Su última novela, Las cuatro fugas de Manuel (Espasa), no era, según
su autor, una novela sobre el exilio, sino 'una historia sobre la lucha de un
hombre por encontrar un lugar en el mundo donde poder exiliarse'. Jesús Díaz
(La Habana, 1941) murió ayer en Madrid a los 61 años. Fue escritor, cineasta
y profesor en la Academia de Cine de Berlín y en la Escuela de Letras de
Madrid.
Cuentan sus amigos que a Jesús Díaz le encantaba hacer el chiste de un
perro de la entonces Alemania oriental que cruzó el muro y se jactaba de que
en el lado que había abandonado tenía de todo. ¿Y entonces, qué has venido
a hacer aquí? -le preguntaba el coro de perros-. 'He venido a ladrar un
poquito'. La fábula, recuerda su colaboradora Ana Carolina, resume de algún
modo la explicación al exilio de Jesús Díaz, escritor y cineasta cubano que
falleció la pasada madrugada en su domicilio de Madrid a los 61 años. Autor
de Los años duros, Las palabras perdidas, Dime algo sobre Cuba, Siberiana
y Las cuatro fugas de Manuel, entre otras, es, sin duda, Las
iniciales de la tierra (Alfaguara) su novela cumbre. Publicada en Cuba
después de años de censura, Las iniciales... es una crítica abierta
al proceso diabólico para ingresar al partido comunista, y velada al propio
sistema cubano.
Jesús Díaz tenía vocación y experiencia fundadora y la certeza de que
un proyecto democrático para Cuba tenía necesariamente que unir voces de
todas las orillas. A eso se dedicó en el último decenio de su vida. El
resultado de su trabajo fue la revista Encuentro de la Cultura Cubana,
que se convirtió desde sus inicios en uno de los espacios construidos desde
el exilio para pensar y repensar a Cuba.
A la revista le siguió tal vez su obra más ambiciosa: el periódico
digital Encuentro en la red (www.cubaencuentro.com), y además, trabajó
también durante los últimos años con gran entusiasmo con la editorial
Colibrí.
Díaz -de cuya obra cinematográfica destacan Polvo rojo y Alicia
en el pueblo de las maravillas, filme censurado por el Gobierno de La
Habana y retirado de la circulación- abogaba por el levantamiento del embargo
de EE UU contra la isla, era favorable al diálogo y a la reconciliación,
criticaba la ley Helms-Burton, pero al mismo tiempo criticaba la falta de
libertades en la isla. No era complaciente ni con La Habana ni con Washington.
En resumen, una voz molesta.