El País Digital
Lunes 
15 noviembre 
1999 - Nº 1291

Índice
 
 
 
 

INTERNACIONAL
Cabecera

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Aznar dice que Castro es el principal obstáculo para que se den cambios en Cuba 

El presidente afirma que si no hubiera podido reunirse con los disidentes no habría ido a la isla 

JOSÉ MIGUELLARRAYAENVIADO ESPECIAL, Tegucigalpa 
El presidente del Gobierno, José María Aznar, no tiene la más mínima esperanza de que algo cambie en Cuba antes de la muerte de Fidel Castro, considera que el embargo norteamericano es una coartada para el Gobierno cubano y un error de EEUU y afirma que no hubiera viajado a la Cumbre Iberoamericana si no hubiera podido reunirse con miembros de la disidencia cubana. Horas antes de emprender vuelo a La Habana desde Honduras, Aznar hizo un balance amplio y detallado de su política respecto a Cuba: "Alguien tiene que pensar en los cubanos de verdad". 
 
Aznar coge en brazos a un niño hondureño, 
en presencia de su esposa, Ana, y
del presidente Flores (AP).
"Mi política respecto a Cuba se hace pensando en los cubanos de carne y hueso", abundó el presidente español. Es decir, apoyó a las relaciones económicas, al desarrollo de las condiciones de vida en la isla, sin ningún tipo de gesto político de aproximación al Gobierno cubano, por lo que descartó una visita oficial de los Reyes o de él mismo a Cuba en un futuro. 

Respecto a la anunciada visita que nunca se hizo, Aznar señaló que no se daban "los elementos mínimos indispensables que aconsejaran una visita de los Reyes en 1999". Su presencia en La Habana se debe a que se había decidido que la cumbre se celebrara en Cuba, que es un país que pertenece a la "familia iberoamericana".
 
 

Tres años después del incidente del cambio de corbatas ocurrido en la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile, donde Aznar invitó a Castro a "mover ficha", y después de una mejora sustancial de las relaciones entre ambos Gobiernos, ayer quiso dejar claro, antes de pisar La Habana, que las diferencias que mantiene con el presidente cubano continúan. Su apoyo a la Cumbre de La Habana se debe a la importancia que concede a la consolidación de la comunidad iberoamericana, que debe jugar un papel decisivo en el inmediato futuro de España.
 
 

A lo largo de la conversación con los periodistas, que duró más de una hora, Aznar subrayó que el hecho de que España se haya convertido en 1999 en el primer inversor del mundo en Iberoamérica, que las empresas españolas ocupen posiciones de liderazgo en sectores estratégicos, despierta el recelo y la oposición de rivales económicos y políticos, cuya mano se puede ver en algunas campañas y escándalos que están en los periódicos, pero que no quiso detallar.
 
 

Describió sus relaciones con Fidel como transparentes -"Castro sabe muy bien cómo pienso, porque se lo he dicho"-, pero no dejó dudas sobre su opinión del régimen cubano. Piensa que nada cambiará y que si Castro puede hará lo posible para que tampoco cambie después de su muerte.
 
 

Aznar quiso marcar diferencias respecto a Estados Unidos, el principal adversario de la revolución cubana, al señalar que el embargo decretado por Washington contra Cuba ha demostrado, después de tres décadas, que es un error. En vez de ser un instrumento de la política exterior de Estados Unidos, "se ha convertido en un asunto de política interna", señaló. En su opinión, el embargo sólo beneficia al Gobierno cubano, para el que es una coartada, y al exilio de Miami, que es quien lo sostiene y lo mantiene en Washington.
 
 

Su política respecto a Cuba se basa en la convicción de que hay que ayudar a la población cubana a través de las relaciones económicas, a mejorar su nivel de vida e intentar que no pierda el tren de la modernidad. Pero ello no debe confundirse con una mejora de las relaciones políticas.
 
 

Evitó responder a las preguntas de si le constaba que el Departamento de Estado norteamericano hubiera presionado a algunos países para que no acudieran a la Cumbre de La Habana, aunque aseguró que no se había presionado a España. No quiso entrar a juzgar la carta enviada por la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, en la que pedía a todos los jefes de Estado y de Gobierno que se reunieran con la disidencia cubana y señaló que su compromiso personal con la oposición es firme. 

De hecho, afirmó que no hubiera acudido a La Habana si no hubiera tenido plena libertad para reunirse con la disidencia. No considera que nada ni nadie puede intentar hacer fracasar la cumbre, y si hubiera medidas represivas contra los disidentes durante la reunión, el primer perjudicado sería el Gobierno cubano y no la comunidad iberoamericana, añadió.
 
 

El presidente español llegó a La Habana con más de mil kilos en medicinas, ropas, toallas, sábanas, jabón y detergentes para entregar a un hospital y a unas monjas españolas que realizan labores de asistencia social en Cuba. Pero una pequeña parte de esa ayuda irá a los inquilinos de la vivienda donde hace más de 60 años vivieron sus abuelos.
 
 

Su abuelo paterno, el periodista Manuel Aznar, dirigió durante la dictadura de Primo de Rivera en España los diarios El País y El Diario de la Marina, y el padre de Aznar, también periodista, estudió de niño en los jesuitas de La Habana, en el mismo colegio al que fue también Fidel Castro. 

Subir
 

© Copyright DIARIO EL PAIS, S.A. - Miguel Yuste 40, 28037 Madrid
digital@elpais.es | publicidad@elpais.es