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 DE BARBUDOS Y REYES MAGOS
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  La navidad está al doblar la esquina, para mí había desaparecido hacía muchos años, tantos, que casi ni me acuerdo. Hoy regresa de nuevo y el contacto con ella es maravilloso, es diario, cuando sales a la calle la sientes en el rostro de la gente, en los adornos que ocupan todas las vidrieras, en los hogares, hasta en el centro de trabajo la gente se transforma y la espera como algo que les pertenece y forma parte de sus vidas, es a veces extraño en esta tierra poblada de cristianos, judíos, ateos, protestantes, budistas, musulmanes, Canadá es una tierra maravillosa, una de las más grandes muestras de tolerancia que existe en este planeta, tal vez por eso la adoro y siento que siempre pertenecí a este país, frío, extremadamente frío, pero muy solidario, donde luchamos codo con codo millones de seres de diferentes razas y credos para llevarlo adelante, que lindo es vivir así, estar en una patria adoptiva donde nunca sientas que has perdido a la verdadera, donde aparezcan carteles que digan que el racismo está prohibido, donde se borre la nostalgia.

  Llega la navidad y regreso al pasado donde existió alguna vez, a mi infancia, mi tierra tropical, mis playas, mis palmeras, a aquellos arbolitos adornados con una nieve falsa, generalmente de algodón, no como ésta, una nieve real con pinos de verdad y temperaturas que hoy descienden de los veinte bajo cero, pero que extraño, no siento ese frío de los primeros meses parece que me he adaptado y que siempre lo he vivido, hay cosas que a veces queremos olvidarlas, debe ser eso, olvidar lo que fue penoso en nuestras vidas, sin embargo, en la medida que pasa el tiempo no me doy cuenta de ello, que es un deseo voluntario.

  La primera vez que vi a los barbudos fue el 6 de Enero de 1959, yo me encontraba en un orfelinato de La Habana, muchos se acuerdan de él porque por allí pasaron personajes famosos de nuestra historia, Gabriel de la Concepción Valdez, alias Plácido, nuestro poeta nacional, pasó también Cecilia Valdez, aquella mujer de la famosa obra de Cirilo Villaverde, pasó Jorge Esquivel, el partenaire de Alicia Alonso y muchos más que hoy no recuerdo, pasó mi abuelo materno y después yo, les hablo de La Casa de Beneficencia y Maternidad de La Habana, hoy desaparecida.

  Todos los 6 de Enero y por ser el Día de los Reyes Magos, o mejor dicho, por haber sido ese día, el Día de Reyes Magos, en uno de los patios interiores de la escuela se colocaban mesas repletas de juguetes por donde desfilábamos todos los muchachos y tomábamos los de nuestro agrado, recuerdo que era dificilísimo seleccionar entre tantos, como niños hubiéramos querido poseerlos todos y nadar entre ellos, volar, navegar, soñar, pero sobre todas las cosas jugar, porque siempre han sido cosas de niños, porque ese mundo fantástico que existe en la mente infantil es maravilloso e inolvidable, es irrepetible, por esa razón siempre me he preguntado, ¿por qué destruir esa fantasía?.

  Aquel fatal día no nos visitaron nuestros amigos los Reyes Magos, su lugar fue ocupado por otros personajes no menos atractivos para nosotros los niños, se presentaron tres de ellos, recuerdo que fueron dos blancos y un negrito, eran iguales a aquellos reyes que nos traían juguetes todos los años, eran barbudos, solo que éstos vestían un uniforme verde olivo con unos brazaletes rojinegros en el brazo izquierdo y el lenguaje usado por ellos fue muy diferente al de aquellos reyes viejos, nos hablaron en un idioma desconocido, nos dijeron que aquellos Reyes eran falsos y ellos los verdaderos, se produjo mucha confusión entre nosotros los niños, pero niños al fin y al cabo aceptamos a los Reyes nuevos.

  Ese día desaparecieron para siempre aquellos queridos Reyes Magos, creo, que fueron los primeros exiliados de Cuba, ese día desapareció para siempre la fantasía de las mentes de los niños de aquel tiempo que hoy somos algo viejos. Aquel fatal día dejé de ser niño para siempre y me convertí de la noche a la mañana en un hombrecito de solo diez años y mis sueños se convirtieron en sufrimientos muy temprano, se borró ese mundo maravilloso que reinó en nuestras mentes para traerme muy temprano a esta dura realidad que nunca dejamos de vivir en tantos años, desde la llegada de aquellos nuevos Reyes Magos.

  Arrastrado y dormido por ese polvo mágico que todos respiramos ese día en el patio de la escuela, partí con solo once años a las montañas de Baracoa para alfabetizar, allí cumplí los doce. Con solo trece años manejaba una metralleta capaz de matar, muy distinta a la que me entregaban aquellos viejos reyes magos, esas eran plásticas y sus falsas detonaciones solo se oían a unos escasos tres metros, éstas se podían escuchar a varias cuadras de distancia y mataban de verdad. Con esa edad era capaz de volar un puente, un edificio, un barco, un tanque, podía destruir lo que con tanto esfuerzo otros habían construido o sembrado, yo me sentía orgulloso de mis conocimientos como zapador, en segundos resolvía fórmulas para determinar la cantidad de TNT que debía utilizar para destruir un objetivo. Luego, con solo 14 años y siendo todo un hombre, era capaz de derribar a un avión con el uso de cañones verdaderos, podía matar sin misericordia a cualquiera que intentara abandonar el país por sus playas ocultos en la oscuridad de la noche, gracias a Dios no tengo que arrepentirme de ningún crimen, pero deben existir muchos que no puedan dormir, que no han podido dormir en todos estos años, muchos de aquellos que fueron niños hombres como yo en esos tiempos que les narro.

  Después, la vida nunca cambió ni regresaron aquellos Reyes Magos, me hice verdaderamente un hombre por la edad y la vida fue más complicada, los niños siguieron siendo utilizados en las guerras, llevé niños para Angola, los vi mucho antes empuñar un fusil mayor que ellos en Viet Nam, de prostitutas en Tailandia, abandonados a su suerte en nuestro continente por sus padres, como si los sistemas y regímenes preñaran, hijos de nadie, que nunca han reído, niños que fueron como yo y todos los que leen estas líneas, niños que solo han conocido el hambre y siempre me ha surgido una pregunta; ¿Dónde carajo están sus padres? Siempre me la hago, porque siempre también me pregunté donde estuvo el mío.

  Hoy, con mucho dolor, veo lo que siempre he visto desde aquel 6 de Enero de 1959 en mi tierra, niños que no lo son, pequeños monstruos capaces de pararce en una tribuna a pedir un fusil para matar, pero; ¿Para matar a quién? ¿Para defender a quién? ¿Al mismo que le quita la leche a los siete años?

  Ya está al doblar la esquina la navidad, hoy en el patio vuelven a vender arbolitos, solo para los que tengan dólar, la celebrarán aquellos cuyos familiares les envían esa moneda desde el exilio, ¿y mi pueblo qué?, ¿aquel por el cual me convirtieron en hombre antes de tiempo?, ¿qué es de ellos?, ¿fue eso por lo que trabajé toda una vida?, ¿será eso a lo que aspiran en este continente enfermo que aborta monstruos como presidentes? ¿no nos cansaremos de ver morir a niños en las guerrillas de Colombia, tragafuegos en México, prostitutas en Asia y los países del Este?, ¿serán insuficientes los niños Palestinos que mueren diariamente?, ¿son pocos los que mueren de hambre en Etiopía, Bangla Desh, India? ¿hasta cuando la humanidad necesitará utilizar a nuestros infantes?

  Hoy las temperaturas son extremadamente bajas, nunca pensé soportarlas con tanta facilidad, no es fácil cambiar 30 grados sobre cero a 40 bajo cero pensarán algunos, nada más falso, solo hay que comprobar una cosa, ¿de qué sirven el sol, las playas, las palmeras, los 30 grados de temperatura, cuando no existe algo tan importante como la libertad? Cuando aprendes a disfrutarla se te olvidan muchas cosas, te olvidas que nunca fuiste niño y cuando entras a una de esas tiendas de juguetes vuelves a serlo, te olvidas de lo cerca que estuviste de la muerte, del hambre, del miedo, de la autorrepresión, te olvidas del pasado, olvidas el dolor, entonces, el frío no significa nada para ti, no sientes la lejanía del mar y el salitre que trae su brisa, cambias un maple por un cocotero, el canto del Robin por el del Sinsonte, el poutine que es un plato quebecoise por los frijoles negros, la blancura de la piel de las mujeres canadienses por las mulatas de nuestro suelo, te confundes tanto carajo, hasta que un día te preguntas; ¿Soy cubano o canadiense? Si te confundes no has cometido error, este pueblo es maravilloso como el mío, por eso me siento orgulloso de esta patria adoptiva, por eso soy tan feliz de que aquí seré abuelo, ese será el mayor premio que recibiré por aquel pasado sacrificio de haber llegado a esta hermosa tierra, solo, en un día de pleno invierno sin conocer a nadie, rodeado de hielos, donde dormí en el suelo más de dos meses, nada de eso significa nada cuando le entregas a tu nieto una patria de la que pueda sentirse orgulloso toda la vida, cuando entregas una tierra donde todos puedan vivir armoniosamente, donde todos se respeten, donde tengan la libertad de credo, de expresarse libremente, de pensar, de opinar, de moverse, este es Canadá, esta será la tierra de mi nieto, la que hoy disfrutan mis hijos, este es el lugar que siempre quise para ellos, donde existen los Reyes Magos, Santa Claus y toda esa fantasía que vivirán mis descendientes y yo hubiera deseado vivir, vivir la navidad.
 
 

  Les deseo de todo corazón unas felices navidades y lo mejor para el año que nace.

 Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
10-12-2000.