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El exilio cubano de Miami está viviendo horas de concentrada tensión, presagio tal vez de insospechados sucesos. ¿Cómo podría ser de otra manera? ¿Cómo iba a recibir este pueblo errante, tantas veces golpeado, un golpe avieso como la decisión del juez Moore en el caso del niño Elián sin sentir que se desconocen y se atropellan sus razones morales? Ese niño y ese pueblo, a virtud de misteriosas coincidencias, se han convertido en la misma cosa. El pueblo es Cuba y el niño es Cuba. Lo que le ocurre a él les ocurre a todos los cubanos. Y eso que el fallo del juez propone que ocurra es esto: que a quien huyó de la esclavitud se le devuelva a ella. Que a quien ganó la libertad se la arrebaten de la mano como se arrebata un pedazo de pan a un niño hambriento. AGUSTIN TAMARGO (26 mar. 2000)
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