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Lunes 
2 de diciembre 
de 2002

  

  

 
 
 
 
 

 

CULTURA
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 La cultura cubana revive en Guadalajara a través de las voces de Vitier y García Marruz  


 El matrimonio de poetas recorre en la feria un siglo de historia dedicado a la escritura

 

"El mayor premio que he recibido, mucho más importante que el Nobel si es que alguna vez me tocara, es que Juan Ramón Jiménez escribiese una semblanza sobre mi obra en el primer libro que publiqué", confiesa Cintio Vitier, premio Juan Rulfo de 2002. "Me han oprimido a agasajos", añadió después, en la segunda jornada de la Feria del Libro de Guadalajara (México), recordando una frase de José Martí. El encuentro con Vitier fue breve pero intenso. A su lado, Fina García Marruz, su esposa y otra de las grandes poetas de Cuba, "que no habla en entrevistas porque se pone nerviosa", lo apoyaba para precisar un recuerdo o iluminar alguno de los momentos compartidos.

Año 1936: Juan Ramón Jiménez llega a La Habana. Cintio Vitier y Fina García Marruz se conocen cerca del poeta español, al que admiran. "Mire, se podría decir que nos hicimos novios en Juan Ramón Jiménez", comenta Vitier. La cita es en la habitación de un hotel, sólo tenemos diez minutos (el escritor no para: además de recibir el Premio Juan Rulfo, el sábado presentó una gran antología que le ha preparado el Fondo de Cultura Económica). Para hacerse una idea, estamos ante dos de los poetas cubanos más relevantes del siglo XX.

En Las ínsulas extrañas, la antología que coordinó Valente con otros poetas y que ha levantado tantas polvaredas, son dos de los seleccionados. Hay otro cubano más en esa franja generacional: Eliseo Diego. Pues bien, Eliseo Diego estuvo casado con la hermana de Fina. Y Eliseo Alberto, el autor de Informe contra mí mismo, fue uno de sus hijos (junto al dibujante Constante y la también escritora Josefina). En cuanto a Cintio y Fina, son los padres de Sergio y José María, dos de los grandes músicos cubanos actuales. Y abuelos de José Adrián y Laura Vitier, dos jóvenes poetas que presentarán una revista, La isla infinita, en los próximos días.

Así que ahí está la cultura cubana resumida en la trayectoria de una familia. Uno de los momentos decisivos de esa historia es Orígenes, la revista que fundó Lezama Lima en 1944, y que hasta 1956 fue el foco más importante de irradiación de cuanto se hacía en la isla. "Fue una revista multigeneracional y abierta a todas las voces, su desafío era precisamente ése, el de remover los orígenes, el buscarlos, el encontrar quiénes éramos los cubanos", comenta Vitier. Virgilio Piñera, Gastón Baquero, Justo Rodríguez Feo, el padre Ángel Gaztelu fueron, junto a Vitier, Eliseo Diego o Fina García Marruz, otros de los autores que formaron parte de una aventura "que tuvo su inspiración en las revistas que hizo Juan Ramón", explica Vitier, "como Verbum o Espuela de Plata". Llegó el momento en que se distanciaron unos de otros. "Ni me acuerdo por qué ocurrió, pero éramos de generaciones distintas y llegó el día en que emprendimos caminos distintos. Lezama se fue por su lado, y fundó la revista Nadie Parecía, y nosotros por el nuestro, e hicimos Clavileño".

Conversión
Un momento decisivo, cuentan, fue la conversión de Vitier al catolicismo. "Ocurrió en 1953 y uno nunca sabe cómo cae en las trampas de Dios", dice Vitier. Fina le recuerda que procedía de una familia no creyente, y Vitier añade: "Entré en la Iglesia de los sacramentos, que no en la Iglesia política, el mismo año en que empezaba la revolución cubana, eso es importante. Había traducido a Paul Claudel, que me influyó mucho, y nos habíamos acercado mucho a María Zambrano, que nos enseñó cuán cerca estaba la filosofía de la poesía y de la mística". "Nos descubrió a San Juan y a Santa Teresa", murmura Fina.

El caso es que las propias creencias de Vitier lo aproximaron a la revolución. "Hubo momentos muy duros, como en 1957, pero a Cuba le hacía falta una revolución. Habíamos tenido ya muchas dictaduras y hacía falta una política con sensibilidad social. La poesía es lo mejor que ha dado Cuba al mundo, y siempre fue una poesía marcada por la preocupación social. Eso viene de Martí y de su afán de estar siempre con 'los pobres de la tierra'. Pero estar con ellos no significa hacer poesía social. Significa sólo mirar en derredor. Y ver la tremenda miseria y querer que eso cambie", explica Vitier.

¿Y ahora, cómo están ahora las cosas? "Ya ha pasado el tiempo", nos advierten. Pero Cintio Vitier quiere contestar. "Eso sí, le pido no fidelismo sino fidelidad a mis palabras", comenta. Y concluye: "Ha habido grandes errores, como los de esos años que llaman los años sucios, y en los que se trató tan mal a los creyentes o a los homosexuales. Pero eso es algo que ya se ha corregido, y esa capacidad de corregirse me hace pensar que esta revolución puede ser perdurable. Y es que, a veces, es mucho más importante que otras cosas la obra social".


 JOSÉ ANDRÉS ROJO, ENVIADO ESPECIAL -  Guadalajara

 

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