Retorno a la página de inicio Una vergüenza cubana
 ¿LA ESPERANZA DE LA ISLA?
En français, mon point de vue
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 La Habana—Siempre hemos escuchado decir que el futuro de la humanidad se encuentra en la vida delos niños y nadie se atrevería a poner en duda esa aseveración.

Si alguien tuviera dudas, basta contemplar la chispa de inteligencia, cada día más extraordinaria, que descubrimos en las nuevas generaciones.

De esos menores nos sorprenden su sencillez e inocencia, su vivacidad y alegría, y de ellos es y será el futuro aunque los adultos nos afanemos en negarlo con nuestras actitudes absurdas, irresponsables y hasta irracionales.

Tal vez, al leer estas líneas, usted se pregunte a quién me estoy refiriendo cuando hablo de niños y niñas del mañana. Hablamos de los "dueños del  futuro" y descubrimos una infinidad de testimonios que parecen afirmar todo lo contrario. Resulta que da acuerdo con los datos proporcionados por la UNICEF en su quincuagésimo aniversario, el futuro de nuestra humanidad tendríamos que ponerlos en manos de una infancia constituida por miles y miles de pequeños que han vivido esa etapa de su existencia en un clima de guerra.

Muchos de ellos han sido separados de sus padres y familiares, y condenados a vivir errantes y formando parte de alas columnas de desplazados que sin ningún reparo nos presentan los medios de comunicación, como si se trata de un espectáculo más.

¿Cómo es posible que la humanidad pueda dormir tranquila cuando los datos que re recogen aportan cifras escandalosas, como la de 140 mil niños que durante la guerra de Ruanda fueron separados de sus progenitores?

Si consideramos que el futuro de la humanidad está en los niños: ¿Cómo podríamos explicar el tráfico de menores en el escandaloso mercado de la prostitución y de órganos humanos? ¿Cuál será el futuro de una humanidad que sistemáticamente sacrifica a quienes son la inocencia?

En Cuba el ámbito en el que se desarrolla la infancia goza de pequeñas garantías y seguridades. No obstante no dejamos de encarar problemas. Particularmente con los niños de la calle, criaturas que apenas si alcanzan la edad adolescente y viven la mayor parte de su tiempo en la vía publica. Podríamos hacernos muchas preguntas, que suscitarían un extenso análisis. ¿ De dónde salieron? ¿Tienen familia? ¿Van a la escuela?

La respuesta no se hace esperar. Los niños de la calle no aparecen por arte de magia. Su origen está en la situaciones de desequilibro e inestabilidad social que hoy vive Cuba. Por ejemplo: familias con problemas de divorcio, violencia, alcoholismo, delincuencia, etcétera. A ello se suman los problemas económicos.

Los niños de la calle sí tienen familia. Y como ellos mismos alegan, sus allegados son la abuelita que los ha criado porque sus padres se separaron o se marcharon a otro país o simplemente no se ocupan de ellos. Fueron a la escuela en alguna oportunidad pero causaron baja por ínfimos rendimientos o necesitan una escuela especial o se han mudado de provincia y andan ilegales en tierra de nadie.

La calle es el lugar donde pueden realizarse. Estos niños los podemos encontrar alrededor de los comercios donde turistas y cubanos con solvencia económica gastan su moneda fuerte. O husmeando en un latón de "buena basura" , recopilando vasos y platos desechables o pidiendo unas monedas en las puertas de los hoteles para comprar algunas golosinas.

¿Podemos hacer algo por esos niños?

Martí, al escribir para los pequeños, dijo: "Para los niños trabajamos, porque los niños son los que saben querer; porque los niños son la esperanza del mundo, y queremos que ellos nos quieran y os tengan como cosas de su corazón..."

Qué pena que los niños, aunque sean de la calle, tengan que decirnos: "Nosotros no tenemos esperanza en este mundo y nos olvidamos de querer. Ya no tenemos a nadie en nuestros corazones."

Ojalá nunca olvidemos que la infancia es la forjadora del futuro.

Pedro Crespo Jiménez, Grupo de Trabajo Decoro Mira :

 http://www.cartadecuba.com/comsaug2k.htm  

6 de septiembre de 2000