La cultura cubana revive en
Guadalajara a través de las voces de Vitier y García Marruz
El matrimonio de poetas recorre en la
feria un siglo de historia dedicado a la escritura
"El mayor premio que he recibido, mucho más importante que el Nobel si
es que alguna vez me tocara, es que Juan Ramón Jiménez escribiese una
semblanza sobre mi obra en el primer libro que publiqué", confiesa Cintio
Vitier, premio Juan Rulfo de 2002. "Me han oprimido a agasajos", añadió
después, en la segunda jornada de la Feria del Libro de Guadalajara (México),
recordando una frase de José Martí. El encuentro con Vitier fue breve pero
intenso. A su lado, Fina García Marruz, su esposa y otra de las grandes poetas
de Cuba, "que no habla en entrevistas porque se pone nerviosa", lo
apoyaba para precisar un recuerdo o iluminar alguno de los momentos compartidos.
Año 1936: Juan Ramón Jiménez llega a La Habana. Cintio Vitier y Fina García
Marruz se conocen cerca del poeta español, al que admiran. "Mire, se podría
decir que nos hicimos novios en Juan Ramón Jiménez", comenta Vitier. La
cita es en la habitación de un hotel, sólo tenemos diez minutos (el escritor
no para: además de recibir el Premio Juan Rulfo, el sábado presentó una gran
antología que le ha preparado el Fondo de Cultura Económica). Para hacerse una
idea, estamos ante dos de los poetas cubanos más relevantes del siglo XX.
En Las ínsulas extrañas, la antología que coordinó Valente con
otros poetas y que ha levantado tantas polvaredas, son dos de los seleccionados.
Hay otro cubano más en esa franja generacional: Eliseo Diego. Pues bien, Eliseo
Diego estuvo casado con la hermana de Fina. Y Eliseo Alberto, el autor de Informe
contra mí mismo, fue uno de sus hijos (junto al dibujante Constante y la
también escritora Josefina). En cuanto a Cintio y Fina, son los padres de
Sergio y José María, dos de los grandes músicos cubanos actuales. Y abuelos
de José Adrián y Laura Vitier, dos jóvenes poetas que presentarán una
revista, La isla infinita, en los próximos días.
Así que ahí está la cultura cubana resumida en la trayectoria de una
familia. Uno de los momentos decisivos de esa historia es Orígenes, la
revista que fundó Lezama Lima en 1944, y que hasta 1956 fue el foco más
importante de irradiación de cuanto se hacía en la isla. "Fue una revista
multigeneracional y abierta a todas las voces, su desafío era precisamente ése,
el de remover los orígenes, el buscarlos, el encontrar quiénes éramos los
cubanos", comenta Vitier. Virgilio Piñera, Gastón Baquero, Justo Rodríguez
Feo, el padre Ángel Gaztelu fueron, junto a Vitier, Eliseo Diego o Fina García
Marruz, otros de los autores que formaron parte de una aventura "que tuvo
su inspiración en las revistas que hizo Juan Ramón", explica Vitier,
"como Verbum o Espuela de Plata". Llegó el momento en
que se distanciaron unos de otros. "Ni me acuerdo por qué ocurrió, pero
éramos de generaciones distintas y llegó el día en que emprendimos caminos
distintos. Lezama se fue por su lado, y fundó la revista Nadie Parecía,
y nosotros por el nuestro, e hicimos Clavileño".
Conversión
Un momento decisivo, cuentan, fue la conversión de Vitier al catolicismo.
"Ocurrió en 1953 y uno nunca sabe cómo cae en las trampas de Dios",
dice Vitier. Fina le recuerda que procedía de una familia no creyente, y Vitier
añade: "Entré en la Iglesia de los sacramentos, que no en la Iglesia política,
el mismo año en que empezaba la revolución cubana, eso es importante. Había
traducido a Paul Claudel, que me influyó mucho, y nos habíamos acercado mucho
a María Zambrano, que nos enseñó cuán cerca estaba la filosofía de la poesía
y de la mística". "Nos descubrió a San Juan y a Santa Teresa",
murmura Fina.
El caso es que las propias creencias de Vitier lo aproximaron a la revolución.
"Hubo momentos muy duros, como en 1957, pero a Cuba le hacía falta una
revolución. Habíamos tenido ya muchas dictaduras y hacía falta una política
con sensibilidad social. La poesía es lo mejor que ha dado Cuba al mundo, y
siempre fue una poesía marcada por la preocupación social. Eso viene de Martí
y de su afán de estar siempre con 'los pobres de la tierra'. Pero estar con
ellos no significa hacer poesía social. Significa sólo mirar en derredor. Y
ver la tremenda miseria y querer que eso cambie", explica Vitier.
¿Y ahora, cómo están ahora las cosas? "Ya ha pasado el tiempo",
nos advierten. Pero Cintio Vitier quiere contestar. "Eso sí, le pido no
fidelismo sino fidelidad a mis palabras", comenta. Y concluye: "Ha
habido grandes errores, como los de esos años que llaman los años sucios, y en
los que se trató tan mal a los creyentes o a los homosexuales. Pero eso es algo
que ya se ha corregido, y esa capacidad de corregirse me hace pensar que esta
revolución puede ser perdurable. Y es que, a veces, es mucho más importante
que otras cosas la obra social".
JOSÉ ANDRÉS ROJO, ENVIADO ESPECIAL - Guadalajara
|