Si se
cuenta desde el 26 de julio de 1953, día en que asaltó el cuartel Moncada
junto a un centenar de fieles, incluido su hermano Raúl, Fidel Castro lleva
48 años como dirigente político. Si su almanaque político comienza el 2 de
diciembre de 1956, cuando desembarcó a orillas de la Sierra Maestra para
derrocar a Fulgencio Batista, son casi 45 años en la brega revolucionaria.
Si, como es habitual, es el 1 de enero de 1959 el momento de empezar a contar,
Castro lleva 42 años, siete meses y 12 días como líder de Cuba, que no es
poco.
Fidel Castro cumple mañana 75 años y todo parece indicar que seguirá
rigiendo los destinos de Cuba durante un buen tiempo más. ¿Cuánto? Nadie lo
sabe. 'De momento, ningún patriarca socialista, ni tampoco Franco, ni
Trujillo ni Porfirio Díaz le hacen sombra. Sólo el dictador brasileño
Getulio Vargas se ha aferrado a la silla del poder más años que él', indica
un diplomático europeo acreditado en La Habana.
Para unos es un dictador sin más. Para otros, la última llama
revolucionaria del Tercer Mundo
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Castro llegó ayer a Venezuela, donde celebrará su cumpleaños junto al
presidente Hugo Chávez y recibirá la condecoración de la Orden de la
Angostura, que concede el Estado de Bolívar. A pesar del desmayo que sufrió
el pasado 23 de junio, mientras pronunciaba un discurso ante 50.000 personas a
pleno sol, parece que de salud el presidente cubano no anda mal. Los rumores
crónicos de enfermedades fatales que el exilio asegura acabarán pronto con
Castro, no parecen tener demasiado fundamento. Tras el breve desvanecimiento
de este verano, Castro ha aparecido en público en numerosas ocasiones y ha
pronunciado discursos de varias horas sin mostrar cansancio. Otra cosa son los
lapsus y confusiones que recientemente ha tenido durante sus alocuciones kilométricas.
'Castro ha traspapelado hojas de discursos y repite lo mismo día tras día de
forma obsesiva, pero aun así hacer un diagnóstico de su salud mental es muy
difícil', opina un médico cubano.
A pesar de todas las conjeturas, nadie duda de sus habilidades para salir
de las crisis más enconadas -como la de los balseros-, o para
aprovechar las que más mellan a su enemigo -como el caso Elián-. Y ya
son diez los presidentes de Estados Unidos que ha visto pasar, mientras que la
oposición y el exilio no le hacen ni cosquillas.
Castro es comandante en jefe y no sólo por sus títulos de primer
secretario del Consejo de Estado y de Ministros, primer secretario del Comité
Central del Partido Comunista de Cuba y jefe de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias. El veterano líder comunista lleva muy de cerca las riendas
del poder: lo mismo sabe la cantidad exacta de insulina que falta en los
hospitales de la isla, que inaugura un complejo hotelero mixto en Cayo Coco o
encabeza una gigantesca marcha para protestar contra EE UU vestido de uniforme
verde olivo y con playeras de deportista.
'Esta imagen de Castro guerrillero pero calzando tenis es un buen símbolo
de decrepitud y del cambio que se avecina', dice un connotado opositor, que
prefiere guardar el anonimato; mucha gente en Cuba al hablar de Fidel Castro
prefiere no ser identificada. Los que lo conocen bien o han estudiado su
biografía política saben que en la personalidad del comandante no
caben las concesiones de principios. Nada de renegar de una ideología,
tampoco del nombre de un partido (el comunista de Cuba), y menos de coquetear
con el capitalismo, aunque así lo hayan hecho otros países socialistas como
China o Vietnam. 'Con él vivo hay cosas que no se harán jamás', opina uno
de sus amigos extranjeros.
Su vida es ilustrativa. En 1947, con 18 años y siendo ya un líder
universitario, se alistó como voluntario en una expedición para derrocar al
dictador dominicano Leónidas Trujillo. Un año después participó como
delegado de Cuba en los preparativos para crear una asociación de estudiantes
latinoamericanos de fuerte contenido antiestadounidense. La reunión debía
celebrarse en abril de 1948 en la capital colombiana, pero antes estalló el bogotazo;
Castro participó activamente en las protestas populares que siguieron al
asesinato de Manuel Gaitán.
Tras el golpe de Estado de Batista, protagonizó el asalto al Moncada,
segundo cuartel más importante del ejército batistiano, en la ciudad de
Santiago. La aventura acaba en matanza y Castro sobrevivió de milagro. Después
de pasar dos años en la cárcel, marchó al exilio en México, donde preparó
el desembarco del Granma. En 1961 dirigió personalmente los combates
de Bahía de Cochinos, y en octubre de 1962 es uno de los protagonistas de la
crisis de los misiles. Al concluir ésta se pelea con el Kremlin por la decisión
de Nikita Jrushov de retirar los cohetes a sus espaldas. 'Nikita, mariquita,
lo que se da no se quita', decía una conga popular cubana de entonces con
todas las bendiciones oficiales.
Luego de mandar con mano firme tres décadas, cuando el campo socialista
hizo agua declaró para Cuba el famoso 'socialismo o muerte'. Este enroque y
la consiguiente estrategia de resistencia dura hasta hoy, pero a Castro no le
ha faltado cintura política para introducir reformas inevitables cuando ha
hecho falta: ahí están la legalización del dólar o la apertura al turismo
y al capital extranjero.
Para muchos es un dictador sin más. Para otros, la última llama
revolucionaria del Tercer Mundo; Castro tiene tantos detractores entre los políticos
e intelectuales de Occidente como admiradores en las naciones más
desfavorecidas.
No tiene pelos en la lengua para decir que el 'pluripartidismo es
pluriporquería' y se enorgullece de su sistema donde sólo cabe el Partido
Comunista de Cuba. Según la Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación
Nacional, del disidente Elizardo Sánchez, un 1% de los habitantes del país,
cerca de 100.000 personas, está en la cárcel, lo que convertiría a Cuba en
el país con mayor población penal del mundo. Sánchez afirma que en la isla
hay unos 300 prisioneros de conciencia y que la economía del país se
sostiene gracias a las remesas que envían los exiliados cubanos, cerca de 800
millones de dólares (unos 150.000 millones de pesetas), según organismos
internacionales con acceso a las cuentas oficiales cubanas.
El mandatario cubano asegura que todas estas informaciones son patrañas, y
sus difusores, simples agentes mercenarios pagados por Estados Unidos. Castro
fundamenta la escasez de libertades en los avatares de la lucha contra EE UU y
su hostil política de embargo, que ya dura cuatro décadas, casi el tiempo
que lleva en el poder. Muchos en su país piensan que hasta que se produzca
'el hecho biológico', esto es, su muerte.
¿Y después?, se pregunta la gente. Quizás la respuesta más acertada a
esta cuestión capital está en la opinión cariñosa de uno de sus más
notables amigos extranjeros: 'Fidel Castro es la principal fuerza de la
revolución, pero también su principal debilidad'.