El País Digital
Miércoles 
17 marzo 
1999 - Nº 1048
 
 
 
 
 
 
 
 

 

OPINIÓN
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Condena cubana 

QUIZÁS FIDEL Castro no haya querido o, lo que es aún más grave, no haya podido rebajar las penas. Pero las que ha impuesto a los cuatro disidentes cubanos la Sala de los Delitos contra la Seguridad del Estado del Tribunal de La Habana constituyen todo un despropósito, aunque sean menores que las que reclamaba la fiscalía. Ése no es el camino adecuado cuando, según la Comisión Cubana de Derechos Humanos, existen 300 presos políticos en la isla, 70 de los cuales aguardan juicio, pese a que el régimen no los reconoce como tales.
 
 

Félix Bonne, René Gómez, Marta Beatriz Roque y Vladimiro Roca han sido condenados a penas de prisión que van de tres y medio a cinco años. La mayor de ellas, para Roca, de 56 años, hijo de un histórico dirigente comunista y antiguo piloto militar. Es posible que puedan cumplir parte de estas penas en sus casas en libertad condicional, pero no por ello se reduce su carácter de brutal escarmiento. Estremece pensar que las penas podrían haber sido incluso mucho más duras si se les hubiera juzgado por la nueva Ley de Protección de la Independencia Nacional y la Economía de Cuba. En vez de granjearse apoyos internacionales, Cuba parece empeñada en perderlos, a comenzar por Canadá, que siempre se había opuesto a la política de aislamiento que ha practicado EE UU hacia el régimen castrista.
 
 

Los cuatro disidentes eran pacíficos. Pero la llamada justicia cubana los ha descrito como "mercenarios" y "contrarrevolucionarios" y condenado por "incitación a la sedición": por haber llamado a la abstención o el voto nulo en las monolíticas elecciones de 1997 y por difundir algunos escritos. Es decir, por opinar en contra del Partido Comunista Cubano. Tuvieron que aguardar durante más de un año tras su detención para conocer los cargos que se les imputaban, y tres años para un juicio a puerta cerrada sin las menores garantías en un país en el que la independencia judicial es una farsa.
 
 

El castrismo tenía, con estas penas, la oportunidad de mostrar una cierta apertura. Que no lo haya hecho indica que el régimen se bunkeriza. Castro parece estar haciendo todo lo posible para cerrarse en banda y, entre otras consecuencias, crear serias dificultades al estudiado viaje de los reyes de España a Cuba. 

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