Entrevista a Zoe Valdes |
ZOE VALDES : "Escribí esta novela desnuda" MADRID.- Dice que escribir esta novela fue su salvación. Es difícil saber qué puede llegar a hacer una mujer desesperada, con una hija y con un futuro marchito, en una isla donde ser poeta no es fácil. Ella lo resolvió desnudándose. Como si fuera una metáfora de su presente, se despojó de todo, hasta de la ropa, para contar la historia de una isla que quiso ser paraíso y se convirtió en infierno. Eso es La nada cotidiana. ¿Es su mejor novela? La que más quiero, salida de las entrañas. Una novela catarsis. Y eso no puede ser malo, que salga tanto de las entrañas. Puede. Pero mi novela es muy literaria. Incluso las aparentes dificultades del lenguaje o las malas construcciones están reflexionadas. La novela comienza con una mujer que está tratando de escribir una novela evasiva. El personaje de Yocandra trata de crear una realidad. Pero ésta supera a la ficción que quiere construir. Una realidad, dura, caótica y tremenda. Demasiada visceralidad en la creación ¿no puede escaparse de las manos? Esta novela tiene sólo cinco versiones por eso mismo. La primera fue como una catarsis y, por supuesto, había demasiadas cosas, incluso personales, que me afectaban. Y después, con más conciencia, fui limando, arreglando, incorporando. Aunque agregé poco porque no quería que fuera larga. Es cierto que es muy peligroso porque hay cosas que se escapan, que una quisiera que no aparecieran. El equilibrio se encuentra cuando has dejado descansar tu libro, te distancias y abandonas el trance de la escritura. Este manuscrito tiene una historia que en sí misma es una novela. El libro lo acabé de escribir en julio del 94. El 5 de agosto ocurrió la crisis de los balseros. Por primera vez hubo grandes manifestaciones. La gente salió por toda la bahía con las mujeres en la punta con niños en brazos gritando "libertad". En ese momento me di cuenta del peligro real de esta novela. Yo había entregado una versión a una editorial cubana y, por supuesto, la persona me la vetó. Estaba en La Habana un periodista francés director de cine que hacía un documental sobre Fidel Castro. Todo era muy secreto. Se llama Rainold Ismant. El contactó con mi marido porque necesitaba unas imágenes que mi esposo tenía. Estaba haciendo un documental sobre la historia del Noticiero revolucionario que aparecía todas las semanas en el cine. Y entonces, se me ocurrió darle la novela. A la vez vinieron dos periodistas que pasaron por la casa a entrevistarme, porque ya había publicado una novela en Francia, Sangre azul. Y les dije que me sacaran la novela para presentarla al premio Femenino Lumen. Uno de ellos se metió el manuscrito en el forro del saco. Llevaban cámaras y tenían miedo que les quitaran las cintas de vídeo. Y después, una persona del barrio me dijo que se lo diera a los balseros para que así llegara no sólo a Europa, sino también a Estados Unidos. Un poco más tarde, salí de La Habana invitada a dar una conferencia sobre José Martí en París. La novela estaba a punto de ser publicada. Ya no volví a Cuba. ¿Su novela está escrita en cubano, como diría Cabrera Infante? Más que en cubano en habanero. En Cuba, cambias de barrio y la forma de hablar se transforma. ¿La novela pasó por las manos de Esther Tusquets? Sí. Coincidió con el año que ganó el premio Femenino Lumen la novela de Clara Obligado La hija de Marx. Creo que fue un premio justo. Leí la novela y me pareció muy buena. La novela se publicó primero en Francia. ¿Cómo llegó a España? La editorial francesa contactó con una agente literaria en España y ella presentó la novela en varias editoriales. En Alfaguara, Tusquets pero siempre he pensado que fue rechazada por miedos políticos. Me contaron que una persona influyente en el mundo editorial llegó a decir que esta novela podía ser mala para Cuba en el momento de transición en el que se estaba. Es impresionante cómo una opinión que sale de la boca de Fidel Castro puede influir a un editor español. La novela llegó a Sigrid Klaus, de Emecé, y ella, en la cama junto a su marido, decidió que esa novela la tenía que publicar. En el libro hay un claro homenaje a Lezama Lima al componer el capítulo ocho, el más perseguido en Cuba, en género erótico, igual que hiciera el escritor en "Paradiso". Es cierto. Los censores sólo leían esa parte del libro de Lezama y decían que era pornográfico. Yo fui la última generación que sufrió la prohibición del autor. Yo comienzo a escribir poesía imitando a Lezama. Para mí es un orgullo que en Cuba consideren el capítulo ocho pornográfico. En su novela existe un juego con el nombre de los protagonistas de la historia: Gusana, Patria, Yocandra, Traidor. ¿Cómo diseña ese juego de nombres que recuerda la censura de Franco? Lo primero que existió de esta novela fue el título y después los nombres. Ha sido una novela muy rara. Escrita en momentos desesperados de mi vida y de Cuba. Estaba dispuesta a cualquier cosa. Esta novela me salvó la vida. ¿Es cierto que la novela la escribió desnuda? Sí, escribí esta novela desnuda. Hacía mucho calor. Vivía frente al Malecón. Fue una etapa de mi vida muy loca. El estudio hexagonal de Yocandra es el espacio que yo tenía. Acababa de salir de una etapa rebelde. Trataba de centrarme. Acababa de tener a mi hija. Al volver del hospital escribí un poema que tiene la misma estructura que el primer capítulo del libro. ¿Le es agradable recordar el proceso creativo de esta novela o no? Es una etapa muy dura. Yo soy una escritora que sale de la poesía. No pretendía escribir una novela. Tenía muchos miedos, los propios del escritor y los de ser mujer. El país estaba en el desastre, porque siempre se habla del tema económico y menos de los presos como María Elena Cruz Varela que le hicieron comer los poemas en la calle. La dualidad es una constante en todo el libro. ¿Por qué? Como en La nada de Cioran y La nada de Sartre. Sobre la de Sartre es una referencia política y sobre la de Cioran es poética, espiritual y creativa. Eso fue inconsciente porque la frase [¿Por qué algo mejor que nada?] de Cioran la encontré después. Hay momentos en la vida de cada escritor en los que existe la tragedia. Un momento trágico de rebeldía que te ayuda a encontrar el equilibrio poético y político, como dice Rambau. Esta novela no tiene nada que ver con un análisis marxista. Los escritores cubanos han sido muy penetrados por este análisis. Los textos que me tenía que leer de escritores marxistas los olvidé pronto. Los rechacé desde la escuela. La nada cotidiana se desgaja de estos textos que siempre están permeados de marxismo leninismo, o sea de realismo socialista. ALEX SALMON 20 de agosto de 2001 |