esos pueblos, habla, decide, piensa, ordena y es el único todopoderoso, que impone cuando se debe morir. 
Aquello me aterrorizó, nunca pensé que pudiera llegar ese mal a mi país, pero me equivoqué, el virus nos infestó de la misma forma, pero con un estilo particular, un poco tropical, bañado de ron, de salsa, de son, de sexo y con palmeras. No teníamos  Mao ni a Kim, pero nos sobraba un Ruz, otro de esos superdotados que con sus superpoderes, logró arruinar un pueblo como sus émulos camaradas de ideas. 
La primavera es una de las estaciones más bellas en los países fríos, sin terminar de derretirse las últimas montañitas de nieve acumuladas durante el invierto, brotan con todo su encanto los tulipanes, le acompañan en ese desafío a las temperaturas todavía bajas, el césped, los botones que se observan en cada árbol, las rosas que se mantuvieron ocultas, llegan los pájaros con su alegres cantos y de la noche a la mañana, la vida es otra. La gente sale de sus casas y prenden sus barbacoas en los patios, como obstinadas por el obligatorio encierro que provoca el frío, nace de nuevo la alegría y los días son más largos. 
En el trópico esto es imposible vivirlo, allí siempre es verano o siempre es primavera, realmente no te das cuenta de los cambios de estaciones, Cuba no escapa de esta situación, por su ubicación geográfica debería experimentar lo mismo, sin embargo, el cubano no percibe apenas los cambios de esas estaciones, siempre es igual allí, nada cambia, todo se ha paralizado en el tiempo. Para nosotros la primavera comenzaba con los aguaceros de Mayo, un poquito más tarde, la gran arribazón de mangos, ahora, la naturaleza impone las lluvias cuando ella la desea, llega "El Niño", luego "La Niña" y no falta "El Viejo", pero este no trae agua, todo lo contrario, acaba con los mangos y con la madre de los tomates, así lleva jodiendo este fenómeno 41 años. 
Para los cubanos, la primavera es el tiempo bueno para inflar "Globos", no me refiero a esos globos que se inflan en los cumpleaños de los niños, yo recuerdo que cuando mi hijo cumplía años, ante la carencia de estos, lo que inflábamos eran condones chinos, entonces, con mercuro cromo o azul de metileno, le pintábamos algún muñequito para disfrazarlo. Este truco no siempre funcionaba, dependía de la candidez de los muchachos que asistían a la fiestecita. En Luyanó, se nos ocurrió un día lanzar estos globos (condones) por el balcón de la casa, mientras disfrutábamos como todos los fiñes corrían detrás de ellos mientras gritaban; ¡ Globos! ¡Globos! ¡Globos! Pero siempre aparecía algún cabroncito, que se daba cuenta al agarrar uno en sus manos, entonces le gritaba a toda la pandilla; ¡Que globos ni qué cojones, estos son condones comemierdas! Ese que hablaba de esta manera, no levantaba tal vez tres cuartas del piso, ni sobrepasaba los diez años, pero así de ocurrentes y mal hablados son los fiñes de mis barrios. 
Los "Globos" a los que me refiero, son los que se inflan con cifras y engaños, estos salen casi siempre por el noticiero; "Las vacas que dan cien litros de leche diarios" ( pero que no existen en los mercados), "Las gallinas que ponen cuatro veces en el día", "El sobrecumplimiento de la fábrica de jabón" ( y no hay con qué bañarse), "El record en trasplantes del corazón", "El cortador de caña que corta dos millones de arrobas diarias", etc., etc. En esta tragedia llevan cuarenta y un año, creo que en lo único, que han roto todas las marcas establecidas, es en la del hambre y las mentiras. Hoy se habla de la "Globalización", la gente viene a conocer este fenómeno ahora, nosotros los cubanos lo conocemos desde hace cuatro décadas. 
Como les decía, esta es la época buena para comenzar a inflar los globos, en cada municipio, provincia, ministerio, etc., sus dirigentes empiezan a soplar y con bastante fuerza, todos tratan de ser los mejores, se trazan metas que nunca se cumplen en saludo a una fecha, el "Cumpleaños del Comandante". 
 Así unos de esos días cualquiera, de un año sin importancia (porque todos son iguales), me encontraba trabajando en una "Microbrigada", que estaba situada en la esquina de San Ignacio y Jesús María, en La Habana Vieja, en una de las zonas más picantes de esa barriada. Fue en uno de esos tiempos, en los que deseaba tomar un descanso de la navegación, hice mis trámites en el "Sindicato" de la marina y como no me perjudicaba mucho el salario, pues ganaba lo mismo que dos Ingenieros, decidí tomarme esas vacaciones en aquella brigada constructora. 
Muy bien pude decir al llegar donde su jefe, que yo no sabía hacer nada, ir solamente de ayudante, pero quise ser honesto, le manifesté que era albañil y que también sabía encofrar. No mentía porque ya había trabajado en la construcción de tres edificios, pero observé en esa brigada a varios Oficiales con el mismo salario que yo, que solo eran eso, unos simples ayudantes. 
Estaba comenzando la construcción y solamente tenía terminada la cimentación, en esos momentos la brigada contaba con más de veinte hombres, entre ellos tres mujeres. El edificio sería de cinco plantas, con dos o tres apartamentos en cada una de ellas, no puedo recordar exactamente la cantidad de estos, porque tenía incluido el consultorio del médico de la familia. 
En esas condiciones y dándonos cabezazos, metiéndonos con todas las ricas mujeres que por allí pasaban, comprando de todo en la bolsa negra, porque en La Habana Vieja se puede comprar hasta un cohete si lo deseas, disfrutando de las buenas peleas que allí se ofrecían gratis, pasaban los días sin que el edificio se levantara medio metro del piso, cuando no había agua, faltaba la arena, no teníamos clavos, tampoco había madera, en resumen, aquello era un vacilón y todos los meses me entraban al bolsillo limpios de polvo y paja, unos adorables $650 pesos, que todavía en esos tiempos valían algo. 
Un día y como es normal, en horas laborables, llegó un dirigente partidista para exhortarnos a terminar el edificio en Agosto, tenía que ser en esa fecha, para regalárselo al "Comandante" en el día de su cumpleaños. De la misma manera que le regalaban Círculos Infantiles, panaderías, etc., etc. Se inició un gran debate, donde todos aportaban ideas, brillantes ideas a las que ya estábamos acostumbrados, teníamos ante nosotros una tarea de choque muy importante, hubo quién pidió más hombres de reesfuerzo, como si resultaran pocos los que allí chocábamos por falta de espacio, solo uno de los participantes guardaba silencio, miraba a cada uno de los exponentes con mucha atención, yo lo conocía desde hacía muchos años y sabía que él se reservaba siempre para dar el tiro de gracia, disfrutaba bastante dando la última estocada. Si este tipo hubiera pertenecido a un pelotón de fusilamiento, estoy seguro que el tiro que recibía el fusilado en el piso, se lo daría él, así era Gilberto "El Loco". 
No levantaba cinco pies del suelo, bien flaco, de gafas antiguas, pero con un vozarrón que despertaba a todos los vecinos desde que llegaba a esa esquina, le decían "Loco", porque en Cuba a todo el que dice cuatro verdades lo califican de esa manera, pero si no está loco, entonces habla mierdas. No me explico aún, como es posible que Gilberto siendo militante del partido, pitara tan feo, debe ser que lo tomaran como loco en serio, porque de verdad, el flaco no tenía miedo en cantarle las cuarenta a Mahoma. Lo cierto es que allá, detrás de la cordura se esconde una tremenda cobardía. 
Como el 13 de Agosto es el cumpleaños del Cacique de Cuba, cada dirigente se las arregla antes de esta fecha, para comprometer a su gente en difíciles tareas, que luego terminadas, ofrecen en condición de regalito a su jefe, de esta forma, garantizan un poco la posición que ocupan y pueden tal vez soñar con un ascenso. Siempre es lo mismo, embarcan a la gente en cosas absurdas que reclaman de un esfuerzo enorme, muchas de las cuales, nunca pueden terminarse. 
En aquella reunión se oyeron gran cantidad de criterios, sobresalieron entre todos, las de los "carneros", así le llaman a la gente que acepta todo lo que venga de "arriba", pasivamente. Ellos son por regla general los militantes del partido, los que nos tienen que dar el ejemplo, los que no pueden protestar, entonces, llegó el momento de la votación. - Los que están de acuerdo en declarar la construcción del edificio, como tarea de choque del partido, para darle terminación antes del 13 de Agosto, y ofrecerlo como regalo en el cumpleaños del comandante, ¡que levanten la mano!- Expresó aquel agitador comunista. 
Acto seguido, la casi totalidad de los militantes levantó la mano, ellos no tenían otra opción, no pueden votar en contra y dentro del partido es inaceptable la abstención. La mayoría de las manos que se encontraban bajas, eran de los considerados "simples", los que no pertenecíamos a nada, pero entre ellas se encontraban las manos de Gilberto el Loco.  
- Permiso un momentico camarada.- Dijo rápidamente, cuando notó que todas las miradas se dirigían hacia él de manera acusadora. 
- La verdad es que no entiendo.- Dijo el flaco de Gilberto. 
- Chico que no entiendo nada.- Contestó alzando aún más su tronante voz, esta era una táctica que él usaba con mucha frecuencia para impresionar al contrario. 
- Bueno camarada, creo que usted debería explicar qué es lo que no entiende, porque llevamos varias horas discutiendo lo mismo y en estos momentos estamos sometiendo a votación, la decisión de declarar a la brigada en "tarea de choque", para terminar este edificio.- Respondió algo enojado el agitador del partido que presidía aquella importante reunión.  
- Chico, yo lo que no entiendo es; si estamos construyendo un edificio o estamos fabricando un cake, porque la verdad, los días de cumpleaños, lo que se regala es un pastel, además, al Comandante con todas las casas que tiene, para qué le va a interesar este edificio de porquería y nada menos que en este barrio que es metralla.- 
Todo el mundo se orinó de la risa menos el dirigente partidista, aquello provocó, que surgiera una nueva andanada de proposiciones, la reunión se tomó varias horas más, pero a nadie le importaba, ya que era realizada en horario laborable y al final, no se llegó a ningún acuerdo. 
Varios meses después, me aburrí de la microbrigada, de aquel barrio sucio, de sus pintorescos personajes, de las buenas mulatas, de la bolsa negra, entonces, decidí irme a navegar nuevamente y olvidarme de esa nueva comedia cruzada en mi vida. Di varios viajes, entre ellos dos alrededor del mundo y todavía aquellos hombres no habían terminado el edificio, en oportunidades me visitaron al barco para pedirme materiales y herramientas, ya nuestra situación se convertía en insoportable a bordo de nuestras naves. Ellos continuaron en su empeño por resolver sus problemas de vivienda, aquella construcción les tomó dos o tres años y al finalizar, algunos terminaron como habían empezado, tuvieron que continuar cargando con sus penurias y viviendo de agregados. 
 
 
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
8-3-2000.